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Adele es adicta a comer sofás

BecConsejo: «Vive como si no hubiera cielo ni infierno, por si acaso»

Viendo estas cosas, a uno le dan ganas de crear una sección «adictos a comer cosas raras». Ahí podríamos meter a la gente que come bocadillos de clavos (si existen), a quienes les gusta comerse las bombillas a trocitos (si existen) o a aquellos que comen espinacas (si existen).

Entiendo que la mayoría de los que estáis leyendo esto hoy habéis leído las ediciones anteriores de «adictos a comer cosas raras». Para los nuevos, os aviso de que anteriormente vimos a Kesha, adicta a comer papel higiénico, y a Tempestt, enganchada a las pastillas de jabón y al detergente.

Sabéis lo que opino de estos casos. Sin ser psicólogo, creo que la mejor forma de superar una adicción no es salir en la tele haciendo chanza del tema; pero como vosotros no tenéis la culpa de ello, os cuento el caso de Adele Edwards, que participa en el programa estadounidense Mi extraña adicción.

Adele tiene un vicio caro, que es comer muebles. Sin embargo, como no todos los muebles son comestibles (vamos, ninguno lo es, pero no es igual comer esponja que comer madera), su vicio son los sofás. Nuestra protagonista tiene cinco hijos, 30 años y come cojines a dos manos.

Pensaréis que lo hace porque hay cámaras, pero no. Lleva a sus espaldas (o en su estómago) ocho sofás y cinco sillas, según la prensa británica. Bueno, eso en los últimos cinco años. Antes, ni se sabe.

Como supondréis, esta manía, hábito o costumbre está destrozando su sistema digestivo y le han dicho que como no pare va a dejar huérfanos a sus hijos. Ella dice que lleva desde los diez años con esta dieta y que no logra cambiar, por más que lo intenta.

Si tenéis mucha (pero que mucha) curiosidad, podéis consultar su historia en la prensa británica, aunque yo os recomiendo que por la salud de vuestros estómagos no lo hagáis. Solo descubriréis que comía hombreras y gomas de borrar y que se llevaba trozos de cojines al cole.

PD: Al menos, durante sus cinco embarazos, se quitó la espuma, como quien se quita el tabaco. Además, no come sofás delante de sus hijos. A Dios gracias.