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Un español perdido en… Oslo

Hemos conocido Dublín de la mano de una novata y una veterana, pero se nos ha hecho lunes y hay que tomar un avión.

Ya sabéis, Aerolíneas Bec sale cada lunes rumbo a cualquier lugar. Abrochaos los cinturones, apagad los móviles y disfrutad de la película (hoy ponemos una de Julio Medem, así que podéis aprovechar para dormir).

Volamos a… ¡¡¡OSLO!!!. En la capital de Noruega, como suele ser habitual, nos espera un compatriota: Ramón.

1) Nombre

Ramón.

2) Edad

29 años.

3) En España vivía…

En Murcia.

4) Ahora vivo…

En Oslo.

5) Me mudé…

Hace más de dos años. El día uno de octubre de 2007.

6) ¿Por qué se fue?

Por razones de trabajo. Al año de terminar mi tesis doctoral me ofrecieron un trabajo de investigador en la Universidad de Oslo. Ahora mismo soy beneficiario de una beca postdoctoral de la Fundación Séneca-Comunidad Autónoma de la Región de Murcia.

1) De España añoro…

La gente, con diferencia. Mi familia, mis amigos y la facilidad con que se puede entablar una amistad en España.

2) En España no tenía y ahora sí…

Cuatro estaciones. En Murcia solo hay dos semanas de invierno y el otoño es muy feo.

3) De Oslo no me gusta…

Las tormentas de nieve, que la gente sea tan fría y que los días de invierno sean tan cortos (unas cinco horas de luz).

4) Recomiendo que visitéis…

Los alrededores en plan senderismo, el parque Vigeland (con unas estatuas bastante impresionantes) y el ayuntamiento por dentro.

5) La mejor comida de Oslo es…

El pescado está exquisito, especialmente el salmón, el bacalao, la trucha y el arenque. A los que le gusta la caballa (no es mi caso) les parece uno de los grandes manjares de este país.

No os habéis dado cuenta, pero ya estamos en Noruega. Os dejo en el fiordo de Geiranger con Ramón y que él os lleve a Oslo.

Un país precioso

Hay una historia de un argentino viviendo en Canadá, que a todos los españoles que viven en Oslo nos parece bastante representativa de lo que es para un mediterráneo mudarse a Escandinavia.

Noruega es un país precioso, con unos paisajes estupendos y unos sitios para visitar espectaculares. El problema es que todo esto se puede hacer de abril a octubre, porque el resto del tiempo los días son cortos y la nieve dificulta seriamente el acceso a muchas zonas del país.

En invierno

De noviembre a marzo la gente está, básicamente, en casa o viajando al sur de Europa.

Lo primero que me chocó fue que hubiera tres vuelos directos Alicante-Oslo al día (con diferentes compañías). Eso me hizo pensar en un primer momento que me estaba equivocando de dirección. La vida aquí se puede definir perfectamente como tranquila, rayando el aburrimiento más soberano en invierno, ya que si no te gusta esquiar (como es mi caso) hay poco que hacer en tu tiempo libre.

Es obligatorio coger tren/coche/bus y acercarse a los fiordos de la costa oeste de Noruega (Geiranger, especialmente) o a los glaciares de la zona central (Nigardsbreen, por ejemplo).

Sobrevivir al hielo

Como anécdotas divertidas están las interacciones Murciano-hielo. Cuando empieza y cuando termina el invierno, la nieve se derrite durante el día y por la noche se forma una capa de hielo en el asfalto y en las aceras.

Las caídas son relativamente frecuentes, pero uno ya le va cogiendo el tranquilo hasta tal punto de que cuando hay una cuesta abajo en lugar de bajarla andando (que acaba en leche seguro) ya las bajo deslizándome por el hielo, con lo que la probabilidad de caerse se reduce al 50%.

El problema es cuando hay que subir la cuesta y te resbalas a mitad, te caes y tienes que volver al principio. Parece un poco de Humor Amarillo, pero es así.

Choques culturales

Los choques culturales más fuertes suelen estar vinculados con la comida, no sólo el hecho de que la comida noruega sea bastante pobre, sino los horarios. Aquí tiene el almuerzo sobre las once y media, que suele consistir en una rebanada de pan con algo encima (desde una loncha de queso marrón con mermelada a mantequilla con gambas).

Se sale de trabajar sobre las cuatro o las cinco y en cuanto llegan a casa cenan, normalmente lo que sea. Yo llevo mi horario y no me afecta mucho, el problema es cuando quedo a cenar con alguien, que siempre es a las seis de la tarde.

El intercambio cultural es genial, ya que conviven con bastante interacción comunidades africanas, asiáticas, árabes, mediterráneas y sudamericanas. Mi grupo de trabajo parece la ONU. Es bastante agradable el estar rodeado de naturaleza, a pesar de vivir en una capital.

El alcohol

El alcohol también genera sus conflictos. La cerveza y la sidra se pueden comprar en el supermercado hasta las ocho de la tarde (las seis si es sábado) y para cosas mayores es necesario acudir a una especie de estancos gestionados por el Estado Noruego, que cierran a las seis (las tres, si es sábado).

Esto se supone que es para que la gente no beba, lo cual no surte efecto porque los noruegos beben como vikingos. Un viernes por la noche en un pub, lo normal es que a las doce esté todo el mundo callado y de pie mirando, a la una están hablando y/o bailando y a las dos tirados por el suelo o vomitando en el baño.

En contrapartida, los noruegos suelen ser muy amables y comprensivos, sobre todo con los turistas y los inmigrantes. Todos hablan inglés y te reciben siempre con una sonrisa, puede que sea falsa, pero no deja de ser agradable.

Bueno chavales, nos vamos ya que va siendo hora de dejar descansar a Ramón.

Las fotos del post son propiedad de Ramón, que amablemente me las cedió para que las usara. Ya sabéis que si vosotros también sois españoles expatriados podéis escribirme a elblogdelbecario@gmail.com y os cuento cómo funciona esta sección.

PD: Sigo empeñado en viajar a Oceanía.

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