Con 14 de años de demora, un abogado ha conseguido que la justicia colombiana sentencie a su favor por un curioso caso de trastorno por estrés postraumático, que ha afectado seriamente a su vida sexual. El caballero asegura que perdió capacidad eréctil, con lo que ello conlleva… Ahora, al fin, ha encontrado consuelo y, quién sabe, una solución a su problema. El Gobierno del país sudamericano le suministrará viagra hasta que se determine que su disfunción eréctil haya sido superada.

El hombre fue diagnosticado con «síndrome de estrés postraumático» tras un desagradable incidente en la cárcel de Arauca, donde trabajaba en la oficina jurídica. Allí, quedó atrapado en el fuego cruzado entre los reclusos y los servicios de seguridad del centro penitenciario, que trataban de sofocar un motín. El hombre salió vivo del incidente, pero su vida en sexual quedó muy perjudicada.

En consecuencia, el abogado demandó al Ministerio de Defensa y a la Policía Nacional de Colombia, a quienes señalaba como responsables de su dolencia, que además le causó problemas psicológicos y trajo consecuencias negativas para su vida en pareja. Analizado el caso, el Consejo de Estado decidió resolver el litigio a favor del demandante. La sentencia justifica la actuación de los policías el día de autos, ya que «el intento de fuga comprometía la seguridad de la sociedad en su conjunto», aunque también recalca que esta actuación causó «el perjuicio excepcional u anormal respecto de un ciudadano y -añade- será toda la sociedad la que soporte, de forma equitativa, esa carga».

Los magistrados han determinado que es necesario adoptar medidas de justicia restaurativa para reparar de manera integral el daño padecido, «que incluye la imposibilidad de desarrollar el acto sexual». Por ello, se conmina a las entidades demandadas a brindar al abogado toda la asistencia que requiera para superar el estrés postraumático, además de «suministrarle el medicamenteo sildenafilo (más conocido como viagra) durante el tiempo que la patología persista».

Suponemos que el abogado, del que no ha trascendido su nombre dada la peculiar naturaleza del asunto, habrá recibido con especial ‘subidón’ la sentencia (chiste fácil, lo sé) y se habrá puesto azul de felicidad (otro, ¡ja!). Mi enhorabuena para él.