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Ella tiene el mejor trabajo del mundo

Sé que muchos pensáis que tengo el mejor trabajo del mundo. Me siento delante de un ordenador y me llevo una millonada por escribir tontunas en Internet. No os falta razón: en mi casa nunca faltan las mujeres, mi nevera siempre rebosa alcohol, me muevo en vehículos carísimos y veo a todo el mundo desde arriba… pero no os engañéis, porque si en mi casa nunca faltan las mujeres es porque mi madre y mi tía siempre andan por ahí, el frigorífico rebosa alcohol porque se me reventó una caja de bombones de licor, mi vehículo caro es un autobús público (ve tú a comprar un bus, verás el dinero que te piden) y lo de mirar por arriba a la gente es porque vivo en un décimo.

Espero que esto os sirva para comprobar que muchas cosas son más apariencia que realidad. Ni yo tengo el mejor trabajo del mundo ni lo tenía el pobre Ben Southall, que ganó un concurso para promocionar una isla paradisíaca y después de una picadura de medusa estuvo más muerto que vivo. Ni hablar del peluquín (no perdamos esta expresión, por favor), el mejor trabajo del mundo lo tiene la china Zhang Yumo, que en 2010 fue elegida por una web de viajes como «probadora de colchones» y aún conserva el puesto, por el que se embolsa 1.500 euros al mes, más o menos (por ese trabajo no está mal, ¿eh?).

Muchos diréis… si la historia viene de 2010, ¿por qué nos la cuentas ahora, Bec? Pues muy sencillo: yo hasta ahora había oído que pagaban a gente por probar colchones, pero… ¿por pegarse la vida padre en hoteles? ¿Durante dos años? ¿Sin ser miembro de la cúpula directiva de una gran empresa? Uff, esto sí me sorprende. Bueno, a mí y a la agencia Reuters, que le ha hecho un señor reportaje estos días (cuyas fotos podréis ver en el enlace, porque la que yo incluyo es de 2010 por cuestiones monetarias).

Quizás penséis que lo de Zhang es una suerte. No os lo negaré. Sin embargo, fue una de las tres elegidas tras las pruebas a las que se presentaron 7.800 candidatos, y eso se lo tuvo que ganar. Eso sí, no me preguntéis qué piden para este empleo. Supongo que las preguntas de la entrevista serán algo así:

– ¿Le gusta viajar?
– ¿Tiene usted el sueño ligero?
– ¿Ronca?
– Diga un número del 7.800.
– Perfecto, ya le llamaremos.

En estos dos años, además de ganarse sus cuartos, ha dormido ya en 200 hoteles por la cara, según la prensa china. Ella cuenta, muy seria, que su trabajo es interpretar a diferentes tipos de viajeros para ver cómo los hoteles se ajustan a sus necesidades (una milonga, vamos). De hecho, en las fotos del reportaje aparece muy concentrada, repasando la habitación como si fuera una gobernanta mala malísima (que las hay) y escribiendo sus conclusiones en el iPad (ahora ya no tiene el portátil que vemos en la imagen).

Ojo, que puede ser. En todas las profesiones hay gente motivadísima. Los hay que se acaban de sacar la carrera de periodismo y quieren entrevistar a Obama, de modo que no me extrañaría que esta muchacha viva con tal pasión su trabajo que se dedique a palpar las sábanas y a escudriñar si las botellas del minibar están correctamente alineadas, o si la curvatura de las cortinas es la correcta. Ahora bien, no nos engañemos… lo normal es que la chiquilla llegue, se tumbe, duerma, diga… «pues se duerme bien (o mal, o regular)», y después haga un informe con lo que le ha parecido el hotel. Un informe como el que haríamos vosotros o yo mismo (sí, incluso yo, que para eso hescribo tam vien).

Sin embargo, como Zhang se lo ha currado (suponemos) es ella se pasa la vida durmiendo en los hoteles, comiendo en los hoteles, haciendo vida en los hoteles… y cobrando por ello. ¿Y mientras tanto nosotros qué hacemos? Pues envidiarla un poco… y reírnos mientras la vemos sentada de rodillas haciéndole fotos a las zapatillas del baño. Eso es lo que nos queda.

PD: Venga, busquemos los mejores trabajos del mundo. ¿Cuáles sugerís?