Lo prometido es deuda. Empecé yo, continuó él… y cerramos la famosa matrioska, ¿o no? Quién sabe con qué nos sorprenderá Luis Piedrahita próximamente en ‘El ojo boquiabierto’. Pero bueno, tiempo al tiempo… y al grano.

Lo pactado era cerrar el círculo fotografiándome con su blog de fondo, así que, como os comenté, tenía que encontrar la careta de Playboy. Pero no lo conseguí. Como tengo los cajones con más mierda que el rabo de una vaca, me vi obligado a improvisar. Pensé en ponerme la capucha de los vídeo de teleconcursos, pero con este calor, cualquiera. Pensé en rodearme la cabeza con papel higiénico, pero ya soy lo bastante estúpido. Incluso pensé en no hacerme la foto con tal de no enseñar la cara, pero antes muerto que ser un hombre sin palabra.

Desesperado, decidí darme unos minutos de asueto. «Con un buen yogur de fresa en el estómago seguro que se me ilumina la bombilla», pensé. Oye, mano de santo. No me hizo falta ni comérmelo. Fui hacia la nevera, abrí la puerta y… allí estaba mi salvación. En la parte de arriba, en una zona de nadie que no roza con la comida, vi la máscara fría que mamá usa cuando le duele la cabeza. No lo dudé ni un segundo. Me la puse y aquí está el resultado.

Tiré cuatro o cinco fotos y la mejor es esta en la que salgo con los ojos cerrados (os podéis imaginar cómo serán las demás). Qué desastre, qué fealdad. Sé que parezco Hannibal Lecter, pero por motivos de seguridad no puedo mostrar mi rostro.

PD: Después de echarme la foto me quedé frito como un bebé. No veáis cómo relaja la careta. Está fría de pelotas, pero la verdad es que te quedas nuevo.

PD2: Luis, muchas gracias por el jamón que me mandaste. Estaba un poco requemao después de tanto trajín, pero me supo fetén.

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