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Una mujer agrede a un policía… ¡¡¡para dejar de fumar!!!

etta_tabaco-policiaSi pones «dejar de fumar» en Google, la búsqueda te devuelve «aproximadamente 19.300.000 resultados en 0,15 segundos». Te hablan de parches de nicotina, hipnosis, un láser anti-tabaco, acupuntura, libros de autoayuda, caramelos, chicles, aerosoles… e infinidad de recursos más para dejar el vicio. Sin embargo, no he encontrado ningún método para pasar del tabaco que consista en darle un guantazo a un policía, que es el sistema adoptado por Etta Mae López, una ciudadana de Sacramento, California, que tiene aspecto de trastornada, no digáis que no…

La mujer, de 31 años, tiene una severa adicción al tabaco y, desesperada, pensó que la mejor manera de dejarlo sería estar encerrada en la cárcel. Como tampoco quería pasar entre rejas el resto de su vida, se le ocurrió cometer un delito menor y pensó que agredir a un agente de la ley sería la opción más acertada. Sinceramente, yo hubiera intentado asaltar un banco, que era lo que los expertos en economía llaman un ‘win-win’ (ganar o ganar). Si el asalto sale mal, voy a la cárcel y objetivo cumplido; si el asalto sale bien… pastizal a la buchaca.

El papel de desafortunado policía le tocó a Matt Campoy, ayudante del sheriff de la Cárcel de Sacramento County. El hombre se disponía a marcharse a casa después de terminar su turno de trabajo cuando la señorita López se acercó a él y, sin mediar palabra, le dio una sonora bofetada en la cara. Tras la agresión, la mujer se justificó: «necesito dejar de fumar y si me arrestan y me llevan a la cárcel, no tendré acceso a los cigarrillos». Según el agente Campoy, con la cara colorada aún, Etta contó con detalles cómo había urdido su ¿magistral? plan. Le confesó que estuvo durante horas sentada en los aledaños de la prisión, esperando la salida de un policía al que sacudir.

Tras conocer la noticia, los medios de comunicación locales se pusieron en contacto con personas del entorno de López. Un vecino confesó que solían fumar juntos, pero no salía de su asombro. «Hay formas más fáciles para dejar de fumar. No creo que pegar a un policía sea la mejor manera de hacerlo». ¡Qué poco original! Otro que sólo confía en los métodos tradicionales y no valora en su justa medida la capacidad de innovación de su compañera de cigarrillos.

Más allá fue la portavoz del grupo antitabaco Breathe California (Respira California), Kimberly Bankston-Lee, que extrapoló el incidente y lo calificó como un problema social, en vez de puntual. Según la atormentada Bankston-Lee, «si alguien hizo algo así para dejar de fumar es que en la comunidad tenemos un gran problema». ¡No es para tanto, señora! Desquiciados hay en todos los sitios, que aquí tuvimos que soportar durante años a Yola Berrocal (¡no podéis dejar de visitar su web oficial!).

Sea como fuere, la agresora ha conseguido que se cumpla la primera parte de su plan. Ha sido condenada a 63 días de prisión y tres años de libertad condicional. Ahora le queda la parte complicada: curar su adicción en un entorno nada ‘friendly’, pues ya sabemos, por el cine, que en las cárceles estadounidenses fumar es una actividad preciosa para matar el aburrimiento.