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Haití: destilando información

Por Amos Hercz (Haití, MSF)

Después de mi último post, dejé el valle de Artibonite para seguir trabajando en la respuesta al cólera en el sureste de Haití. Se tarda horas en llegar a Anse-A-Pitre por polvorientas carreteras de montaña apenas transitables. Aunque en general los casos de cólera están disminuyendo, en comunidades rurales o apartadas como esta sigue habiendo brotes.

Estamos intentando elaborar un mapa de las instalaciones en las que se proporciona tratamiento, y una lista de contactos que nos ayuden a hacer el seguimiento de las actividades contra el cólera: esperamos ver más casos en la próxima estación de lluvias, y nuestra capacidad de reacción inmediata dependerá de lo fiable de este seguimiento y de nuestra capacidad de alerta temprana.

Nuestra investigación se basa, sobre todo, en hablar con personas de la zona y con los líderes locales. A partir de ahí, destilamos la información útil. ¿Los pacientes enfermos de los que nos hablan presentan síntomas de cólera, o de alguna otra enfermedad? ¿Están enfermos ahora mismo, o lo estaban, y el brote ya ha pasado? ¿Si en verdad están enfermos ahora, podemos verles?

Muchas personas ocultan que tienen diarrea por miedo a que les sea diagnosticado el cólera, ya que la enfermedad está muy estigmatizada. Incluso se oculta la causa de las muertes. La gente teme no poder oficiar un funeral apropiado, o ser rechazada por sus vecinos.

Circulan rumores de todo tipo. Con una tasa de alfabetización de apenas 62% y pocos medios de comunicación, la sociedad haitiana tiene un vínculo muy fuerte con la tradición oral. Las noticias locales y los rumores pueden ser una mezcla de medias verdades y mentiras absolutas que circulan de boca en boca o por mensajes de texto. Difundir información básica sobre salud es todo un desafío.

Hemos invertido mucho tiempo en la formación de médicos y enfermeros locales para que puedan atender casos de cólera. No dejamos de ser unos extranjeros aquí, así que luchamos una dura batalla. Sin embargo, la reputación de MSF entre los haitianos es muy buena, y eso ayuda.

Una de mis responsabilidades principales es difundir una cultura médica que en los países ricos damos por sentada. Pero una cosa es lo que dicen los libros de texto, y otra es llevarlo a la práctica. Aprendemos a identificar cuándo se puede desestimar algo que a priori parece preocupante, y cuándo dar la señal de alarma. En Haití, la cultura de la salud está tan fracturada como los edificios de Puerto Príncipe. Por eso construimos también capacidad humana.

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Foto superior: Centro de Tratamiento del Cólera de Tabarre, sala pediátrica (© Aurelie Baumel/MSF).

Foto inferior: Pacientes de cólera y sus familiares son rociados con solución de cloro, CTC de Tabarre (© Aurelie Baumel/MSF).

De Saint-Marc a Dessalines

Por Amos Hercz (Haití, MSF) 

Me llamo Amos Hercz. Son médico, canadiense, y estoy trabajando con Médicos Sin Fronteras en la epidemia de cólera de Haití.

No pude conciliar el sueño la noche antes de salir con MSF en mi primera misión en terreno. Y creo que no conozco aún a nadie que lo haya conseguido. Esto es una audacia total… el turismo es una cosa, pero “insertarte” en la vida, la enfermedad y la desgracia de otro es muy diferente. Me moría de los nervios.

Llegué a Haití el pasado 15 de noviembre. Me enviaron a Dessalines, en el valle de Artibonite, donde comenzó la epidemia de cólera.

De camino a Dessalines, paramos en Saint-Marc. El Centro de Tratamiento del Cólera (CTC) que MSF había montado allí había salido en las noticias, ya que se produjo una manifestación de gente que no quería tener uno de estos centros en su barrio. Hay mucho estigma rodeando al cólera en Haití.

Cuando llego a Saint-Marc, el CTC está desbordado de enfermos. Un verdadero ejército de médicos y enfermeros se abren camino entre ellos, yendo de un lado a otro sin apenas espacio para moverse. Según pasamos por la zona pediátrica, una niña deja de responder y muere a pesar de los esfuerzos de reanimación. Estoy arrinconado en el espacio abarrotado. En la cama de al lado a otro niño le pasa lo mismo, pero esta vez consiguen reanimarle. Volvemos a los coches y seguimos camino. Tengo un nudo en el estómago.

Al llegar a Dessalines, paso al CTC. Entramos a través del punto de limpieza de manos y calzado: rocían solución de cloro sobre mis zapatos. Personal cargado con tanques de cloro a la espalda anda a diestro y siniestro desinfectando bancos y las zonas del suelo manchadas con fluidos corporales. En Saint-Marc, me había atrapado el olor. Olía… como en una piscina. El cólera no huele, lo único que huele es el cloro. Es un pequeño alivio para los enfermos.

Los pacientes severos tienen un aspecto terrible. Tienen los ojos hundidos debido a la deshidratación, están en silencio, apáticos. No he visto fotos de personas en este estado en la prensa. Creo que los periodistas no se sienten bien fotografiando a personas en este estado, lo cual me parece bien.

MSF llegó a Dessalines el 8 de noviembre. Llegan unos 200 casos de cólera al día. De forma provisional, empezaron a tratar a los pacientes en el patio del hospital local. Se impedía entrar en el hospital a cualquier persona con síntomas de cólera, con el fin de evitar contagios entre los demás pacientes. Pero el patio no es un sitio ideal, es pequeño, irregular, y las diferentes “salas” de nuestro CTC invaden hasta el último rincón. Incluso algunas de las camas son difíciles de alcanzar con comodidad.

Todo el mundo pasa por el “triage”, y es mantenido en observación durante un par de horas, durante las cuales podemos evaluar la gravedad del caso. Quienes responden bien a la rehidratación oral y son capaces de hacerlo por sí mismos, son mantenidos aparte del resto. Quienes están más graves son hospitalizados para dispensarles suero por vía intravenosa, y les instalamos donde podemos, en una cama, una camilla, un banco… y al fondo está la morgue, porque el cólera puede ser mortal.

A veces vienen padres con hijos que acaban de fallecer. Desgraciadamente, la mala gestión de los cadáveres puede contribuir también a la propagación del cólera, así que los desinfectamos con solución de cloro antes de devolverlos a sus familias para el entierro.

(Continuará)

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Fotos: Centro de Tratamiento del Cólera de MSF en Dessalines, Haití (© Amos Hercz)