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El barman más poderoso de la historia

Dicen que los barman y los camareros son expertos en guardar secretos, que son especialistas en escuchar confesiones y no soltar ni prenda, en aguantar borracheras sin que trascienda el más mínimo detalle de lo ocurrido.

Pues bien, si existe el barman perfecto, el genio detrás de la barra y la tumba de sus clientes, ése es, sin duda, Perico Chicote.

Perico nació cuando languidecía el siglo XIX, allá por 1899, y murió en plena Transición, en 1977. En esos 78 años tuvo tiempo de convertirse en el barman más influyente y poderoso que ha conocido España.

Dicen de él que fue ayudante de barman en el Hotel Ritz cuando sólo contaba con 17 añitos, que Julián Besteiro le dio la oportunidad de ocuparse del bar del Congreso y que poco antes había dado tumbos de un bar a otro bar hasta que en 1931 fundó su propio establecimiento: el Bar Chicote, un garito en plena Gran Vía que aún hoy sigue vivo.

Volviendo al poder y la influencia de Pedro, de Perico, basta decir que por su bar pasaron la flor y la nata de la farándula y la política. Así pues, el museo de botellas que montó en el sótano (dicen que llegó a tener 18.000 y que la única que regaló se la entregó a Alexander Fleming) fue visitado por diferentes personalidades: desde Rainiero de Mónaco a Hemingway, pasando por Frank Sinatra (muy bien acompañado por Ava Gardner) y Eisenhower, por nombrar algunos. Esos nombres han sido sustituidos por los Almodóvar, Bardem o Penélope Cruz, que han mantenido vivo a Chicote.

El esplendor de Chicote empezó en los años 40, en los duros años 40 en los que la represión y el hambre de la posguerra hacían que las cinco pesetas que costaban los cocktails de Perico fueran un insulto para la población que estaba muriendo de inanición.

Sin embargo, fueron esos cocktails los que hicieron del barman toda una personalidad. Su ginebra con vermú rojo atraía a famosos de todo el mundo, que pasaban por Chicote (donde había chicas de alterne y contrabando) cada vez que visitaban Madrid.

De los esfuerzos de toda una vida, entre los que está el pluriempleo (repartía telegramas al tiempo en que trabajaba en los bares cuando era sólo un niño), llegó la gran recompensa: fama, dinero y felicidad.

Dicen que en su local había prostitutas que negociaban con clientes, pero no se podían acercar a la barra, y trapicheos varios. Ahora importa poco, la verdad.

El caso es que pocas personas podían compartir portadas con los futbolistas del Real Madrid, hacer anuncios, protagonizar entrevistas, tener un programa de radio… y todo eso, siendo sólo un barman.

Sus cócteles le hicieron famoso. Sus cócteles le acercaron al poder franquista cuando aún no lo era (es decir, durante la guerra) y después, para celebrar la victoria.

Tan importante era Chicote, que en aquella España de poco pan y muchos toros, (para ver si el pueblo olvidaba el hambre viendo cómo mataban a las reses), nuestro querido barman tuvo la oportunidad de departir ruedo con la mismísima Sofía Loren:

Tan conocido era Chicote, que los medios siguieron paso a paso su recuperación de un accidente automovilístico que tuvo en la Comunidad Valenciana.

Los dos primeros recortes son de La Vanguardia y el tercero, de ABC.

Ya no hay barmen como los de antes, desde luego…

PD: La canción no tiene nada que ver, pero la culpa es de Sinatra, por frecuentar el Chicote.

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