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Cumpliendo 5 años con Sudán del Sur

Hoy, 9 de julio, Sudán del Sur cumple cinco años, del mismo modo que decenas de miles de niños en el país solo han conocido la violencia, el miedo y la convulsión a lo largo de la mayor parte de su vida.

Después de más de dos años de guerra civil, ¿cómo se vive siendo niño en Sudán del Sur hoy? Aproximadamente un millón de niños se han visto forzados a huir de sus hogares por culpa de la violencia; más de 400.000 han dejado el colegio debido a las luchas y más de un tercio de todos los niños sufren desnutrición. Estas son las historias de 5 niños que cumplen 5 años en Sudán del Sur.

 

©UNICEF/UNI203954/Everett. Gatchang Moet, 5 años, Bentiu. En el Centro de Protección de Civiles de Bentiu.

©UNICEF/UNI203954/Everett. Gatchang Moet, 5 años, Bentiu. En el Centro de Protección de Civiles de Bentiu.

“Quiero ser piloto de aviones”. Gatchang responde sin pensarlo dos veces, de pie en el centro de la habitación que comparte con otros ocho miembros de su familia.

Gatchang, nos cuenta su abuelo, nació en un día particularmente cálido. No pueden recordar un momento sin conflicto. Cuando Gatchang cumplió apenas dos años, su ciudad quedó destruida prácticamente por completo con el estallido de la guerra civil. Su familia huyó para estar a salvo a un campo de protección de civiles controlado por la ONU. Ha pasado la mayoría de su vida dentro de este espacio de mucha seguridad.

 

©UNICEF/UNI203958/Everett. Election Lowata, 5 años, viene del pueblo de Lomolo, en un centro de tránsito en Adjumani, Uganda.

©UNICEF/UNI203958/Everett. Election Lowata, 5 años, viene del pueblo de Lomolo, en un centro de tránsito en Adjumani, Uganda.

“¡Nunca! No había estado en un tobogán hasta ahora. Pero me gusta”, dice antes de darse la vuelta para lanzarse otra vez.

Nacida el año en que su país alcanzó la independencia, sus padres la llamaron orgullosamente Elección. Después de dos años de malas cosechas, y un persistente asalto a su ganado por parte de tribus rivales, la familia se quedó sin opciones. Hoy en día, en el año en que su hija y su país cumplen cinco años, Elección y su familia se han visto forzados a atravesar la frontera a su país vecino, Uganda. La mañana después de su llegada, Elección visitó la zona infantil y el aula apoyadas por UNICEF, alzando la mano para responder a las preguntas desde el principio.

“Creo que va a volver todos los días”, dice su padre Kompeo, orgulloso, sonriendo por primera vez en toda la semana.

 

“Un día preguntó a su profesor qué hacían esos aviones en el cielo”, cuenta Florence entre risas cuando escucha a su hija decir que quiere ser piloto. “Su profesor dijo que eran personas que van mucho a la escuela, y en ese momento Susan decidió que quería ser piloto”.

©UNICEF/UNI203956/Everett. Susan Andua, 5 años, en el exterior de la casa de su madre Florence en Nimule, Sudán del Sur.

©UNICEF/UNI203956/Everett.
Susan Andua, 5 años, en el exterior de la casa de su madre Florence en Nimule, Sudán del Sur.

Sólo un 10% de las niñas en Sudán del Sur completa la educación primaria, y la edad media con que se casan en las zonas rurales rara vez supera los 15 años. Resultado de ello: hay más adolescentes que mueren al dar a luz que adolescentes que terminan el instituto.

 

 

 

“Mi madre me ayuda con los botones todos los días, antes de ir a la escuela”, nos cuenta Madadr mientras se levanta para enseñarnos su pequeña chaqueta.

©UNICEF/UNI203953/Everett. Madadr Tuok, 5 años, Bentiu. En la Escuela Primaria Lich, en el Centro de Protección de Civiles de Bentiu.

©UNICEF/UNI203953/Everett.
Madadr Tuok, 5 años, Bentiu. En la Escuela Primaria Lich, en el Centro de Protección de Civiles de Bentiu.

Esta escuela es una de las ocho operadas por UNICEF dentro del Centro de Protección de Civiles de Bentiu. Con una población de 90.000 personas, de las que más del 60% son menores de 18 años, la demanda de educación es acuciante.

Continúa hablando de una lata vacía de aceite “La llevo a la escuela desde casa cada día. Si me siento delante, puedo llegar a ver al profesor”.

 

 

“Mis botas vienen de Jubba”, dice Sabri, orgulloso de saber que sus botas vienen de la capital de Sudán del Sur, una ciudad que nunca ha visto. “Mi madre tiene una hermana allí, que trabaja en el hospital”.

Hadia, de 13 años, es la que gana el pan en la familia de Sabri, de seis personas, incluyendo sus hermanos gemelos de seis meses.

©UNICEF/UNI203955/Everett. Sabri, 5 años, Magwi, desde el exterior de la casa que alquila su madre en Torit, Sudán del Sur.

©UNICEF/UNI203955/Everett.
Sabri, 5 años, Magwi, desde el exterior de la casa que alquila su madre en Torit, Sudán del Sur.

“No hay dinero para la escuela ahora”, dice Rose, la madre de Sabri. “Pero cuando los bebés hayan crecido un poco volveré a trabajar, y Sabri irá al colegio. Quiero que tenga una educación. Puede conseguir lo que quiera, se puede ver que es un buen chico”.

 

 

 

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