Capeando la crisis Capeando la crisis

De cómo vivir sin dinero o con muy poco

A cocinar con sobras ahora se le llama «tendencia»

La crisis nos ha traído mucho malo, pero también ingenio y alternativas para salir adelante sin mucho dinero.

En la cocina, por ejemplo, frente al consumo de comida «aseada», preparada en bandejas, cortada, fileteada, sin mácula alguna y mucho más cara, hemos vuelto a recuperar la cocina de las sobras. Lo que se ha hecho toda la vida hasta que apareció el consumismo feroz. Pero sí seremos tontos, que hemos adoptado el anglicismo trash-cooking (que literalmente significa cocinar basura) y hemos llamado «tendencia» a una práctica de siglos: aprovechar las sobras para reelaborar otros platos que se pueden cocinar con lo del día anterior o con lo que antes descartábamos e iba directamente a la basura, como las pieles de ciertas frutas o los interiores del pescado o los tallos de algunas verduras.

La necesidad aprieta y el aprovechamiento de los alimentos ha vuelto a ser casi un arte del que hacen gala muchos restaurantes, que han vuelto a mirar a la cocina tradicional, en este sentido.

calabacines

La cocina de las sobras ofrece varias ideas para ahorrar dinero en la compra y sacar rendimiento a los llamados «desperdicios».

La revista Consumer publica algunos de estos ejemplos de «segundas vidas» de frutas y verduras, de las que muchas veces se tiran partes que se pueden aprovechar:

Peladura de los calabacines. Bien lavada, se corta en finas tiras que se saltean con un poco de ajo, aceite de oliva y sal para acompañar y decorar platos de pescado. También se puede mezclarlas en un salteado o degustarlas en crudo, como guarnición de una vinagreta con verduras y unos trocitos de manzana.

Tallos de acelgas y espinacas (la parte más gruesa de las coles) se pueden lavar bien y cocer en agua hirviendo en una cazuela con sal y unas gotas de limón para que no ennegrezcan durante la cocción. Después, refrescamos en agua con hielo y aliñamos con aceite de oliva, sal y unas escamas de pimentón, como entrante o acompañamiento de ensaladas.

Cáscaras de cítricos, bien lavadas, son muy útiles para caramelizar, deshidratar y aromatizar azúcar, o también para añadir notas de sabor y aroma a un aceite de oliva o un vinagre suave de vino.

El corazón de la piña, que en crudo es leñoso, cuando se cocina en finas rodajas adquiere una textura más blanda y más jugosa. Sirve para acompañar ensaladas agridulces o elaborar platos de pasta y de arroz.

Peladuras de la patata nueva, limpias de restos de tierra, se pueden freír en abundante aceite caliente, para obtener unas originales patatas chips.

Me parecen unas ideas estupendas.

8 comentarios

  1. Definitivamente nos hemos vuelto locos.

    Tendencia? Ahora todo lo que se ha hecho durante toda la vida nos dedicamos a etiquetarlo a ponerle un nombre y si puede ser ingles mucho mejor porque para los «hipsters» suena mejor.

    Una foto a ti mismo ya no es una foto es un «selfie».
    Intentar economizar algo tan importante como la comida ahora es una tendencia…. y próximamente no nos sorprendamos si se le «bautiza» con un nombre……y como ya he dicho en ingles que parece que suena mucho mejor.

    07 julio 2014 | 09:15

  2. Dice ser ratina

    Vamos… que unas cascaras van a quitarnos el hambre. Si sirven de acompañamiento como mucho! y las chips muy nutritivas no son. Dieta de pobres que intentan vendernos como tendencia.

    07 julio 2014 | 10:26

  3. Dice ser maria

    Pues los ejemplos que has puesto no me parecen mas que perdidas de tiempo.
    El utilizar la comida que sobra de toda la vida siempre a sido coger la carne del cocido de ayer y hacer croquetas y similares apaños.

    07 julio 2014 | 11:47

  4. Dice ser Sicoloco Del Castin De Foolyou

    Tendencia a la miseria.

    07 julio 2014 | 13:29

  5. Dice ser rg

    Dice ser Sicoloco Del Castin De Foolyou

    Tendencia a la miseria.

    +10 jajajajaja!!! eso es ser muy agudo; me has recordado a Jose Luis Coll. Directo y claro.

    07 julio 2014 | 14:51

  6. «Miraba hacia el puerto; las luces del «Melillero» adornaban la noche, mientras engullía mercancías y personas con dirección a África. Absorto y envuelto en la tibia humedad de esta ciudad, soñaba con ser algún día uno de sus viajeros.
    En eso pensaba cuando un sonido de ruedas metálicas y de alambres sueltos, asaltaron mi espalda. Un ejército de niños y niñas, de mujeres y hombres, conducían por las aceras carritos de la compra, de esos de las grandes superficies. Algunos de ellos iban adornados con la bandera del equipo de fútbol de la ciudad, y con muñecas amarradas con cuerdas en el mismo lugar que de pequeñas solía sentar a mis hijas.

    Era una comitiva de más de veinte personas; los niños, con sus juegos infantiles subían y bajaban de los carritos emulando las » pelis de cowboys», (esta ciudad es de cine). Mi curiosidad me llevó a seguirles, a observar sus chanzas, a escuchar sus voces.

    De pronto, al final de la Rambla, se detuvieron. No fueron los primeros en llegar al lugar; otros ya habían tomado posiciones entorno a los contenedores de basura: – ¡Papá, papá…Yaya, ya vienen!, gritó uno de los zagalones.

    Me resistía a creer lo que estaba viendo. Una rabia de siglos me apretaba la boca del estómago…¡Mal nacidos, corruptos, asesinos…maldita España!.

    Varios hombres, con una carretilla cargadora, venían desde un supermercado cercano a tirar los desperdicios del día.

    Durante varias noches acompañé a aquellas personas. Incluso uno de ellos, no sé si por justificase, o por solidaridad, me ofreció un yogur: – ¡toma, está bueno! ,me dijo.

    Lo que ví, no era un programa de televisión; las escenas que contemplé significaban un salto cuantitativo en el reparto de la miseria.

    Pero no se preocupen ustedes, los que aún no tienen que recurrir a los comedores de basura; cualquier viernes de éstos, para acabar con el problema del hambre, el consejo de ministros firmará un decreto ley prohibiendo rebuscar comida en los contenedores.

    Bueno, eso fue lo que vi y así lo he contado, y mientras lo escribía recordaba aquella canción de los primeros años de la Transición que decía:

    Cuando querrá el dios del cielo

    que la tortilla se vuelva,

    que la tortilla se vuelva.

    Que los pobres coman pan,

    y los ricos……»

    un artículo de Marcos G.Sedano
    19-12-2013

    07 julio 2014 | 19:07

  7. Dice ser Carmela

    A veces hago platos con la intencion de que me queden «sobras» para crear platos nuevos.
    No sabia yo que cocino » Tendencia».

    Las pencas de las acelgas estan menos malas cocidas, rebozadas en huevo y harina y fritas.

    07 julio 2014 | 19:55

  8. Dice ser Antonio Larrosa

    Para aprender a usar los restos de comida hay que pnerse en contacto con los chinos.

    Clica sobre mi nombre

    07 julio 2014 | 19:56

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