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Saré Yoba, un pueblo para los niños

Lara Aparicio, storyteller en UNICEF Comité Español

Eran casi las seis de la tarde. El calor abrasador del sur de Senegal parecía dispuesto a darnos un respiro, justo a tiempo para nuestra última visita del día: el pueblo de Saré Yoba.

Un grupo de niños esperaba para recibirnos con dos cuencos de mijo, el cereal por excelencia en esta zona y, además, símbolo de bienvenida. Algunos nos miraban con los ojos como platos, otros se escondían detrás de los árboles, tímidos al principio, aunque no tardarían en acercarse al grupo de extraños y llamar nuestra atención al grito de “¡tubab, tubab!”, una forma cariñosa de referirse a los hombres y mujeres de piel blanca en la lengua local.

Saré Yoba, un pueblo para los niños

Mijo de bienvenida. © Lara Aparicio / UNICEF

Senegal, mi primer viaje a terreno desde que trabajo en UNICEF. Cada minuto que pasaba era más sorprendente que el anterior. Tanto que, cuando llegué a España, no sabía por dónde empezar a hablar de todo lo que había visto y de las personas increíbles que había conocido. Saré Yoba es el ejemplo perfecto para intentar explicarlo con palabras. Además, fue ahí donde conocí a Suleimán.

Estábamos sentados bajo un enorme árbol, escuchando las palabras de agradecimiento del alcalde del pueblo, un hombre muy comprometido con los derechos de los niños de su comunidad, cuando Suleimán se me acercó gateando. Hacía mucho tiempo que no veía a un niño tan despierto. Atraído por los colores y las formas de la cámara que llevaba conmigo, el pequeño intentaba cogerla. ¡Le faltó poco para hacerme él las fotos!

Saré Yoba, un pueblo para los niños

Suleimán. © Lara Aparicio / UNICEF

Como nos explicaron el alcalde y las autoridades de este pequeño pueblo de la región de Kolda, aquí se trabaja la protección de los derechos de los niños de forma integral. Con el apoyo de nuestra oficina regional, los niños de Saré Yoba tienen a su alcance una red de servicios que, haciendo virguerías con los escasos recursos disponibles, intentan cubrir las esferas esenciales para su desarrollo.

Gracias a ello, en un par de años, Suleimán podrá ir a la clase de preescolar del colegio que se encuentra en el mismo pueblo. Pero no solo eso, en el centro se han construido dos edificios de letrinas que evitarán que Suleimán contraiga enfermedades muy peligrosas como el cólera, que se transmite por las aguas fecales descontroladas. Además, es habitual que se instalen bombas de agua en los colegios para acercar el agua potable a los niños pero, en esta escuela de Saré Yoba, la bomba estaba estropeada, esperando una reparación que depende de la llegada de nuevos fondos.

En nuestra visita también conocimos el centro de salud que da servicio al pueblo y sus alrededores. La enfermera encargada del centro y el resto de trabajadores nos explicaron detalladamente cuáles eran sus funciones. Parecía increíble que solo en ese edificio atendiesen partos, tratasen casos de desnutrición, pusiesen vacunas, pasasen consulta y distribuyesen medicamentos.

Saré Yoba, un pueblo para los niños

Niños del pueblo de Saré Yoba. © Lara Aparicio / UNICEF

En centros de salud y escuelas, se trabaja para identificar a los niños que no han sido registrados al nacer. Por ejemplo, cuando a Suleimán le llegue la hora de presentarse a su primer examen oficial, no podrá hacerlo si sus padres no informaron de su nacimiento en el ayuntamiento, por lo que sus profesores tendrán que asegurarse de que esté inscrito correctamente. Algo similar ocurre en los centros de salud, donde se acompaña a todas las madres que dan a luz ahí a que inscriban a sus bebés en el registro.

Un 45 % de los niños de Senegal no son registrados al nacer. Un niño sin registrar es un niño invisible y, por lo tanto, sin ningún tipo de derechos. Por ello, nuestros compañeros trabajan sin descanso para formar a las autoridades de Saré Yoba y de otras localidades sobre la importancia de este sencillo gesto en el futuro de sus niños.

No tuve ocasión de preguntar si Suleimán había sido registrado. Tampoco pude pasar más tiempo jugando con aquel niño tan risueño del que siempre me voy a acordar. Lo que sí sé es que Suleimán está en buenas manos, las de los compañeros de la oficina de Senegal, que han conseguido sensibilizar y formar a las autoridades de Saré Yoba que han hecho del pueblo, un pueblo para sus niños.