La televisión ha creado un mundo esquizofrénico en el que entre el individuo y lo global no hay nada. Alain Touraine

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TVísceras, ¿se acerca su final?

Me encanta cuando los niños hacen preguntas a los famosos en Dolce Vita Baby, porque resulta tan obsceno, es tan repugnante, que tal vez sea un síntoma del final del formato. Decía Paul Poiret – el gran modisto francés a quien destronó Coco Chanel – que «todo exceso en materia de moda es signo del final«. Y creo que usar a los niños como entrevistadores o reporteros (como hace otro programa, no recuerdo cuál), es un exceso que está anticipando un final próximo de un estilo de televisión endogámico y falto de imaginación, al que ya se le ven las tripas y que trata de salir de la espiral de falacia en la que anda metido utilizando a los niños como ese «aire fresco» que dicen algunos que son los infantes.

Podría ejercer de gurú y afirmar que los contenidos de chismes y vísceras tienen los días contados en televisión. Y me equivocaría, seguro. Pero lo que sí es cierto – creo – es que las cadenas andan dándoles vueltas y presentando alternativas que van desde los niños cotillas del DVB, al tribunal popular de «Si yo fuera tú…«, o al trabajo de desempolvado de «Hormigas Blancas» (desempolvado y enmierdado, todo en uno, un lavar y marcar hipermoderno) y su tendencia a lo histórico (La cara B de Franco y, si nos descuidamos, en breve, «Isabel la Católica, esa tía guarra«).

Resulta también muy interesante ver cómo en las categorías de los interrogadores/opinadores/tertulianos van desapareciendo algunas y otras regresan. A saber: se esfuman poco a poco los advenedizos, los que tanto juego dieron en las «Crónicas Marcianas» de Sardá y en el recientemente fenecido «A tu lado«. Se han ido los grandes hermanos largones, los mejores amigos y enemigos del famoso de moda y los ex resentidos. Sólo ARQ mantiene en su programa a la cuñadaviuda de LaMahGrandeh, a Belén Esteban y a otros cuantos más. Al menos durante el programa estival…

Desaparecen los grandes hermanos y parientes y regresan con fuerza, como auténticas autoridades, los históricos de la prensa chisme española: Mariñas, Yagüe, Peñafiel,… vuelven a recuperar su sitio después de un tiempo de cierto ostracismo, y son tratados como auténticas eminencias, simplemente porque ellos hacen lo que hicieron toda la vida los periodistas de sociedad: hablar de lo que saben de primera o segunda mano, y no de lo que han escuchado en los lavabos de una discoteca o han leído en las revistas como hacen todos esos «periodistas del corazón» de la nueva hornada, que han hecho buenos a estos históricos que pasaron sus peores momentos cuando empezaron a ser noticia personajes de usar y tirar con los que ellos no tenían ningún contacto… ni ganas.

Algo está pasando en la TV cotilleo. Y yo creo que lo vamos a notar la próxima temporada. Ya veremos…