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Trabajar en Aleppo, la ciudad siria devastada por la guerra

Por Marcos Choonoo, especialista de Emergencias de UNICEF

Veo las hojas que caen y siento cómo las temperaturas también se desploman rápidamente trayendo a gran velocidad el invierno a esta ciudad dividida. Las próximas semanas serán difíciles para los niños aquí en Aleppo, especialmente los que viven en edificios sin terminar o dañados por los combates.

Éste no es el Aleppo que estaba destinado a ser para los niños de esta ciudad. Veo cada día a niñas que no van a la escuela desde hace más de dos años porque sus padres tienen miedo a dejarles salir de casa, y niños de siete y ocho años que intentan cuidarse entre ellos mientras buscan un rincón para refugiarse del frío entre los sacos de arena que protegen los edificios cerrados.

Llevo aquí en Aleppo cuatro meses. Vivo en la parte occidental de la ciudad, donde hay una mezcla de residentes y desplazados de otros lugares por los combates. Este pequeño pedazo de la ciudad más grande de Siria es ahora el hogar de casi el 60% de los habitantes de la ciudad. La parte oriental de la ciudad, que espero visitar una vez sea lo suficientemente seguro para hacerlo, está muy dañada y es donde se cobija aproximadamente el 10% de la antigua población total de la ciudad.

Vivimos con un acceso limitado a la electricidad, agua e internet. Pero a diferencia de muchos padres aquí, yo no tengo que enfrentarme a no tener nada que dar de comer a mis niños al final del día, o a ver cómo no pueden dormir porque tienen miedo y frío.

Incluso conseguir algo tan básico como agua limpia es un verdadero desafío. La fuente de agua y la estación principal de bombeo de agua están en manos de diferentes milicias. Las cosas cambian con tanta frecuencia y de manera tan impredecible que nunca puedes estar seguro de quién estará a cargo de ellas al día siguiente.

Recientemente, desde UNICEF pudimos lograr que se permitiera el acceso de la población a la línea transversal del agua y pudimos llevar a cabo algunas reparaciones en el sistema de agua de la ciudad. Esto ha mejorado el funcionamiento del sistema y ha permitido que dos millones de residentes tengan acceso al agua.

Todos me dicen la gran diferencia que esto ha supuesto para ellos. El daño había sido causado por una acción. Es injusto para las familias que el destrozo de estos servicios básicos se convierta en simples «daños colaterales» a causa del conflicto.

Yo presencio diariamente cómo los niños y sus familias tienen que enfrentar complejos controles de su seguridad a medida que pasan a través de las zonas vigiladas por las diferentes milicias. La población inocente está dirigida desde todos los lados. ¿Dónde se vive cuando la mayoría de las casas están dañadas o se encuentran en zonas de guerra activa? Simplemente no hay suficiente espacio para que la gente se haga una casa en cualquier parte de esta ciudad.

Para responder a las necesidades de los niños en Aleppo este, desde UNICEF trabajamos con la Media Luna Roja y la Iniciativa Popular de Aleppo. Es admirable ver cómo trabajan los voluntarios de estas organizaciones. Sin miedo, sin descanso.

A través de estas organizaciones, distribuimos kits de higiene para familias, niños y bebés, también mantas, jabones, bidones de agua y galletas con suplementos para los niños. Se estima que hemos llegado a más de 15.000 niños en estos últimos meses.

También hemos podido distribuir seis kits de salud completos a varios centros de salud en las zonas rurales de Aleppo. Cada uno de estos equipos ayudará a resolver las necesidades médicas de al menos 10.000 personas durante los próximos tres meses.

Como actores humanitarios, hacemos todo lo posible para ofrecer asistencia de manera justa, e incluir a todos los niños se encuentren en el bando de conflicto que sea. Garantizar este importante principio es central para todo el trabajo de las ONG en Aleppo, pero también es todo un desafío. No existe un organismo o institución con quien negociar el acceso a través de los puntos de control. Esto hace que el acceso sea muy precario. Lo que se acuerda hoy puede cambiar en cuestión de horas.

Además, por mucho que yo pueda querer cruzar las líneas y hablar con los niños, tengo primero que negociar la aprobación del gobierno. Si me aprueban, tengo que conseguir que la ONU me envíe de una manera segura para minimizar el riesgo de secuestro.

En este conflicto tan complejo y prolongado, llevar a cabo acciones humanitarias se ha vuelto muy difícil. Esto aumenta la vulnerabilidad de los niños en las zonas donde más se necesitan. Aún así, no podemos dar la espalda a los niños de esta ciudad maltratada y devastada por la guerra.

Dos niños cruzan las calles llenas de barro del campo de desplazados internos Bab Al Salame  de Aleppo. (© UNICEF/NYHQ2014-0015/Diffidenti)

Dos niños cruzan las calles llenas de barro del campo de desplazados internos Bab Al Salame de Aleppo. (© UNICEF/NYHQ2014-0015/Diffidenti)

1 comentario

  1. Dice ser Antonio Larrosa

    Si me pierdo no me busqueis alli.

    Clica sobre mi nombre

    03 diciembre 2014 | 13:01

Los comentarios están cerrados.