Como algunos pedíais a gritos que echara un vistazo a mis errores antes de criticar los de Begoña Alonso y yo me debo a mis lectores, recojo un par de cagadillas mías.
Ya sabéis que me avergüenzo de ellas, pero que asumo los errores e intento mirar hacia delante, porque el mal ya está hecho. El hecho de que me equivoque no me va a privar, como entenderéis, de reírme cuando alguien escriba «canjuro» en vez de «canguro». Máxime si la persona que se equivoca sólo tiene que escribir diez palabras en toda la noche, jeje.
El primero de mis fallos (de los que os traigo hoy) se produjo durante el Madrid-Barça, después del gol de Sergio Ramos que significó la última brazada del Real Madrid antes de morir en la orilla.
Resulta que yo creía que aún podía haber milagro y puse…
Efectivamente, sobra una tilde en «milágro», pero las prisas me traicionaron y me la comí, de modo que inventé el milagro del milagro o, mejor dicho, el milágro del milagro.
El problema fue especialmente grave porque la noticia era la apertura, pero ya os digo: no busquéis culpables, el responsable fui yo. Eso me pasa por madridista… si ya sabía yo que me iban a castigar.
Mi último despiste lo he tenido en la noticia de los frikis de Logroño (Frikoño), cuando relacioné una cosilla que no tenía mucho que ver:
Lo creáis o no, la relacioné porque me equivoqué al poner un número. En ningún caso pensé que era friki dar a luz en una ambulancia, os lo juro. Y, mucho menos, que quisiera hacer un chascarrillo de mal gusto a propósito de Frikoño, Dios me libre.
De todos modos, estoy haciendo propósito de enmienda. Cada vez que cometo un error rezo un padrenuestro, creedme.
PD: Gracias a JohnBurrows y a Josemy por los envíos.
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