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El insólito campo de fútbol que tiene dos árboles como porteros

Un campo de fútbol de hierba artificial, recientemente inaugurado en Bogotá (Colombia), atrajo mucha atención en las redes sociales debido a un par de ‘jugadores muy especiales’, diría que ‘permanentes’: dos árboles que crecen junto a cada portería. ¿Lo qué?

En 2017, el Instituto Distrital de Recreación y Deportes (IDRD) encargó un informe de ingeniería y arquitectura para la adaptación y mejora del Parque Japón, una zona verde en el norte de la capital colombiana. Lee el resto de la entrada »

Perdió el recibo de la luz y una desconocida se lo paga

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Paula Martínez una joven colombiana de 20 años que vivió en primera persona la generosidad y honradez que todavía tienen algunas personas en el mundo. Un ángel de la guarda en toda regla.

Hace unos días, cuando llegó a la ventanilla para pagar la luz, se dio cuenta que había perdido el recibo y el dinero, por lo que volvió sobre sus pasos dos veces, pero lamentablemente no lo encontró. Lee el resto de la entrada »

Lleva ocho años viviendo en una alcantarilla

Algunas historias saltan a la actualidad de forma recurrente. Esos estudios que concluyen que comemos mal, esos señores que te ayudan a comprarte la ropa y te aconsejan la que te queda mejor… y la historia de Lucas, el hombre que vive en una alcantarilla de Bogotá (Colombia).

Es como cuando un equipo de fútbol bate un récord de victorias: cada vez que gana bate su propio récord y cada vez que hay récord es noticia. Pues bien, como Lucas lleva viviendo ocho años (bueno, eso parece) en una alcantarilla… y lleva siendo noticia desde que entró.

No obstante, como esperaréis de un señor que vive en un sitio como ése, el protagonista de nuestra historia es reservado. Tanto, que en 2008 decía que tenía 65 años y llevaba siete viviendo bajo tierra y ahora, entrevistado hace unos días, dijo que llevaba ocho años viviendo ahí y que tenía 58. O tiene una forma muy rara de medir el tiempo, o a alguien le ha mentido.

En fin, os cuento brevemente su historia. Lucas nació llamándose Darío Acosta, y desde bien pequeño decidió que no quería trabajar ni estudiar como dice la canción. Se fugó de casa y pateó parte de Colombia y Venezuela, viviendo donde se podía, tomando lo que le dejaban y llevando una vida de todo menos sana.

Al final, después de muchos tumbos, se estableció en una alcantarilla de Bogotá y cambió su nombre (Darío) por Lucas, en honor a un perro que le hizo compañía durante parte de su periplo.

Su particular domicilio mide dos metros de largo, uno de ancho y 1,20 metros de alto, y al contrario de lo que creáis, está bastante limpio. Cada dos semanas utiliza un producto químico que mata los hongos, espanta a las ratas y a los insectos… y quema las manos. Lo que no te mata te hace más fuerte, que diría Nietzsche.

Cuenta que come gracias a la beneficiencia de los restaurantes cercanos que le dan alimentos entre semana y, según la versión que leas, te dirá que tiene hijos o que «cómo va a tener hijos», mientras presume de calorcito y de no tener que pagar alquiler. «¿Y cómo es posible que no le echen de ahí?» os preguntaréis… pues según contaban en 2008, tiene «una orden de la Empresa de Teléfonos que dice que tiene un permiso especial para vivir en ese lugar».

PD: Si alguien quiere saber más de la historia de Lucas, hay un vídeo de media hora donde cuenta con detalle su vida.

PD2: ¿Recordáis que también hablamos de un señor que vivía en un árbol dentro de su ciudad?

Una española perdida en… Bogotá

¿Os ha gustado Praga? Seguro que sí. Es una ciudad muy acogedora y Ángel se ha portado genial con nosotros. En cualquier caso, hay que hacer las maletas rápidamente, porque vuelve a ser lunes (sí, a mí también me da bajón, pero…) y nos toca viajar.

La rutina de siempre, ya sabéis. Arriba caerá la máscara de oxígeno si la cosa va mal, el chaleco está bajo vosotros y todas esas cosas. Tranquilos, que hoy como el viaje es largo pondremos dos películas: Marcelino, pan y vino y Reservoir dogs

Creo que es todo. Nos vamos a… ¡¡¡BOGOTÁ!!!. Allí nos espera Stephanie, que nos hará de guía.

1) Nombre

Stephanie.

2) Edad

25 años.

3) En España vivía…

En Madrid.

4) Ahora vivo…

En Bogotá, la capital de Colombia.

5) Me mudé…

El 7 de enero de 2007, hace poco más de tres años.

6) ¿Por qué me fui?

Buscando un sueño, jeje. Cansada de lo monótona que se puede volver la vida en la capital, después de seis meses trabajando de enfermera, ¡me surgió la posibilidad de estudiar Medicina! ¡Algo que no había hecho desde el principio por cobarde! Jeje.

1) De España añoro…

Mi familia… ¡mi gente! Unas buenas pipas en el fútbol y una caña acompañada con un pincho de tortilla.

2) En España no tenía y ahora sí…

A mi nueva gente de por aquí, que también espera que vuelva cuando me voy de vacaciones. Y a Hugo, mi gato :).

3) De Bogotá no me gusta…

La variabilidad del clima (4 estaciones en el mismo día) y LA LLUVIA ETERNA, en ocasiones torrencial.

4) Recomiendo que visitéis…

De Bogotá, el centro… la plaza de Bolivar, la Macarena, Monserrate, el jardín botánico… y del país, la costa Caribe.

5) La mejor comida de Bogotá es…

El plato típico es el Ajiaco (sopa de diferentes tipos de patata, con maíz, pollo y nata, acompañado con aguacate, arroz y plátano).

Bienvenidos a Bogotá. ¿No os sentís un poco Simba cuando veis fotos así? Vale… ya me callo… os dejo son Stephanie.

«El riesgo es que te quieras quedar»

Es el mejor eslogan que he oído y el más real. Dicen también que Bogotá es como una casa de empeño… ¡si te quedas más de 3 meses ya no vuelves!

La vida en un país tan estigmatizado por la violencia y el narcotráfico es totalmente diferente de lo que se ve en los medios de comunicación. Os cuento:

Llegué a Bogotá un caluroso 7 de enero y desde que pisé el aeropuerto, lo que más me ha sorprendido y siempre me seguirá sorprendiendo es la amabilidad y el calor humano de toda la gente.

Yo nunca comprendí la famosa «sequedad» de la que se quejaba mi madre (colombiana) de los españoles hasta que llegué aquí. Desde el primer momento pasé a ser una más, olvidando casi por completo los 10.000 km que me separaban de mi casa.

Así empezó mi aventura en una ciudad que es como Madrid, solo que un poco más caótica.

La universidad

No puedo hablar por otras carreras, pero realmente la educación aquí no tiene nada que envidar a la europea; teniendo en cuenta que la universidad aquí es casi que elitista, ya que solo el 5% de los jóvenes pueden acceder a educación superior y de ese porcentaje la gran mayoría en universidades privadas.

La competencia y la exigencia entre todas las facultades se nota bastante. Además, especialmente en Medicina, las posibilidades de aprender son increíbles… aquí se ve de todo…

La «rumba»

¡La fiesta es algo impresionante! Siempre hay gente dispuesta para salir a «rumbiar», como se dice por estos lados. Hay sitios de música electrónica, como en todas partes; es más, ChaCha diría que es de los mejores sitios en los que he estado: un piso 41, de lo que era un hotel anteriormente, ¡con vistas a toda la ciudad!

En cualquier caso, lo que se lleva la palma en la noche bogotana es la música Crossover, (el pachangueo, para que nos entendamos todos). El ritmo latino, bailar en pareja, ver a chicos bailar reggaeton… son cosas que a día de hoy ya no me sorprenden, es más, ¡lo echaré de menos cuando vaya de vacaciones a Madrid!

Aunque soy medio colombiana, aprender a bailar es vital si no te quieres morir del aburrimiento y tranquilos, porque todo el mundo está dispuesto a enseñar.

Los buses

-Buseta-flota-colectivo- Distintas variaciones de lo que viene siendo un bus. Eso sí, aunque se insiste en poner paradas, nada como la tradicional mano al borde de la calle para parar el que quieras… y lo mismo al bajarte. ¡Así se tengan que atravesar 3 carriles!

Se aprende a mantener el equilibrio yendo de pie después de unos meses, porque de principiante corres el riesgo de salir volando en el primer frenazo. Además, en caso de estar justo de dinero, el precio es hasta negociable entrando por la puerta de atrás previo consentimiento del conductor, jejeje.

Los domicilios

¡Cuantas veces he echado un «piedra-papel-tijera» para salir a comprar cualquier cosa estando en una casa! Pues bien, en este país todo es posible! Hay domicilios para lo que quieras, desde una chocolatina pasando por comida de gato hasta un solomillo de cualquier restaurante y en muchos sitios, 24 horas al día los 7 días de la semana. Aquí nadie descansa. Lo llaman «el rebusque», que como su nombre dice, es vender como sea, lo que sea, cuando sea.

La burbuja de la clase alta

Claro que todo no puede ser tan bonito… la realidad es que 1 de 10 personas, o ni eso, vive en la burbuja de la clase social alta (estratos 4, 5 y 6).

Aquí la gente se muere de hambre y los contrastes en la ciudad son increíbles. Desde casas sin servicios públicos hasta pisos de superlujo…

No me acostumbro a ver a niños pidiendo en los semáforos. Además, cada día llegan a la capital muchísimas familias desplazadas por la violencia y, a pesar de que se hace todo lo posible, es un tema que creo todavía se les escapa de las manos a las administraciones.

Los mitos de la inseguridad

No voy a negar que aquí se tiene que ir por la calle con más cuidado, pero no mucho más que en cualquier capital del mundo; simplemente aquí hay que seguir unas precauciones, porque el riesgo existe… y más si eres extranjero y tienes acento diferente, hay gente que intenta aprovecharse, así que… mejor no salir sola de noche andando a ningún lado, taxis mejor pedidos por teléfono, no enseñar mucho en los buses –ipod, móvil, etc.- ¡y bolso bien a la mano! Tampoco se puede vivir con el miedo, porque sino, no saldrías a ningún lado.

Y finalmente, a pesar de estar a 2600 metros más cerca de las estrellas como dicen aquí, a una hora escasa, tienes la posibilidad de bajar 1000 metros o más y disfrutar de un buen calor veraniego, perfecto para puentes y fines de semana en familia y con amigos. Algo que realmente te recuerda que estas en el trópico… Y ya en vacaciones… ¡nada como la playa! Cartagena de Indias es de los sitios más bonitos de este país, sin desprestigiar otros que todavía no he tenido tiempo de conocer. ¡Os animo a todos a que conozcáis este país maravilloso!

Bueno, esto es todo. Dejamos que Stephanie se vaya que ya la hemos entretenido bastante.

Las fotos del post son propiedad de Stephanie, que amablemente me las cedió para que las usara.

Ya sabéis que si vosotros también sois españoles expatriados podéis escribirme a elblogdelbecario@gmail.com y os cuento cómo funciona esta sección, aunque tampoco tiene mucho misterio, jeje.

PD1: Gracias a Alfredo por hacerme la sección mucho más fácil.

PD2: ¿No hay españoles en África y Oceanía?

Hoy hace un año…

Cuando los doritos aumentan el pecho… y la entrepierna

La vida de Miguel Hernández sólo valía cinco pesetas

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