Me gustó, me gustó mucho »Desnudas» de Cuatro el viernes pasado. Me encantó la idea del programa, y sobre todo me encandiló Juanjo Oliva, uno de mis diseñadores favoritos y un tipo adorable, que abraza, acompaña y susurra a las chicas que llegan al programa llenas de complejos para acabar mostrándoles que si eligen bien el tipo de prendas que se ponen y cuidan un poco su pelo, su maquillaje y su actitud pueden ser preciosas. Y lo son.

»Desnudas [Guapas sin cirugía]» de Cuatro es una inteligentísima respuesta a la bazofia de »Cambio radical». En »Desnudas» no hay cirugía ni machaque moral, sino buen gusto, muchísimo cariño, criterio, autoestima y muchísimo respeto – hacia las participantes y hacia los telespectadores.

Reconozco que hubo un par de momentos en el programa que me emocionaron, que me hicieron llorar. Porque era todo tan delicado, tan tierno, tan de verdad aunque fuera televisión, que me reconcilié con la telerrealidad.

Cuatro, tras su descalabro de hace unos años con otro programa que también trataba de darle la vuelta al concepto ‘reality’ [»La casa de cristal»], ha encontrado el formato perfecto. O al menos el perfecto para mi gusto y mi maltrecha sensibilidad.

Y ha descubierto a una nueva estrella televisiva, Juanjo Oliva. Yo lo amo. Y estoy seguro de que si lo veis el próximo viernes por la noche, os va a pasar lo mismo. De verdad.