La televisión ha creado un mundo esquizofrénico en el que entre el individuo y lo global no hay nada. Alain Touraine

Entradas etiquetadas como ‘capturing the friedmans’

La tele caza pedófilos

Leí ayer una noticia en este periódico que me puso los pelos de punta y de bastante mala leche: El ‘show’ caza-pedófilos, en la tele de EEUU. Que me recordó un programa aberrante producido por El Mundo TV y que emitió Telemadrid en Junio del año 2002 – hace 4 años y medio.

Un programa que, al igual que este de la NBC norteamericana, lanzaba el cebo a supuestos pedófilos para después mostrarlos como unos degenerados locos de deseo en la pantalla de nuestros televisores.

Un programa, aquel de Telemadrid, que pretendía poner al descubierto a un pedófilo, y acababa mostrando a un cincuentón inflamado de lujuria engañado por una periodista que se hacía pasar por una chica de 15 años y que jugaba con él y con su deseo (no entro en la cualidad de su deseo: no creo que nadie pueda calificar el deseo, propio o ajeno).

Un asco.

Y no un asco porque la televisión muestre imágenes de adultos que fantasean con menores, no. Un asco porque estoy harto de esta fiebre de criminalización del deseo. Porque DE ACUERDO, EL ABUSO DE MENORES ES HORRIBLE. ES ILEGAL. ES PUNIBLE. DE ACUERDO.

PERO, ¿el deseo es ilegal? ¿es punible?

Porque – POR SUPUESTO – estoy en contra de cualquier abuso, y aún más si es contra niños. Me da igual si es sexual, militar, laboral, o de poder… Pero a veces pienso que cada vez estamos más cerca de una condena pública de los deseos íntimos. De una caza de brujas de la libérrima fantasía humana.

Y las fantasías NO son delito. ¿O acabaremos condenando a los lectores del Marqués de Sade? ¿Al autor de American Psycho? ¿A Nabokov por su Lolita? ¿A Kawabata por La casa de las bellas durmientes..?

¿Al Dúo Dinámico porque quinceañosteníasuamor..?

Una de las peores cosas de la televisión es su capacidad para imponer valores morales absolutos sin permitir la reflexión. Para eliminar matices, discrepancias, sutilezas. Para hacer negrísimos y blanquísimos los grises. Así porque sí. Porque no hay tiempo para escuchar argumentos, ni razones. Porque todo acabará durando lo que dura un spot.

[Todo esto me recuerda muchísimo a un documental maravilloso titulado ‘Capturing the Friedmans’, en el que – entre otras muchas cosas – se cuenta la historia de un profesor y padre de familia al que detuvieron por posesión de pornografía infantil y que, a las pocas semanas, fue denunciado por varios de sus alumnos – menores de edad – por abusos sexuales. Unos abusos que él siempre negó hasta su suicidio en prisión… y que – en mi opinión – nunca ocurrieron. Simplemente, todo el mundo pensó que quien hacía un cesto hacía cientos, que quien era capaz de mirar niños desnudos era capaz de meterles mano. Y la histeria colectiva y el afán de notoriedad hicieron el resto.]

¿Defiendo la pornografía infantil? NO. Pero estoy completamente de acuerdo con los expertos en derecho que afirman que estos programas incitan al delito y contribuyen a la pornografía infantil. Porque, probablemente, lo que hacen es sacar de sus casas a personas que jamás pensaron en ponerle la mano encima a un niño, que se limitaban a regocijarse en sus fantasías… hasta que llegó la trampa de la televisión.