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Vivir en Zaatari: la vida de un refugiado sirio mayor

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Por Chris Roles, director de Age International. Coordina las relaciones con HelpAge International y Age Reino Unido y responsable del área de incidencia, fundraising y acción humanitaria.

La actual crisis de Siria ha sido considerada por Naciones Unidas como la mayor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial. De acuerdo con ACNUR, el número de refugiados que huyen del conflicto a países vecinos como Turquía, Líbano y Jordania, ha sobrepasado ya los cuatro millones. Hay, además, casi 8 millones de personas desplazadas dentro de Siria, muchas de ellas en situaciones muy difíciles y en lugares de difícil acceso.

Recientemente he visitado Jordania para ver cómo las personas mayores afrontan esta crisis. También quería ver personalmente cómo las donaciones de nuestros socios ayudan a los refugiados sirios mayores y cómo es el día a día de los trabajadores de nuestra organización y contrapartes allí, como Handicap International.

En el interior de la cuarta ciudad más grande de Jordania

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Comencé mi viaje visitando el campo de refugiados de Zaatari. Para muchos de los refugiados que han llegado a Jordania, este lugar se ha convertido en su hogar. Es un área muy grande, de gran extensión. Se ha convertido en la cuarta ciudad más grande Jordania: una ciudad de tiendas de campaña y caravanas en medio del desierto.

Dentro del campo de refugiados de Zaatari, distribuimos a diario alimentos y agua para 130.000 personas. Aquí, llevar a cabo cualquier tarea, por pequeña que parezca, requiere de un gran trabajo de logística y gestión por parte de nuestros trabajadores.

No es de extrañar que en estas circunstancias, para las personas mayores sea muy difícil acceder a servicios básicos o a las clínicas de salud. Muchos se sienten inseguros cuando necesitan ir a los aseos durante la noche. Muchos otros están aislados, no pueden salir de sus tiendas por problemas de salud o movilidad, y no tienen la oportunidad de conocer a otras personas, una experiencia que les ayudaría a aliviar su sufrimiento. La mayoría de ellos sufre de ansiedad y depresión. Otros han visto como no pueden continuar recibiendo tratamiento para las enfermedades crónicas que padecen.

La mayoría de las personas con las que he tenido la oportunidad de hablar en Jordania han expresado los mismos sentimientos sobre sus nuevas vidas y situación: “Cuánto tiempo durará todo esto?”, “¿Dónde iré?”, “¿Podré alguna vez regresar a mi casa?”.

Sencillos logros que provocan un gran impacto

 A pesar de las dificultades, nuestros equipos están trabajando muy duro para llegar a las personas más vulnerables y más aisladas dentro del campo.

Tuve la ocasión de reunirme con aquellos que han estado haciendo visitas periódicas a los refugiados mayores para proporcionarles servicios esenciales. Junto a ellos y acompañados por Handicap International visitamos a una abuela de 70 años que tenía dificultades para poder acceder a los aseos comunes en el campo de refugiados. Hemos podido ofrecer una silla adaptada el WC.

Algo tan simple como esto ha tenido un gran impacto en la vida de esta mujer.

Más allá de Zaatari

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Detrás del campo de Zaatari, que ha duplicado su capacidad original de acogida, se abrió en abril de 2014 el tercer campo de refugiados del país, Azraq. HelAge Internacional junto con Age International, y trabajando mano a mano con ACNUR, hemos logrado convertir Azraq en un campo de refugiados que facilita servicios adaptados para los mayores y las personas con discapacidad.

Conseguir trabajar e influir en las agencias que trabajan con refugiados tanto en Jordania como en el Líbano es crucial para avanzar en nuestro trabajo y para garantizar que su personal esté formado para poder identificar y responder adecuadamente ante las necesidades específicas de los mayores.

Alojándose donde se puede

Muchos de los refugiados en Jordania no viven en estos campos, sino que son enviados a las ciudades para que busquen donde quedarse. He conocido a Mohedin. Tiene 72 años y solía ser sastre en Damasco, la capital de Siria.

Tenía su propio negocio en la ciudad. Un día iba caminando por la calle, yendo a comprar verduras, cuando un proyectil explotó cerca y perdió una de sus piernas.

Al igual que el 75% de los refugiados que llegan a Jordania, Mohedin vive en una de las ciudades donde, debido a enorme influjo de personas, los alquileres han subido y las condiciones de vida son pésimas.

Estos refugiados se encuentran entre los más vulnerables y menos atendidos ya que no tienen acceso a los servicios que se proporcionan en los campos; es difícil encontrarlos y ofrecerles la ayuda que la mayoría de ellos necesita.

Una lenta recuperación

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Nuestro socio, Handicap International, le ha ofrecido a Mohedin una prótesis. Cuando me enseña su nueva pierna se emociona. Está aprendiendo a caminar pero sigue sintiéndose confuso e injustamente avergonzado por lo que le ha pasado. Le preocupa cómo la gente le mira y cómo le van a tratar de aquí en adelante.

En una de las conversaciones que hemos tenido, me ha confesado con tristeza: “Me siento avergonzado por tener esta discapacidad”.

Sí, quizás Mohedin pueda volver a caminar, pero su autoestima ha quedado gravemente dañada. Cuando le he visitado, llevaba semanas sin salir de casa. Habla con cariño y respeto sobre aquellos que le han conseguido una prótesis. Quiere recuperar su vida.

David frente a Goliat

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Cuando comencé este viaje y viendo la gravedad y magnitud de la crisis en Siria me sentí pequeño, como David frente a Goliat. Abrumado. Impactado. Pero no podemos darnos por vencidos. Seguimos proporcionando servicios prácticos y económicos a miles de personas mayores vulnerables y a aquellos que han perdido todo durante este conflicto y no tienen fondos para costearse alimentos o medicamentos.

Seguimos trabajando para influir en las políticas de los gobiernos y para que las agencias de emergencia que están en el terreno con los refugiados y mayores, conozcan sus necesidades específicas y sean atendidas de manera adecuada.

Durante sus ejercicios de fisioterapia y rehabilitación, Mohedin se gira y me dice: “¿Sabes? Confío en que, con ayuda, en el futuro sea capaz de volver a caminar.”

Yo también lo espero.

Y mientras la crisis de Siria continúe, seguiremos apoyando a personas como Mohedin, igual que a otros mayores y personas vulnerables que se encuentren en su situación.

  • Fotos: HelpAge International

 

4 comentarios

  1. Dice ser edea40

    si son ancianos musulmanes no me dan pena, estos han amargado la vida de las mujeres

    08 abril 2016 | 10:11

  2. Dice ser El_Soberano

    Espera que llamo a la BUAAAAAMBULANCIA.

    Ahora en serio, como dice @edea40 no pienso tenerle pena a un tío que ha maltratado y hecho de menos a las mujeres toda su vida.

    Mucho menos porque la culpa de sus guerras, hambre y penurias son su religión y su superpoblación. ¿Que las multinacionales ayudan? Claro que si.

    PERO LAS ONG CONTRIBUYEN. Si no se mandara de comer… ¿creéis en serio que aguantarían el expolio de las multis?

    Mirad Venezuela precisamente. Ahora que no recibe «ayuda» internacional, les ha dado una patada en el culo. No son santos de mi devoción, pero al menos han mandado un mensaje clarito respecto a lo que piensan de las multinacionales.

    08 abril 2016 | 11:31

  3. Dice ser todos somos lo mismo en la base

    Todos los seres humanos que nacen en este planeta deberían ser libres.
    La libertad se gana, no viene daada de épocas antiguas. Y ahora qu eel humano está dándose cuenta de cómo es el mundo en otras partes y la smiserias que puedantener en el suyo, deberían convencerles para dr pasos hacia la libertad sana y positiva.
    Nadie debería sufrir en este planeta de seres racionales que nos decimos por imposiciones anacrónicas brutales.

    08 abril 2016 | 12:29

  4. Dice ser Tender

    Que se vayan a los países del Golfo y que les den de todo, los europeos no tenemos la culpa de lo que pasa en todo el mundo y no tenemos que purgar por ello.

    Ya está bien de tanta tontería, que en España hay millones de españoles que han trabajado toda la vida pagando impuestos y ahora no los ayuda nadie.

    08 abril 2016 | 12:35

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