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Lo más raro que ha pasado durante la semana (del 11 al 17 de julio)

BecConsejo: «Asume que te perderás muchas cosas»

Tenemos un problema. El fin de semana pasado tuve visita en casa y no pude publicar las cosas que se habían quedado en el tintero. ¿Qué hago entonces? Uys qué nervios… ¡ya sé! Mezclaré algunas de las cosas curiosas de esta semana con otros extraños sucesos de la semana anterior. ¡¡Vámonos!!

1. Vuelve a casa después de vivir 4 años en un aeropuerto

Me lo contó dutx12 hace una semana, pero no tuve ocasión de escribirlo. René Becker, un alemán de 57 años que vivía en el aeropuerto de Palma de Mallorca desde hace cuatro años, vuelve a casa, según publica el blog Yorokobu (y el Bild).

Al parecer, vivía en el aeropuerto desde que llegó de Mainz después de que su esposa tuviera una aventura con un amigo suyo. La historia es bastante chunga, porque después de diez años de casados y con un hijo en común ella se fue de vacaciones con un amigo y volvió embarazada.

En cualquier caso, no sé si es lo suficiente como para irte dos décadas por ahí (Mallorca fue el último de sus destinos y el lugar donde se le acabó el dinero) sin afeitarte para recordar por qué estás allí.

Después de que el diario alemán publicara un reportaje sobre su caso, su hija y su esposa volaron a Palma para convencerle de que volviera a casa… y lo hizo. Volvió a casa.

2. ¿A dónde vas con ese tatuaje?

Patrick Brooks se ha hecho famoso en Internet gracias a su tatuaje. El problema es que es famoso pero está detenido, así que de poco le sirve. Se nota que no me leyó cuando os dije que si vas a ser un delincuente la mejor idea no es llevar algo que te distinga de forma tan exagerada sobre el resto del mundo.

Resulta que Patrick, de 21 años, fue detenido por robar y algunas cosas más, pero su problema es que no tiene escapatoria: tú puedes olvidar una cara, pero no a alguien cuya frente dice Fuck you.

A él seguro que le pareció una idea genial cuando se hizo el tatu, pero supongo que si me leyera coincidirá conmigo en que le hace un flaco favor a su vida como delincuente.

3. El preso que quería pornografía en prisión

Todos tenemos problemas, sí, y es algo que yo digo mucho. Por eso hay que entender al estadounidense Kyle Richards que, a sus 21 años y encarcelado como está, escribió a un diario para decir que quiere tener acceso a pornografía dentro de la cárcel.

Al parecer, las prisiones estadounidenses suelen aceptar la pornografía, pero no la cárcel de Michigan en la que él se encuentra, de modo que según la prensa internacional denuncia una «privación sexual y sensorial» que supongo que a él le parecerá intolerable.

Supongo que pensáis que estáis ante un depravado, pero no, es simplemente un ladrón. Robó un banco y por eso está entre rejas pero su cuerpo le pide marcha y él quiere que lo entendamos. Bueno, nosotros y los responsables de su prisión, claro.

4. Robó en una tienda de donuts y se llevó dos para el camino

Un ladrón tiene que tener un apetito de hierro, no puede sucumbir a las tentaciones. De lo contrario te puedes ver en un caso como el de Michael Ray, detenido en Florida después de robar el dinero de una tienda de donuts y llevarse dos rosquillas para el camino (eso lo hacía yo de pequeño con las galletas en casa de los amigos de mis padres).

Me imagino al ladrón, llegando a la tienda y diciendo: «A ver, manos arriba, dame el dinero, esto es un atraco» y al cajero respondiendo que cómo le va a dar el dinero si tiene las manos arriba y luego el ladrón responde y así… hasta que termina de robar y dice: «Vale, pues ahora me pones uno de dulce de leche y otro de chocolate blanco».

Por si el robo no era lo suficientemente rudimentario, al pobre ladrón (será el hazmerreír si lo meten en la cárcel) lo pillaron porque se intentó esconder debajo del asiento del coche cuando le paró la Policía. Y por si aún no fuera lo bastante triste, Ray dijo que había cometido el crimen para comprar una rueda nueva para su coche, según la prensa americana. Y para colmo, no se pudo comer los donuts.

5. Un gato sobrevive a una caída de veinte pisos

El gato Gloucester tiene seis vidas. ¿Por qué, por qué, Bec? ¿Los gatos tienen siete vidas, por qué dices que tiene seis? Joé, ¿no habéis leído el titular? ¡Lo tenéis encima! El pobre cayó de una altura de 20 pisos y está vivo… eso no puede salir gratis.

Dicen que los gatos siempre caen de pie, pero sobrevivir a una caída de este calibre y no hacerse nada… eso sí que tiene mérito.

Según cuentan los propios dueños, dejaron la ventana abierta y se fueron de viaje, confiados en que el animal «nunca se había interesado por la ventana».

Afortunadamente, Gloucester está casi como una rosa y no tiene ninguna lesión de gravedad, tal y como publica la prensa británica y estadounidense.

PD: Sé que hay tres historias de ladrones, pero es que el mundo del crimen ha estado especialmente gracioso estos días.