Citando al bueno de Emilio Butragueño, aunque cambiando la persona, hablar de Esperanza Aguirre es hablar de «un ser superior». Tanto es así que creo que tiene superpoderes. Me explico.
Tal día como hoy, hace tres años, la presidenta de la Comunidad de Madrid salía ilesa de un accidente de helicóptero en Móstoles. Había salvado la vida de milagro, un hecho sólo explicable mediante la intervención divina que volvió a repetirse el pasado miércoles cuando, sin comerlo ni beberlo, se vio en medio de un intenso tiroteo que formaba parte de una trágica cadena de atentados en Bombay (India). Afortunadamente, había vuelto a ganar la ‘partida’. Dos de dos.
Parece que ‘Espe’ tiene una especie de imán para atraer el peligro, casi más que un personaje de Hospital Central, pero al mismo tiempo tiene la virtud de lograr esquivarlo con una facilidad pasmosa. ¿Cuánta gente sale casi sin rasguños de un accidente de helicóptero y un macroatentado? Ella misma, nada más aterrizar en Madrid, bromeaba de cara al futuro sobre este asunto: «Me tengo que quedar en mi casa y poner un antideslizante en la ducha».
Sinceramente, creo que Aguirre está desafiando a los guionistas y actores de ‘Destino Final’, esa película en la que un grupo de personas perseguidas por la muerte tratan de esquivarla, con la salvedad de que ella está mucho más tranquila que los actores.
Es más, viendo estas imágenes, no logro entender por qué la presidenta no quiere darles su secreto: