Confieso que al ver esta noticia he sentido una rabia casi infinita. No por la historia en sí, que me parece curiosa, sino por no ser yo el que tuviera tan aparentemente sencilla y seguro que lucrativa idea. Y motivos para registrar la patente no me faltan, pues se me pegan las sábanas con cierta facilidad cada mañana.

Bueno, tras las lamentaciones, el hito. Un muchacho indio de sólo 19 años ha diseñado el despertador definitivo, el que evitará que los remolones excedan un solo minuto su tiempo de sueño. El odioso (me puede la envidia) chaval se llama Sankalp Sinha y ha inventado un reloj que se conecta a la cama y emite descargas eléctricas al pulsar el botón de apagar o posponer. Aquí me viene a la mente una enmienda al inventito de marras, pero la reservo para el final.

Así contado, puede parecer que más que a la cama uno se vaya a dormir a la silla eléctrica y que las horas de sueño apenas sean el corredor de la muerte. Pero no es para tanto. Sankalp asegura que «la descarga que administra el reloj es inofensiva. Un cosquilleo suficiente para hacerte salir de la cama y darte algo de energía». El inventor se ha inspirado en las pistolas Táser, si bien su reloj es mucho menos agresivo.

Como podéis imaginar, a Sankalp se le ocurrió la idea porque pertenece a ese numeroso grupo de remolones en el que yo me encasillé al principio de esta historia. Tal era el problema que casi siempre llegaba tarde a la universidad para su primera clase del día, por lo que veía peligrar su éxito académico… Y claro, no está la cosa como para ser un universitario perenne.

Y ahora, la enmienda. ¿Y si el hombre perezoso se levanta de la cama, apaga el reloj y vuelve de inmediato al SOBRE (ay, cada vez que veo esta palabra…)? ¿Cuánto tiempo dura la descarga?