La televisión ha creado un mundo esquizofrénico en el que entre el individuo y lo global no hay nada. Alain Touraine

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»Entre fantasmas», una de miedo… pero poco

INTERIOR NOCHE. La mujer que susurra a los fantasmas viste algo escotado y ceñido que permite a los espectadores apreciar su magnífico busto.

Su esposo – que además de un santo varón, está buenorro – le acerca una copa de vino, se sienta junto a ella en el sofá, y brindan.

Ella, Melinda, además de un admirable par de tetas, tiene un marido maravilloso. Que entiende perfectamente que la muchacha tenga que salir de casa a las tantas para encontrarse con fiambres que pretenden darle la chapa con sus asuntos pendientes.

[Si esta fuera una serie española, el marido no sabría nada de las aptitudes sobrenaturales de su moza, sino que sospecharía que se ve con otros – pero vivos – o que se dedica a la prostitución callejera.]

La pareja se va a la cama – la protagonista luce un sugerente picardías semitransparente – y entonces se aparece el primer muerto. Puede ser en sueños o en la puerta del baño, lo mismo da.

INTERIOR DÍA. Melinda y su socia – la negra topmodel, si es la primera temporada o la blanca gordita divina si es la segunda – charlan y organizan algunas de las piezas del anticuario que regentan.

El muerto vuelve y Melinda se queda tiesa como una vela. La socia le pregunta qué le pasa, porque tiene cara de »haber visto un fantasma».

[Los espectadores no lo saben, pero las socias de Melinda aprovechan esos momentos para sisarle de la caja.]

INTERIOR-EXTERIOR NOCHE. Da igual. La cosa es que es de noche, el sitio da un mal rollo que te cagas, y allá va Melinda, a buscar al muerto para que le cuente por qué coño no ha cruzado al otro lado. Porque al precio que está la luz, cuando se enciende hay que ir hacia ella y no quedarse haciendo el moñas entre vivos.

El muerto SIEMPRE conoce a alguien del pueblo – los espectadores no lo saben, pero ese pueblo de mierda da para mucho – con el que tiene que ajustar las cuentes antes de ir hacia la luz [y apagarla de una puta vez].

Lo malo es que a veces los muertos no se acuerdan muy bien de si se han quedado para ayudar o para joderle la vida al superviviente. Y ahí entra Melinda. Que habla con los muertos, con los vivos, celestinea y acaba arreglándolo todo. Por fin.

INTERIOR NOCHE. MI CASA. Mi novio y yo nos quedamos dormidos SIEMPRE con esta serie. Al principio, con las primeras apariciones de cada episodio, nos da susto. Pero después, cuando »todo es tan hermoso» – que diría Letizia – nos entra sueño. Mogollón – que también diría Letizia.

Lo que no entiendo es por qué esta serie tiene tanto éxito en los EEUU, si esta no es una serie de primetime, sino una serie de siesta de sábado o domingo.

A mí de la serie – en serio – lo que más miedo me da es la tipografía del título en español que le han plantado en la cabecera. Todo tan bonito, tan sofisticado, y ZAS, en Arial Bold Blanca, »ENTRE FANTASMAS». AAAAAAAGGGGGGGGH.