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“Antes de intentar salvar el mundo, hay que tratar de entender cuál es el problema”

La mejora de la calidad del agua y del saneamiento son pasos esenciales para detener el cólera, una enfermedad que se transmite a través del agua. En Mozambique, donde el actual brote de cólera ya ha matado a 46 personas y ha afectado a más de 6.000, los equipos de MSF están trabajando para tratar de mejorar la situación. Sin embargo, para atajar un problema, la mayoría de las veces se necesita algo más que una buena solución técnica.

 

Desde el pasado enero, los Centros de Tratamiento de Cólera de MSF han recibido 2.578 pacientes La higiene es fundamental para combatir esta epidemia. © Luca Sola/MSF
Desde el pasado enero, los Centros de Tratamiento de Cólera de MSF han recibido 2.578 pacientes La higiene es fundamental para combatir esta epidemia.
© Luca Sola/MSF

Por Solenn Honorine, periodista de MSF

“¿Qué es exactamente lo que quieres? ¿Construir un punto de tratamiento de agua, o que la gente lo use?”, pregunta Eveline.

Las toscas botas de goma que llevamos puestas y nuestros chalecos llenos de polvo tras largas jornadas de trabajo, quizás no sean la vestimenta más apropiada para una “misión diplomática” de estas características, pero más o menos eso es lo que hemos venido a hacer esta mañana: escuchar, hablar, explicar y de convencer a los líderes locales sobre lo que pueden hacer para derrotar al cólera.

En el centro de tratamiento de cólera de Tete la afluencia de pacientes procedentes de Chimadzi, un barrio que está a medio camino entre lo que sería un suburbio de una gran ciudad y un pueblo tirando a grande, ha sido cada vez mayor.  Un brote de cólera se da porque el suministro de agua es insalubre y porque existe falta de higiene y de saneamiento; así que los “chicos watsan” (los especialistas en agua y saneamiento) como Mihail Papageorgiou juegan un papel clave en la respuesta a la emergencia. Él ya sabe lo que necesita instalar en la zona: una unidad de tratamiento de agua que recogerá agua del río, la limpiará, y la pondrá a disposición, de manera gratuita, de 3.000 familias.

“Este sistema de tratamiento de agua centralizado está diseñado para dar una respuesta rápida a una emergencia como esta”. Podríamos haber llegado con 20 chicos y haberlo hecho todo en tres horas; pim, pam; llegar, hacer el trabajo e irnos. Porque este es en realidad el objetivo principal de nuestra respuesta: establecer un sistema de tratamiento que permita a la gente acceder a un agua que no esté contaminada. Y técnicamente no es un asunto que reúna demasiadas complicaciones.

Sin embargo, el verdadero desafío en estos momentos radica en tratar de mejorar la comprensión y el uso correcto de este sistema por parte de la comunidad. Ya puedes estar produciendo todo el agua limpia del mundo, que si la comunidad no confía en estos sistemas o no los utiliza correctamente, el impacto que tendrás en su salud será muy pequeño. Por eso es en este momento cuando los equipos de promoción de la salud juegan un papel clave. “Queremos que la información y la educación que les demos permanezca una vez nos hayamos marchado, y eso lleva más tiempo”, dice. Mientras Mihail y el logista Iain Watermeyer examinan el área donde colocar la bomba de agua, y tratan de detectar dónde está la fuente de agua contaminada, la promotora de salud de MSF, Eveline Cleynen, charla con los líderes locales.

Gabriela, consejera de MSF, del equipo de promoción de la salud, habla con la comunidad en la aldea Degué, para explicar a la población local cómo prevenir el cólera. © Luca Sola/MSF
Gabriela, consejera de MSF, del equipo de promoción de la salud, habla con la comunidad en la aldea Degué, para explicar a la población local cómo prevenir el cólera. © Luca Sola/MSF

Manuel Faquero, el líder local, se compromete a mantener una reunión para hablar las cosas con la comunidad. “Voy a tratar de convencerlos, pero es difícil cambiar los hábitos”, dice. El cólera es una enfermedad que se transmite a través del agua; si tienes cólera es que probablemente has estado bebiendo agua sucia o que no se han respetado sencillas medidas de higiene personal, como lavarse las manos. “Deja de beber agua sucia. Lávate las manos con regularidad”. Suena sencillo, pero conseguir que esto se aplique es lo verdaderamente complicado.

A veces, la única fuente de agua que existe es esa misma que está contaminada. Y hay que tener en cuenta que mucha gente no tiene agua corriente en casa con la que lavarse las manos de una manera frecuente.  Además, hay otros factores que también entran en juego. Y entre todos ellos, podríamos destacar los siguientes: los hábitos establecidos, la falta de información o la desconfianza en el mensajero, ya sean trabajadores de las ONG o personal del gobierno.  Hay una enorme diferencia entre decirle a la gente qué tiene que hacer, y demostrarles que estás dispuesto a tratar de entender la situación.

Es importante probar y beber el agua cuando se instala un sistema de tratamiento. Y tener en cuenta otros aspectos como, por ejemplo, explicar bien por qué hacemos la cloración de un cubo. Estos hechos sirven para demostrar claramente que el cloro que estamos añadiendo no es prejudicial o que éste es la causa del cólera, como a veces se cree.

Bajamos hasta el río Chimadzi que discurre a unos diez metros de distancia de la bomba. Es caudaloso y tiene unos pocos cientos de metros de ancho, pero apenas un pie de profundidad. Las mujeres están limpiando la ropa; los niños saltan y juegan en el cauce completamente desnudos; pasa un carro tirado por burro. El lecho del río tiene marcas donde la gente coge agua: la arena actúa como filtro natural, y el agua allí es cristalina, pero está expuesta a todo tipo de contaminación.

Mikhaelis termina de recoger muestras, y pregunta a la gente qué agua prefieren beber. Las respuestas que recibe hacen que todo empiece a tener sentido: el agua de la bomba es ligeramente salada para ellos; la del río en cambio sabe a… agua. Con razón la población la prefiere, así que es algo a tener en cuenta cuando se termine el centro de tratamiento de agua.

Una vez que los primeros litros de agua tratada empiecen a salir del centro de tratamiento, la pelota estará en el tejado del equipo de promoción de salud y de los líderes locales. Habrá reuniones, habrá preguntas, y se espera que haya un cambio, al menos hasta que el brote termine.

Una de las secuelas de las inundaciones ha sido el cólera. Los pacientes enfermos de cólera reciben tratamiento en Centro de Tratamiento de Cólera  de MSF,  en el distrito de Tete , que es la zona más afectada en el país. © Luca Sola/MSF
Una de las secuelas de las inundaciones ha sido el cólera. Los pacientes enfermos de cólera reciben tratamiento en Centro de Tratamiento de Cólera de MSF, en el distrito de Tete, que es la zona más afectada del país. © Luca Sola/MSF

 

Mi nueva amiga ROSS*

Por Emmett Kearney (Médicos Sin Fronteras, Sudán del Sur)

 

Pasé la mayor parte de mi primera semana en la oficina de Médicos Sin Fronteras delante de mi ordenador, el mismo frente al cual había estado sentado la semana anterior en casa de mis padres, cerca de Chicago, en Estados Unidos. Cinco vuelos después, el escenario había cambiado sensiblemente. Los aeropuertos y los aviones se fueron volviendo cada vez más pequeños, hasta que aterricé en la localidad de Raja, en Sudán del Sur, en un avión monomotor del Programa Mundial de Alimentos.

La pista de aterrizaje, de tierra, se encuentra aproximadamente a una manzana de la oficina de MSF, que a su vez está separada del hospital en el que trabajamos por la distancia equivalente a un campo de fútbol.

Aunque la planificación e investigación que me tiene atado al ordenador es esencial para mi trabajo, siempre que puedo levanto la mirada por encima de la pantalla, alejándome, movido por la curiosidad de saber qué es lo que está sucediendo, y deseoso de “ensuciarme” las manos.

Como técnico de agua y saneamiento, en el hospital soy el responsable de supervisar las cuestiones relacionadas con la calidad y cantidad del suministro de agua, las letrinas y la higiene, así como de llevar a cabo el control vectorial (mosquitos, etc) y la gestión de los residuos procedentes de la atención sanitaria.

La parte técnica debería resultar sencilla: instalar tuberías, cavar zanjas, construir estructuras, sonreír y cortar la cinta. Pero estando en mitad de la nada, las cosas no son lo que uno espera. En este lugar perdido en el mundo, la mayor dificultad con la que nos encontramos es la provisión y abastecimiento de suministros.

El mercado local es un cuadro. En realidad me encanta, pero no encuentro nada que pueda servirme para mi trabajo. Ni siquiera está bien abastecido de comida. ¿Tuberías? Ni una. ¿Grifos? Lo siento, pero no. ¿Cemento? Tal vez, ¿para quién? ¿Cebollas? Sí, pero son caras. Aquí las cebollas son como el oro. Patatas ya ni siquiera se encuentran, pero tenemos un alijo gigante en la cocina. No hay vino… La escasez es genuina.

En el trabajo de gestión de equipos es donde las cosas se vuelven más complejas y difíciles para un técnico de agua y saneamiento. Se trata de formar a las personas, construir para ellas, o incluso muchas veces escucharlas. Como bien es sabido, los seres humanos somos bastante complejos por naturaleza, pero cuando no se comparte el mismo idioma, las mismas raíces culturales, ni se compra en las mismas tiendas, las relaciones pueden volverse mucho más complejas aún. ¿Cómo puedo diseñar letrinas para estas personas cuando llevo en su país menos de una semana? Lo que, por cierto, resulta ser una coincidencia, ya que este país , Sudán del Sur, sólo tenía una semana de vida cuando llegué.

 Por mucho que quisiera creer que mi trabajo es el más importante (que no salga de aquí, pero lo es sin ningún tipo de duda), somos una organización médica, y estoy aquí para apoyar esas actividades. Nuestra doctora argentina, una persona muy enérgica, me ha enseñado el hospital. Edificio por edificio, habitación por habitación, fue indicándome la insuficiencia de puntos de agua, las deficiencias en el sistema de gestión de residuos, los problemas con las estructuras existentes e ideas de cara al futuro.

Hizo todo esto mientras saludaba a hombres y grupos de mujeres y niños con una energía y naturalidad más propias de alguien que se presenta a un cargo público. “Salam aleikum. ¿Tammam?”. “Tammam”, contestaban ellos con una sonrisa. Hizo de todo excepto besar a los niños. Durante la ronda hasta tuvo tiempo de salvar la vida de un bebé: nuestra última parada fue en la sala pediátrica, y justo cuando estábamos terminando, un problema médico con uno de los pacientes requirió su intervención inmediata. Así es más o menos como fue la cosa:

“¿Así que aquí iría un dispensador de agua potable aquí y allí una estación para el lavado de manos?”, digo yo, bizqueando, mientras me ajusto las gafas con el lápiz.

Por encima del hombro, mientras alguien le entrega un bebé que apenas puede respirar, ella me responde: “Lo siento, tengo que conectar este bebé a la máquina de oxígeno, colocarle la vía intravenosa, explicar al personal nacional el tratamiento que debe seguir durante las próximas horas, enviar a alguien rápidamente para que le diga a Wilson que vuelva a encender el generador para así tener la energía suficiente que haga funcionar la máquina, y buscar un traductor que le explique a la madre lo que le estamos haciendo a su hijo”.

«No te preocupes, me quedo por aquí haciendo un pequeño croquis de la sala de pediatría para señalar con puntitos la ubicación de las estaciones de lavado de manos y los dispensadores de agua. ¿Te parece? Estupendo, me quedo aquí entonces.” Por supuesto, lo único que dijo antes de pasar a la acción fue: “Lo siento, Emmeeeett, espérate”.

 Después de pasarme varios días en mi mesa trabajando cuestiones técnicas, examinando las existencias en el almacén e inspeccionando las instalaciones de agua y saneamiento del hospital, me vino bien darme de bruces con esta experiencia médica: me recordó para qué estamos aquí. La visita relámpago que hice con ella fue exactamente lo que necesitaba para conectar las mejoras propuestas en agua y saneamiento, con las personas para quienes lo estoy haciendo y, al mismo, tiempo con cómo debe hacerse.

 De todas maneras, todavía necesito involucrar más al personal nacional –desde médicos hasta personal de la limpieza-, así como a los pacientes, con respecto a la importancia del agua y el saneamiento. Luego tendremos que trabajar para conseguir las piezas que necesitamos…

Eso es todo de momento. De aquí en adelante, intentaré arrojar alguna luz sobre nuestro trabajo y sobre la situación que se vive en este rural, hermoso y hasta ahora tranquilo estado de Bahr el Ghazal Occidental, perteneciente a la recién independizada República de Sudán del Sur (ROSS). ¡Hasta el próximo post!

 

* ROSS: República de Sudán del Sur, por sus siglas en inglés

Emmett Kearney es logista y experto de agua y sanemiento y gestión de residuos. Ha trabajado con diversas organizaciones no gubernamentales, por ejemplo en la frontera entre Myanmar y Tailandia. Su primera misión con MSF se desarrolló en Zambia.

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Foto: Emmett Kearney (© MSF)