Tremenda tensión durante la visita al programa de Pablo Motos de un redivivo Angel Garó, que quiso gamberrear con unos simuladores humanoides para desesperación del presentador y estupor de sus colaboradores, que miraban de reojo su cara de enorme cabreo. Estas cosas pasan cuando uno confunde a los invitados con coristas del recital de ego propio.
Fue uno de los poco días en los que falté a mi cita con El Hormiguero, que ya os dije que es, para mí, el mejor programa de la tele (y el tiempo me ha dado la razón con su Rose d’Or al Mejor Programa de Entretenimiento). Pues justo. Para una vez que falto por causas ajenas a Metro… hay sorpresa.
Esta mañana y gracias a Victoria, que me pasó este enlace de Público, me enteré de que el presentador tuvo un momento tenso durante la visita del humorista Ángel Garó. Así que en cuanto tuve un rato busqué el vídeo para verlo con mis propios ojos. Efectivamente, se nota que algo no le sentó bien durante una reanimación.
Viendo el vídeo es evidente, al menos para mí, que se mosquea, que pierde un poco los papeles y se da la vuelta. Pero no comparto la interpretación del Visto, dicho y oído que entrecomillo al principio del post. No creo que sea un problema de protagonismo ni tampoco percibo la «tremenda tensión» o el «enorme cabreo». En mi opinión, le sienta mal el hecho de que la gracia de la reanimación cardíaca se le va un poco de las manos, como si él mismo notase que la situación empezaba a ser desagradable y que se estaban pasando porque, aunque se tratase de un muñeco, Garó se estaba empezando a poner un poco bruto.
PD: Si os soy sincero, considero que es algo normal. Un programa en directo, diario, alguna vez tiene que ocasionar un momento tenso. No olvidemos que detrás de la pantalla hay seres humanos a las que les pueden sentar bien o mal las cosas, exactamente igual que a nosotros.
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