Acabo de ver un ‘show-room’ de Maybelline en YouTube y ya ardo en deseos de asistir a un curso de maquillaje. La verdad es que desde ‘colorea con Pumuki‘ y el bueno de Jero no he vuelto a ponerme en contacto con una pintura, pero quizá merezca la pena que el becario empiece a cambiar de hábitos.

Total, tampoco creo que sea tan duro. Con tal de pasar una o dos horas rodeado de decenas de mujeres guapas en un espacio cerrado de unos 30 metros cuadrados soy capaz de tirarme una lata de Titanlux por la cabeza.

Asumo que lo pasaré mal porque me cuesta poner cara de concentrado (y las chicas del vídeo parece que se están examinando de Selectividad). De hecho, me costará aguantarme la risa floja (la que te mueve la tripilla). Pero oye, que tiene que valer la pena. Imaginad a todas coreando mi nombre en plan «bee-caaa-rioooo»… vamos, que me atocino a la primera.

Mientras espero la invitación de alguna prestigiosa marca de belleza voy a ir entrenando mis modales (a cualquiera se le escapa un pedete rodeado de tanta finura… sería inadmisible), para lo cual cuento con vuestra ayuda.

PD: Ayuda a domesticar al becario y déjale tu consejo en los comentarios.