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Entradas etiquetadas como ‘unidad de emergencias’

Para no olvidarnos

Por Serene Assir (responsable de prensa en emergencias, Médicos Sin Fronteras)

En el campo de tránsito que se ha abierto en la frontera de Túnez con Libia, la respuesta de la sociedad tunecina y de decenas de organizaciones humanitarias que están proporcionando comida, agua, tiendas, ropa, jabón, asistencia médica, y hasta comunicaciones gratuitas con el extranjero, ha sido impresionantemente eficaz.

Sin embargo, el contexto no deja de ser lo que fundamentalmente es: un campo de tránsito, en el que de día pega el sol, y fuerte, y donde la noche es larga y fría.

La inmensa mayoría de las casi 100.000 personas que han cruzado la frontera de Libia con Túnez durante los últimos días son hombres que migraron desde sus países a Libia en busca de trabajo. Si en un principio la mayoría de las personas que se encontraban en la frontera tunecina eran egipcios, ya parece ser que muchos de ellos han sido repatriados.

Ahora, quedan en el campo de tránsito unas 15.000 personas, aunque todos tenemos muy en cuenta que la situación puede cambiar en cualquier momento. Muchos son bengalíes y de otros países de Asia, aunque también hay personas de Somalia, Sudán, Eritrea, Ghana y otros países subsaharianos.

Pero hoy no quiero hablar de números ni de grandes rasgos. Porque son miles de historias individuales las que llegan a componer el total. Por ello, quiero contaros la historia de un hombre eritreo que conocí ayer. No divulgaré su verdadero nombre, pero llamémosle Mohamed.

Como miles de otras personas que todavía se encuentran en el campo de tránsito, Mohamed no sabe cuándo se irá de Túnez. Pero lo que quizá hace que su incertidumbre sea aún mayor es el hecho de que Mohamed es refugiado. Lo cual quiere decir que no sabe ni cuándo se irá, ni a dónde.

Tras huir de Eritrea, Mohamed pasó a Somalia, de donde también huyó en 2003, para acabar asentado, más o menos en Libia, en 2008. Dice haber pasado por varias cárceles en los últimos años.

En una de ellas, cuenta, pasó dos años. Y cuando le pregunto cómo recuerda aquellos dos años, contesta con la misma dulzura que ha demostrado desde que nos conocimos, pero ahora, con una inyección de dolor añadida. “Viví torturas. Tengo muy malos recuerdos,” dice. Su voz es casi inaudible, pero su sufrimiento es obvio.

Su amigo Khaled, también eritreo, cuenta que, para ellos y para los somalíes, la vida ha sido un infierno durante años. Es como si ya hubieran perdido la esperanza de volver a tener una vida sencilla, normal, en la que puedan disfrutar de sus familias o de un día soleado. Porque se han visto forzados a desplazarse de un país a otro, en busca de una seguridad que Khaled dice que no logran encontrar.

Ellos, como muchos otros en el campo de tránsito, no saben qué les traerá el mañana, ni dónde estarán. Pero si otros tienen por lo menos una representación diplomática a la que acudir para protestar, ellos no tienen ni eso. Yo me pregunto, ¿por dónde podrán empezar?

Mohamed sonríe cuando nos despedimos. Es poco, pero para mi es todo un regalo. Me demuestra que la vida es grande, aún cuando no lo es.

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Foto 1: Voluntario tunecino colaborando en las labores de asistencia a los miles de inmigrantes llegados desde Libia, en el campo de tránsito en el paso fronterizo de Ras Ajdir, Túnez (© Serene Assir).

Foto 2: Vista del  campo de tránsito (© Serene Assir).

Tan lejos, y a la vez tan cerca

Por Serene Assir (responsable de prensa en emergencias, Médicos Sin Fronteras)

Es irónico. Esta es mi primera misión con MSF, y lo único que separa al equipo de emergencias posicionado aquí en Túnez de cumplir con su objetivo principal es precisamente una frontera. Estamos bloqueados, ya que no se nos permite la entrada a la zona occidental de Libia.

Seguimos trabajando. No porque no podamos entrar vamos a quedarnos parados. De hecho el ritmo de actividad del equipo causa vértigo. Y es normal: al fin y al cabo, estamos situados muy cerca de la frontera por la que queremos entrar, y también muy cerca del punto de entrada de un flujo masivo de refugiados que han huido de Libia durante los últimos días. Esa realidad te fuerza a trabajar, y apasionadamente. Es la única manera de sobrellevar el presente.

Han entrado en Túnez, a través de la frontera en Ras Ajdir, unas 100.000 personas. Casi todos son hombres migrantes, que habían viajado a Libia desde Egipto, Bangladesh, Vietnam, Somalia, Ghana, Marruecos y varios otros países de Asia y África para buscarse la vida. Hace unas semanas, nadie –ni ellos mismos, seguramente– habría imaginado que acabarían huyendo. Ya no para ganarse la vida, sino para salvársela.

Mientras tanto, sigo las noticias al detalle, y en parte la semblanza de saber algo de lo que están viviendo los libios me ayuda a mantener el enfoque. Las condiciones de vida aquí en Túnez no son buenas para los miles de personas que han cruzado la frontera. La incertidumbre y la tristeza cuelgan en el aire como buitres, sobre todo para aquellos que no tienen representación diplomática en Túnez, como los somalíes o los bengalíes.

Pero dentro de Libia, por lo relativamente poco que sabemos a través de los medios de comunicación y a través de algunos contactos de Médicos Sin Fronteras con médicos libios, ahí es donde tiene que doler estar vivo. Espero que la próxima entrada la escriba desde ahí. Porque ahora lo único que tengo son imaginaciones. Por mi parte, espero romper esa barrera, y entrar en la realidad.

Seguimos en contacto.

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Fotos: Miles de personas esperan a ser repatriadas a sus países de origen en Ras Ajdir, Túnez, en la frontera con Libia. Trabajadores inmigrantes, muchos de ellos son originarios de Bangladesh (© Serene Assir/MSF)

Partiendo desde cero

Por Serene Assir (responsable de prensa en emergencias, Médicos Sin Fronteras)

Tengo la gran suerte de haber empezado a trabajar hace pocas semanas con Médicos Sin Fronteras. Para aclarar cualquier duda, no soy médico ni enfermera, aunque indudablemente me iré cruzando con personal sanitario expatriado del más alto calibre a lo largo de los próximos meses. También con logistas, administradores, técnicos de laboratorio, sensibilizadores…

Formo parte del equipo de comunicación, y aunque tendré la oportunidad de dar apoyo a varios proyectos ya existentes en África, Oriente Medio, Asia y las Américas, la mayor parte de mi tiempo la dedicaré a apoyar a la Unidad de Emergencias de MSF. Será fruto de mi visión personal, pero la idea de apoyar a personas que se desplazan al instante cuando estalla un conflicto, una crisis de desplazamiento, un desastre natural, un brote epidémico o cualquier otra circunstancia que se pueda describir como emergencia médico-humanitaria, me enorgullece a la vez que me da respeto.

Y aunque ya llevo un tiempo trabajando en comunicación y a menudo en contextos difíciles, estoy convencida de que estoy a punto de emprender el viaje más intenso de mi vida. No sólo porque los equipos de MSF se han ganado la reputación de prestar ayuda humanitaria cuando las poblaciones más vulnerables la necesitan más urgentemente, como por ejemplo en el caso de Haití, sino también porque veo que este año me va a poner al límite a mí como persona…

Imagino que este año me veré cara a cara con esa finísima línea entre la vida y la muerte a la que los médicos están tan acostumbrados, o por lo menos bastante más acostumbrados que yo. Imagino también que tendré muchísimas historias que contar, pero sólo un tiempo limitado en el que contarlas.

Me veo conociendo, aunque sea momentáneamente, a personas con enorme valor que afrontan con incongruente elegancia realidades trágicas en sus entornos habituales. Y aunque mi trabajo me permita el lujo de exponerme y vivir las mismas condiciones, y no tenga que limitarme a depender de los reportajes de otros para saber qué está pasando más allá de las fronteras de mi propia vida, mi puesto también me garantiza el lujo de poder regresar a mi vida en España.

Eso sí, procuraré volver cambiada. Espero que, al regresar de cada uno de mis destinos, sea en África, Oriente Medio, o más allá, seré una persona un poco más fuerte, y a la vez más sensible ante la realidad de un mundo que, para bien o para mal, todos compartimos.

Os mantendré informados a medida que mis tareas me lo permitan. Por ahora, os envío un saludo a los lectores de este blog en 20 Minutos, ¡y deseadme fuerza!

(Continuará… desde la frontera entre Libia y Túnez)

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Foto: El trabajo con los medios de comunicación, el darles a conocer la situación en la que se encuentran las poblaciones a las que MSF presta su asistencia, ocupará gran parte de mi día a día en terreno (© Ivan Gayton/MSF)