La televisión ha creado un mundo esquizofrénico en el que entre el individuo y lo global no hay nada. Alain Touraine

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Cuando la TV sale por la puerta, las marcas entran por la ventana

Ha sido esta tarde, mientras veía ‘Nada por aquí‘ en Cuatro – un programa de magia que no me interesa nada, porque para mí la magia televisada no tiene gracia ni credibilidad, porque la magia por TV es de lo más macluhana y hace óptimo el axioma: «el medio es el mensaje». Y la TV transforma el ilusionismo en mentira.

A ver, un momento, que me he ido… YA.

Os decía que esta tarde, mientras veía ‘Nada por aquí‘ en Cuatro, he reparado en algo que no había pensado hasta hoy. Me he dado cuenta de la cantidad de publicidad gratuita que hace la televisión cada vez que saca las cámaras a la calle. Cómo algunas marcas que hacen de sus diseños su identidad – o convierten su logotipo en pieza fundamental – demuestran que no siempre hace falta pagar para salir en la tele.

He aquí el ejemplo:

Nike, Adidas y Converse . Las tres de una sola toma. Y gratis total.

Claro, que la cosa no siempre beneficia a las empresas. Que se lo digan a Dior, que a punto estuvo de salir de mi armario cuando apareció Belén Esteban con un Diorissimo en strass sobre las tetas durante uno de sus memorables enfrentamientos con unos paparazzi

Y es que – como le dijo Kiti Mánver a Carmen Maura frente a una plancha para el pelo en Qué he hecho yo para merecer esto – «lo barato sale caro».

Grandes Personajes TV [I]:
Alexis Carrington Colby

Centro Comercial del China World Trade Center de Pekín, donde las marcas de lujo han decidido tomarse la revancha frente a la enorme oferta de falsificaciones a bajo precio que pueden encontrarse en cualquier tienda de la ciudad. Y las boutiques de Dior, Hermes, Marc Jacobs, Louis Vuitton, … venden sus deseables mercancías a – aproximadamente – el triple de lo que cuestan en sus templos europeos.

Por eso, en Pekín todo el mundo lleva bolsos de plástico. Porque es imposible encontrar un bolso de piel a un precio razonable. Porque las falsificaciones copan el mercado y los públicos – a imagen y semejanza de la estructura social – se polarizan a lo bestia: fakes en plástico para las masas [a cuatro precios diferentes: caro para extranjeros. Barato para extranjeros. Caro para residentes. Barato para residentes] y piezas auténticas para un reducido porcentaje de chinos cada vez más millonarios* que están dispuestos a pagar lo que cuesta lo genuino. Mentiras en plástico, verdades en piel animal. Aunque otro día, si queréis, discutimos qué hay de verdad en un bolso de lujo y qué hay de construcción cultural – de esa mentira llamada ‘imagen de marca’. Pero eso, otro día…

Centro Comercial del World Trade Center de Pekín. Y allí estaba ella. ELLA. La mujer de la fotografía:

Overdressed y ultra-ceñida en un centro comercial un domingo por la tarde. Overdressed to kill y un tanto fuera de lugar. Pero divina. Con ese look tan Alexis-renace-en-Pekín.

Alexis Carrington Colby

Lo mejor de Alexis en ‘Dinastía’ es que ella era una perra, sí, pero una perra sofisticada y divertida. Una perra frente a los buenos, que nunca me lo parecieron tanto – nadie que sea TAN rico como el señor Carrington puede ser TAN bueno, creo yo – y que, además, rechazaron al pobre Steven por gay. Pero mamá Alexis no. Mamá Alexis acogió al bueno de Steven. Será por eso que la seguimos queriendo tanto.

Y porque sabía elegir a los masajistas más macizos. Lucir las pieles como nadie. Fumar como una estrella de los años 40. O ajustarse unos turbantes imposibles.

Y porque fue la primera ‘corporate bitch’.

Por eso, y por las palizas que le metía a la boba de Kristel, de quien después supimos que se negó a besar a Rock Hudson durante el rodaje de un capítulo, porque tenía miedo a contagiarse del sida…

¡MÁTALA, ALEXIS, MÁTALA!

[* OJO, que ‘un reducido porcentaje de chinos cada vez más millonarios’ son un montón de gente… ]