He visto algunos de los castings del nuevo concurso musical para nuevos talentos inmigrantes que TVE planea emitir en breve. Los castings son a diario en La2 por la noche, aunque el programa será en La Primera, en horario estelar.
Y no sé qué pensar de su mezcla de paternalismo colonialista -como dijo Víctor Amela en su columna de La Vanguardia, parece como si los productores hubieran pensado «vamos a ver qué saben hacer estos negritos…» y de su reinterpretación buenrollista del fenómeno OT. Y menos aún en una televisión pública. No me suena a integración, sino a caridad. No me parece multiculturalidad, sino exotismo malentendido.
Aunque por otro lado, y gracias a una conversación que tuve el sábado pasado en plena efervescencia alcohólica con alguien que trabaja en TVE, sé que hay buenas intenciones. Que la gente de Endemol -la productora- entiende que los inmigrantes estarían en inferioridad de condiciones en un OT mixto, puesto que sus familias y amigos no podrían llamar desde el extranjero para darles el voto (si bien, esta teoría queda desmontada tras el éxito de Walter en la primera edición de Factor X). Y que la posibilidad de escuchar otras lenguas, otros sonidos y otros ritmos alejados de la bisbalidad convencional está muy bien. Aunque me temo que, una vez se ponga en marcha el concurso, los responsables van a intentar que los concursantes se ciñan a un repertorio de éxitos de pop internacional, de canciones reconocibles que interesen a la audiencia.
Sobre lo que no tengo dudas es sobre el jurado. Me gusta. Alejo Stivel, José Ramón Flórez y Fernando Montesinos se comportan como caballeros con los aspirantes y evitan humillarlos, tal y como últimamente hemos visto hacer al resto de jueces de realities.
De todos modos, sigo sin saber qué pienso de la idea del programa. Supongo que tendré que esperar a que se estrene. Mientras, veo los castings. En la tele y en YouTube.