Bienvenidos un viernes más al troncomóvil del misterio. Hoy viajamos a la ciudad de Oklahoma, donde los New York Knicks cayeron derrotados ante los Thunders después de dormir en un hotel encantado.

[Antes de seguir… sinceramente, en España hay decenas de lugares así, pero no me veo a la plantilla del Real Madrid hospedándose en un lugar con ese tipo de encanto].

¿A quién se le ocurriría contar la historia a la plantilla? Me imagino al entrenador reuniendo al equipo y contando: «A ver chavales, tenemos un problema. Vamos a pasar dos noches en un hotel encantado, pero no os preocupéis, lo peor que nos puede pasar es que se nos aparezca un fantasma».

¡Eso no se lo puedes contar a los jugadores, hombre! ¿No ves que son influenciables? Como podéis imaginar, la cosa acabó mal y no sólo por la derrota.

El equipo pasó las dos noches en el hotel, pero la mitad de los chavales (y no tan chavales) apenas pudieron dormir porque estaban convencidos de que había fantasmas en el edificio.

Jared Jeffries (2,11 metros y 28 añazos) lo reconoció: «El lugar está embrujado, da miedo». En cualquier caso, la peor parte se la llevó Eddy Curry (2,11 metros y 27 años), que sólo durmió dos horas porque no se podía quitar de la cabeza los dichosos fantasmas.

La historia cuenta que los huéspedes del Skirvin Hilton se quejan habitualmente de que ven fantasmas y oyen ruidos extraños. Al parecer, en la década de los 30, una mujer se quitó la vida saltando de un balcón con su bebé en los brazos. O eso es lo que cuenta la leyenda…

Curry justificaba su miedo en que «aquello ocurrió en la décima planta y yo era el único en ese piso». El pobre tuvo que refugiarse en la habitación de Nate Robinson (el todopoderoso base de 25 años y 1,75 metros… en un equipo de gente de dos metros y más de cien kilos… ¿te refugias en el 1,75 de tu base?).

Conclusión: parece que el hotel lo eligieron los Thunders.

PD: Lo que no le pase a los Knicks…

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