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Un cumpleaños demasiado explosivo

birthday_blastEra un día muy especial y las tres chicas protagonistas de esta historia así lo entendieron. Por eso regalaron a su ‘amigo’ (después entenderéis el entrecomillado) una tarta coronada por una bengala encendida de grandes proporciones. Ni que estuvieran en medio de una operación de salvamento marítimo.

Tras enseñarle el pastel y totalmente confiado, el homenajeado no se percató que sus compañeras guardaban una sorpresita bajo su ropa: tres huevos que acabaron machacados sin remisión en su cabeza y su frente. Ahora comprendéis lo de las comillas. Si están son sus amigas, ¿cómo serán sus enemigas? Lee el resto de la entrada »

Solo es capaz de dormir si se pone un globo bajo la camiseta

El otro día estaba jugando mi sobrino con un globo y cada vez que se le iba volando me tocaba ir corriendo a por él, muerto de miedo (para regocijo suyo) porque odio las explosiones de los globos. Al final se explotó, yo me asusté, y a mi sobrino lo contenté diciéndole que se había roto. «Sa toto», repetía el pobre.

No quiero ni pensar cómo sufriría si viviera en la misma casa de Dave Collins, un estadounidense que vive en Little Rock (Arkansas) y que se define como «looner», algo así como un friki de los globos. Lo creáis o no, este fetichismo es ciertamente común y hay mucha gente como Dave, a los que les encanta besar y abrazar globos (a algunos, algo más que eso).

Dave sale en un vídeo de National Geographic contando sus vivencias. Al parecer, al muchacho le gusta besar globos gigantes y, sobre todo, metérselos debajo de la camiseta para sentir el tacto. Justo una de las cosas que a mí más me molestan (siempre que alguien toca un globo pienso: «Lo va a explotar, lo va a explotar…»).

La afición de este joven de 27 años (muy mal llevados, para qué engañarnos) va un poco más allá. El pobre no es capaz de dormir si no lleva uno de esos globos gigantes bajo la camiseta y comparte su cama con una decena de súper globos que cualquier día van a explotar al mismo tiempo y le van a provocar un infarto.

Supongo que son méritos suficientes como para entrar en la lista de gente con vicios raros, como aquella que se chupaba el pulgar todo el día, la que hablaba con la almohada o el que comía cristales.

Ya sabéis que si tenéis alguna costumbre rara o vicio inconfesable es el momento de decirlo, ahora que estamos en familia y nadie, salvo Trolly, os va a juzgar. Yo soy un tipo metódico, pero tengo pocos vicios, ni raros ni normales. Por quitarme me estoy quitando hasta del fútbol, que me da más disgustos que alegrías.

PD: Y… ya es viernes.

¿Cuántos globos hacen falta para decir «Te quiero»?

Una de las cosas más importantes en esta vida es saber medir. Cada acción debe ir acorde con su importancia, y cada reacción igual. Me explico: yo tenía un amigo en la universidad al que cuando una chica le pedía fuego él se le declaraba. «Lo veo en sus ojos», me decía, «me quiere y esto es una simple excusa». Evidentemente se pegó unos cuantos trompazos en la facultad. Lo mismo que mi primo José Luis, que en el primer mes de novio quería comprarle un coche a su ex, y en el primer mes en su trabajo ya quería un aumento. No hijo, no, esto no funciona así.

Con esta introducción no hace falta ser muy inteligente para deducir que os voy a poner en un brete: os pondré un vídeo de un chico que quiere a una chica y vosotros me decís si es acorde con el evento. Estamos acostumbrados a ver pedidas de mano impresionantes, puestas en escena inolvidables, pero… ¿y para eso tan yanqui que es «buscar pareja para el baile de graduación»? ¿Habéis visto alguna vez algo espectacular?

Pues probablemente no, porque en esas edades y con esos amores lo habitual es una sortija, un ramo de flores, unos bombones… y a correr, que tenemos mucha vida por delante. Pero siempre hay una excepción, y esa excepción se llama Matthew Ho, el novio de Tina, que decidió que eso de «ven al baile conmigo» quedaba muy soso sin un poco de aderezo. Por eso preparó esto (lo vemos y lo comentamos):

Vaya por delante que a mí me gusta, ¿eh? Todo lo que sea ternura en estos tiempos de odio y mala leche me hace pensar que aún queda esperanza (mucha o poca), ahora bien, entiendo que algunos de vosotros consideréis que 1.500 globos rosas, la venda en los ojos, el letrero gigante, el instituto lleno de gente y recoger eso en vídeo… es demasiado. Como de película estadounidense pero en versión canadiense, porque la pareja de tortolitos son de Toronto.

Desafortunadamente, llegado este momento no puedo dar un consejo para la gente a la que no le gusten este tipo de iniciativas. Unos párrafos más atrás, hace unos minutos, os podría haber dicho: «No lo veáis». Ahora es tarde. No obstante, tengo un buen consejo para quienes hayan sucumbido a la idea y tengan pensado importarla en los próximos días: ASEGURAOS DE QUE LA CHICA VA A DECIR QUE SÍ, porque sino el ridículo va a ser del nivel de Ballotelli bailando flamenco.

Os convenza o no, supongo que le reconoceréis a Matt el mérito de montar ese follón y de enrolar a tanta gente en su idea. Yo alucino con personas como él, con tanto nivel de convocatoria. A mí no me hacen caso ni mis amigos; fijaos si me esquivan que cada vez que hago un grupo de Whatsapp salen todos huyendo.

PD: Ha llegado el momento de vuestro veredicto. De uno a diez, ¿qué nota le ponéis?