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Ébola en Sierra Leona: «¿Cómo puedo explicarle la muerte a un niño de cuatro años cuando apenas yo la entiendo?”

Por Anne Boher desde Kenema, Sierra Leona.

Amadou tiene cuatro años, antes de las cinco de la mañana despierta a su hermana María porque tiene dolor de cabeza y no puede dormir. Le pregunta dónde está su madre. Es la misma pregunta que le ha hecho casi a diario desde que fue dado de alta de la unidad de tratamiento del ébola en Kenema, hace ya casi dos meses.

María, tiene quince años. Me sorprende que no se enfade porque su hermano la despierte tan temprano. Al contrario, suavemente lo acuna en su cama y lo arropa con su fina manta mientras lo acaricia para que se calme.

Amadou y su hermana, Awa, en la casa familiar en Kenema, Sierra Leona. (© UNICEF Sierra Leona / 2014 / Bindra)

Amadou y su hermana, Awa, en la casa familiar en Kenema, Sierra Leona. (© UNICEF Sierra Leona / 2014 / Bindra)

«No sé qué decirle,» me dice María. «¿Cómo puedo explicarle la muerte a un niño de cuatro años cuando apenas yo la entiendo? Se supone que ésta no es mi responsabilidad».  A María la han obligado a crecer rápidamente.

Cerca de 600 niños han perdido a uno o ambos padres a causa del ébola desde el inicio del brote en Sierra Leona. En todo el África occidental, los niños huérfanos se enfrentan al estigma y al rechazo de sus comunidades y de sus familiares. Especialmente si han sobrevivido a la enfermedad. Como María, muchos se han visto obligados a crecer deprisa.

«Mi madre fue la primera en caer enferma, después de ayudar a una mujer enferma en el barrio», me cuenta. «Ella pensó que tenía la malaria, pero su condición empeoró rápidamente. Llamaron a una ambulancia y fue llevada de urgencia al Hospital Público de Kenema. Fue la última vez que la vi».

Su madre murió pocos días después, pero el hospital no anunció su muerte hasta un mes después.

«Estoy tan triste. Cuando mi madre estaba viva, solía animarme «, explica. «Hablábamos mucho. Nos reíamos antes de ir a la cama. Nos lo hemos pasado muy bien juntas. Desde su muerte, nadie habla conmigo como ella lo hacía. La echo muchísimo de menos, a ella, el amor que me daba, todo… Un día estábamos sentadas en silencio y me contó la historia de su relación con mi papá, su separación, su viaje al extranjero, muchas cosas que no sabía «.

Mientras que muchas familias han tenido que crecer para acoger a los niños huérfanos de parientes lejanos, María ha perdido a gran parte de su familia por el virus, también a la lejana, así que sólo cuenta con la ayuda de algunos vecinos para salir adelante.

«No tengo tiempo para llorar la muerte de mi madre. Tengo que concentrarme en tratar de hacer a Amadou y a Awa [su hermana menor] felices «, explica María. «Yo cocino para ellos, y puedo limpiar la casa. Los vecinos tenían miedo de nosotros al principio, pero después de que los trabajadores sociales hablaran con ellos, empezaron a darnos un poco de arroz de vez en cuando. Aún así, nos faltan recursos y nos enfrentamos a muchos desafíos. »

Algunos de sus amigos han huido de ella, me cuenta. «Muchos no quieren hablar conmigo nunca más, me tienen miedo. La hermana de mi mejor amigo también contrajo la enfermedad, así que hablo bastante con él sobre cómo es tener ébola, sobre cómo me sentía cuando mi mamá se enfermó, compartimos miedos y esperanzas”.

«Sabes, lo peor es no poder volver a la escuela. Mi madre me prometió que podría tener una educación «, me explica María. «Ella quería que yo fuera enfermera, pero ahora las escuelas están cerradas y me temo que no podré regresar cuando se vuelvan a abrir «.

A pesar de tener que enfrentarse a dificultades que jamás imaginó, María mantiene la esperanza. «En primer lugar voy a cuidar de mi hermano y de mi hermana, luego cuidaré también a la gente que lo necesite. Debe haber alguna razón por la cual hemos sobrevivido, así que no tenemos más remedio que seguir sobreviviendo«.

María, de quince años, en su casa con su hermano y hermana. (© UNICEF Sierra Leona / 2014 / Bindra)

María, de quince años, en su casa con su hermano y hermana. (© UNICEF Sierra Leona / 2014 / Bindra)

7 comentarios

  1. Dice ser ANTONIO LARROSA

    Nadie debería morir, ni envejecer, pero eso es imposible nos comeriamos unos a otros, por eso nos morimos , tanto los ricos como los pobres , los famosos y los desconocidos, la naturaleza es sabia.

    Clica sobre mi nombre

    25 noviembre 2014 | 13:14

  2. Dice ser Daniel L.

    pufo-ébola, otro timo como el VIH, esperando a hacer el negociazo.
    los «periodistas» ayudando.

    25 noviembre 2014 | 13:24

  3. Dice ser Joana

    Normal que no lo entienda. Con un CI de 55 no se entiende mucho. Pero en fin, es la raza a la que pertenece.
    Por cierto: NO ME IMPORTA.

    25 noviembre 2014 | 14:17

  4. Dice ser Anti - Joana

    Joana:

    Puede ser cierto que su CI sea de 55, CI que tú has adivinado gracias al que la naturaleza te ha proporcionado, es decir, NINGUNO.

    En cuanto a… «Por cierto: NO ME IMPORTA»… te deseo de corazón que no se te diga lo mismo cuando las circunstancias de la vida te sitúen en una situación como la que ellos no han elegido, algo de lo que no estás libre de que te ocurra. Los demás no haremos como tú, pues todo ser humano tiene importancia. ¡¡¡Qué pena leer tus palabras!!! A mí, por supuesto que SI ME IMPORTA, Y MUCHO!!!!!

    25 noviembre 2014 | 16:38

  5. Dice ser Para Joana

    Realmente me quedo perpleja de ver que todavía, en pleno siglo XXI, existen seres como tú. Yo pensaba que la especie a la que perteneces estaba extinguida pero, para mi desgracia, compruebo que al igual que todavía existen nazis, también existen seres como tú. Siento enormemente que no puedas estar en Sierra Leona, que es donde deberías estar.

    25 noviembre 2014 | 18:54

  6. Dice ser Jarrones

    Excelente labor la de que llevan a cabo los cooperantes

    26 noviembre 2014 | 15:11

Los comentarios están cerrados.