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Tiene 20 años y es adicta a beber gasolina

Ya sabéis que tengo una red de corresponsales becarios estratégicamente ubicados por todo el mundo. Cada semana mis chivatos de Argentina, Suecia, Croacia, México y España (dentro de la que encontramos Pamplona, Madrid, Barcelona…) me cuentan historias que luego leéis aquí o en las comunidades becarias de Twitter y Facebook. Pues bien, el mayor corresponsal, el becario del becario, si es que existe esa figura, es mi padre.

Desde que tiene Internet y lee el blog… (bueno, él ve las fotos, pero como mi madre le suele contar de lo que va cada post seguramente sonreirá mientras lee esto y dirá: «Mira, el niño está escribiendo de ti») desde que sabe que soy el becario, digo, tiene un imán para lo friki. Lo absorbe todo. Es así como logró hacer que el tema de hoy, que en principio iba a tener como protagonista a un portero profesional encerrado en un cuerpo de mujer (chivatazo del periodista y dibujante @juancmarti) dejara paso a la corrosiva historia de Shannon, natural de Welland (Ontario, Canadá), una chica de 20 años adicta a la gasolina.

Hoy os vuelvo a hablar de un programa que ya ha aparecido alguna vez por aquí: My strange addiction, que suele contar historias de gente con vicios raros. Quizás alguno recuerde la recopilación que hice el pasado mes de septiembre o el último post de este tipo, que publiqué en febrero, donde hablábamos de la chica de 18 años adicta a comer plástico. Pues bien, todo eso son chorradas cuando nos encontramos con el vicio de Shannon, una muchacha de 20 años que al parecer no supo entender eso de «empezar el día con energía» y en lugar de un desayuno copioso se mete para el cuerpo un chupito de gasolina.

Evidentemente no está todo el día enganchada a la botella, porque es caro y ella, aunque no lo parezca, sabe que no es saludable. Le basta con doce vasitos de gasolina al día (que se traduce en 19 litros al año, justo el tiempo que lleva enganchada). ¿Y qué se siente al beber gasolina? Una sensación muy agradable, como suponéis: primero un hormigueo… y luego quema como si tuvieras un demonio celebrando las fallas en tu garganta. ¿Cómo no engancharse a una cosa así?

En el programa ya salió una vez una mujer adicta a oler la gasolina, que la usaba como quien coge el Vicks VapoRub durante un resfriado, pero el caso de Shannon es especial. Verla caminar por su casa con el bidón en la mano da casi repelús, sobre todo cuando cuenta cosas como: «Aunque me hace daño, me hace sentir bien».

Al parecer su madre no se lo creía al principio. Entendedla, si a muchas madres les cuesta creer que sus hijos fuman, imaginad cómo será que beban gasolina. Por ello, seguramente hay dos escenas para el recuerdo: la primera, la vez que le dijeran a la pobre madre que su hija bebía gasolina; la segunda, cuando la madre le dijo «échame el aliento» y flipó. Supongo que el pelo se le pondría rubio y arrancaría la moto que tuviera aparcada en el garaje de un soplido.

Ni que decir tiene que esto es peligrosísimo. Supongo que no pasa por vuestra cabeza, pero NO LO HAGÁIS EN CASA. Y el consejo no os lo doy solo porque lo ponga el progama al principio de su emisión, sino porque beber gasolina puede provocar quemaduras, vómitos, diarreas y un montón de enfermedades además de la muerte, según fuentes sanitarias recogidas en la prensa británica. Es lo que tienen las sustancias tóxicas, claro.

PD: Cuando vaya a la gasolinera digo yo que pedirá la gasolina más barata. Y el gasolinero le preguntará eso de… «¿para tomar aquí o para llevar?»

PD2: Dicen que en China hay un señor que lleva 42 años dándole a la gasolina. ¿Dará positivo en un control? ¿Tendrán que hacer anuncios de «si bebes (gasolina) no conduzcas»?