La televisión ha creado un mundo esquizofrénico en el que entre el individuo y lo global no hay nada. Alain Touraine

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‘Tú sí que vales’ en Telecinco

¿Y si al rollo este tan de moda de los castings le sumamos un jurado con tirón -una ex juez y un ex profesor de OT y al mismísimo Sardá-, le ponemos algunas gotas del espíritu de ‘El Semáforo‘ de Chicho Ibáñez Serrador (un programa genial que se anticipó a la televisión actual) y un punto de espectáculo de variedades? Pues arrasamos seguro.

Eso debieron de pensar los popes de Gestmusic antes de decidirse a perpetrar su último engendro televisivo, que anoche estrenó Telecinco. Un batiburrillo de freaks que parecían estar opositando para la plantilla fija de ‘Crónicas Marcianas‘. Un despropósito, no sólo a nuestros ojos, sino también a los del editor de la cosa, que a medida que avanzaban las actuaciones iba cortando más y más, hasta dejar convertido el programa en una especie de avance de lo que podría ser y, afortunadamente, nunca veremos.

Afortunadamente para nosotros, aunque supongo que no para la danzarina del vientre, el mago o el bailarín de gimjazz que anoche habrían convocado a su familia y amigos frente al televisor para disfrutar de sus escasos minutos de fama y se vieron convertidos en un plano de transición.

Aburrido, largo, previsible y malo. Y es sólo la primera entrega. Por lo que parece queda otro casting más, previo a la Gran Final. Que promete estremecernos. ¿El premio para el ganador? Treintamil euros y dos actuaciones en sendos programas de Telecinco¿dígame?

Aunque eso sí, el programa tuvo algo muy bueno: ninguno de los concursantes aseguró ante la cámara haber sido víctima de los atentados del 11-M. Será porque estaban todos en Cuatro, en el casting de ‘Fama‘…

Fama ¡A BAILAR!

Ayer, día de Navidad, Cuatro estrenó nuevo programa de castings de baile. El clásico programa que no podríamos entender de no haber sido porque la televisión lleva enseñándonos varios años a disfrutar de los castings (desde las últimas ediciones de OT) y del baile televisado (¡Mira quién baila! – tu puta madre).

Y qué mejor que el día de Navidad para el estreno, cuando aún conservamos fresco el recuerdo de la tía Encarnita marcándose un pasodoble en la cena de Nochebuena y el del nuevo novio de la prima Paqui, que este año vino por primera vez a cenar con la familia y al que todos miramos de arriba abajo, interrogamos con malicia y juzgamos sin piedad en un par de viajes a la cocina en busca de la bandeja de las peladillas y el turrón. Toma ya casting.

Ya. Ya sé que no debería comparar una cena de Nochebuena en familia con un gran formato de entretenimiento como Fama ¡A BAILAR!. Es cierto. La cena es más divertida, acude más gente bastante mejor vestida (a excepción de la tía Cuca, que este año decidió que los leggins también podían ser para ella, aunque llevarlos le costara una rebelión de las varices, un par de trombosis y la amputación de ambas piernas) y se dicen bastantes menos tonterías:

Mi vida es el baile

(Pues tu vida es una mierda)

Mi sueño es bailar

(Anda y cambia de sueño)

Ayer empezaron los castings de Fama, y hasta el 6 de enero los tendremos en nuestras pantallas. Con la inestimable colaboración de profesores tan inquietantes como Rafa Méndez, el fabuloso hombre mutante. Que pasa de protagonista de portada de novela de Danielle Steele (que te manda besos, por cierto, Ana Rosa), aunque con el torso cubierto, a doble de cuerpo de cualquiera de las actrices de Showgirls en cuanto se levanta de la mesa del jurado y se pone a bailar. Qué barbaridad.

Hasta el día de Reyes tendremos castings. Un par de semanitas para enterarnos de si al final eligen a la muchacha que llegó del pueblo a Madrid y fue acogida por una familia de tres miembros, de los cuales dos han muerto y una está en coma. O el chico víctima de los atentados del 11-M. Sí, amigos. Ese es el nivelón emocional del asunto.

Fama ¡A BAILARRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR!