Aquí estoy, una vez más siguiendo mi línea bipolar para deciros que si ayer aseguraba que TELE = CACA, hoy me confieso súper diva (y ahora vendrá la típica mema a decirme que «se dice fan»… alucina pantorrilla) de HEREDEROS. Esa gran serie de TVE1.
Qué maravilla. Qué buenas vajillas, qué cristalerías, qué mesas tan bien puestas y qué buenos bolsos lleva Carmen Orozco (Concha Velasco): Loewe, Hermés. Ya solo por eso, la serie merecería mi devoción. Pero es que, encima, hay mucho más: toreros maricas, una peluquera yerma, un expresidiario cocinillas, un apoderado chuleado por una rusa y su delincuente, amoríos declassé, un bebé secuestrado (que no estaba muerta, que estaba de parranda), y hasta una Goyanes torturada con métodos propios de una dictadura militar (franquista, sin ir más lejos). Qué maravilla, HEREDEROS: una ex yonqui que hereda un banco en un paraíso fiscal y se arruina, su marido pichabrava, una joven moribunda y hasta una fábrica de armas químicas. La hostia.
Y como gran matriarca protagonista, una enorme Concha Velasco con la voz más grave que nunca, dale que te pego al whisky en copa de balón y con grandes frases tales como
A esta familia no la separa ni Dios
o
¿Tortura? ¡Que exageración!
(Esta última dicha mientras un señor electrocutaba un poco a una señora en un sótano por órdenes de la Velasco. Qué gozada).
Y todo ello, producido por la mismísima Ana Rosa Quintana. No se puede pedir más.
HE-RE-DE-ROS-RA-RA-RA