Me despierto hoy lunes y descubro que vivo en una fantasía de difunto escritor de ciencia ficción. Que el mundo que alguien imaginó, hoy me contiene.

Un mundo donde los nombres de los meses del año han sido sustituídos por su inicial (11S, 11M, 11J, 15M,…)

Donde nadie conoce de memoria los números de teléfono de nadie, sino que los archiva en sus propios teléfonos – diminutos y sin cables.

Un mundo en el que los humanos exponemos nuestras vidas ante los demás a través de diarios personales de uso público.

En el que los adjetivos se han convertido en sustantivos tecnológicos: móvil, portátil, fijo…, que también se denominan con siglas, o con letras y números: CD, GPS, DVD, MP3.

Un mundo en que las siglas han alcanzado a instituciones tan tradicionalmente opuestas a la economía del lenguaje como la Real Academia de la Lengua Española, que pasó a llamarse RAE.

Un mundo en el que las ricas herederas se convierten en vedettes (Paris Hilton, CarmenCITA Martínez Bordiú), y las presentadoras de TV en princesas (Letizia Ortiz).

Un mundo tan voraz y tan veloz que en breve entronará como sucesora de Paris Hilton a una nueva rica heredera: Camila Al-Fayed.

He despertado para encontrarme inmerso en una fantasía futurista ajena, de la que no puedo salir; sólo retirarme un poco y escribir sobre ella como si también me fuera ajena a mí.