Archivo de la categoría ‘Historias de becarios’

NBA: porque detrás de un gran escudo siempre hay una gran animadora

Del creador de listas como los mejores disfraces de Mortadelo, las vacas más famosas del mundo o todas las monedas de un euro, llega ahora una votación que promete no dejar indiferente a nadie al otro lado del charco. Se trata del gran Fito de Nápoles, que apuesta por la NBA para romper el mercado de las encuestas de Estados Unidos. Y quién mejor que yo, el siempre ocioso becario con su infinito tiempo libre, para intentar hacerle famoso a nivel internacional.

Como sucediese con el gran MC Larrosa y su triunfal lista de las políticas más guapas del mundo (qué reventó Latinoamérica y Japón), mi objetivo es repetir éxito en el difícil mundo de la comunicación norteamericana.

Para ello, tenemos dos opciones relacionadas con el deporte de la canasta. La primera, muy atractiva, consiste en elegir a la mejor animadora de todos los equipos de la NBA. De momento gana Katherine (Miami), seguida de cerca por Heidi (Sacramento) y Jessica (Lakers), pero confieso que mi favorita es Kim (San Antonio). La última palabra la tenéis vosotros (en el megamontaje de aquí abajo faltan muchas más que podréis ver al entrar a votar):

La segunda pretende emular a la famosa lista de la bandera más bonita del mundo del verano pasado. Es lo mismo, pero con los escudos de los equipos de la NBA. Aquí de momento gana mi favorito: los Celtics de Boston.

PD: A partir de aquí sólo me queda cruzar los dedos y esperar a ver si a los estadounidenses les gusta la idea. Cualquier ayuda por vuestra parte será bien recibida :D. Os necesito más que nunca en este nuevo proyecto.

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En TVE también leen al becario

No soy yo mucho de hacer autobombo, entre otras cosas porque no tengo nada de qué presumir, pero cuando uno es un fracasado por naturaleza se conforma con estas pequeñas cosas. De hecho, en el momento en el que decidí escribir el post en defensa de Elle Macpherson tras la injusticia que el Daily Mail había hecho con ella, como siempre, aspiré a todo, a que me leyesen el máximo número de personas. Lo que no imaginaba era que me tuviesen en cuenta (ojo, que lo lógico es no hacerlo, lo reconozco). Por eso me hizo ilusión ver que el tema sirvió para plantear un debate en uno de los programas mañaneros de TVE.

Ahora, lo que de verdad me llenó de gozo fue ver al reportero de la cadena con mi fotomontaje impreso en la mano, paseando por las calles de Madrid y preguntando a la gente. Ahí, aunque nadie se diese cuenta, iba el alma de un humilde becario.

PD: Ya sé que lo lógico hubiese sido irse a la página del diario sensacionalista británico y sacar la foto de ahí, pero TVE tuvo ese pequeño detalle conmigo y yo, que soy un tío agradecido, les doy las gracias por regalarme mi momento de gloria, aunque sólo yo me enterase. Vale que soy al periodismo lo que el gran Antonio Larrosa a la literatura, pero también tengo derecho a sentirse sentirme realizado.

PD2: Perdonad por el audio del vídeo. Se oye fatal, pero soy un paquete con el Movie Maker, como ya sabéis los conocedores de los experimentos becarios.

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¿La mujer más plana del mundo?

Aristóteles (filósofo)

«Las ciencias tienen las raíces amargas, pero muy dulces los frutos.»

Lejos quedan aquellos días en los que los chicos más crueles de la clase (y algunas chicas también) se metían con otras compañeras por el escaso volumen de sus pechos o caderas. Ahora, la denominada ‘tabla de planchar’ es motivo de orgullo y un atractivo para todo aquel que pase por delante de ella.

¿A que nunca pensaste que conocerías a una mujer de 3 milímetros de ancho? Está claro que algún científico está demasiado influido por Sor Juana de la Cruz, quien un día, y refiriéndose a las mujeres, dijo: «Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis». Éste las hace de 3 milímetros por alguna extraña razón, pero se decepcionará si lee al dramaturgo Luigi Pirandello, el primero en decir que «las mujeres, como los sueños, no son nunca como tú las quisieras».

PD: Como habréis apreciado, hoy se me ha ido un poco la pinza. Los yogures de ayer estaban seis días pasados de fecha y estoy un poco mareado, así que debe ser por eso que no paro de decir estupideces. Además, estoy muy citón.

PD2: No he dicho nada aún, pero enhorabuena a los creadores. Fantástico.

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¿Cuál ha sido tu mayor travesura?

Todos hemos sido niños y todos hemos hecho alguna travesura. Yo, por ejemplo, tiré unos cuantos juguetes por el balcón (camiones de los gordos entre ellos) porque había un perro ladrando y quería que se callara.

Otra vez vacié un bote de champú (entero) mientras me bañaba, aprovechando que mi madre se había ido, sólo porque quería hacer «pompitas».

No sólo eso: también era especialista en meter la pata. Mi padre aún me recuerda que una vez estábamos comprando y mi madre andaba mirando plantas. Mi padre estaba ya harto de esperar y me dijo algo así como «Qué pesada es tu madre con tanta planta y tanta leche» y yo, que era un buen hijo pero no tenía muy claro lo que suponía el off the record, fui corriendo y se lo dije a mi madre: «Mamá, dice papá que eres muy pesada con tanta planta y tanta leche».

Aún así, creo que no soy un caso único y sospecho que muchos de vosotros escondéis grandes travesuras: jarrones rotos, mesas de cristal que perdieron el cristal, televisores que dejaron de verse de un día para otro y de forma sospechosa…

Y si no, alguna metedura de pata habrá, digo yo. Os dejo la de Celia, que fue quien me dio la idea ésta de las travesuras:

«Estaba yo en casa de mi abuela con unos 4 años y llaman a la puerta. Mi tía me dice que abra pero que si preguntan por ella que les diga que no está.

Allá voy a abrir la puerta y es una amiga de mi tía, que me pregunta por ella. A mí no se me ocurre otra cosa que: «Dice mi tita que ella no está».

Ahora, teniendo más o menos la edad que tenía mi tía por aquel entonces, aún me pregunto cuánta vergüenza pasaría yo si me hubiera pasado a mí y cuánta vergüenza pasó ella en ese momento».

PD: A Madrileñodecasta le permito que deje alguna trastada del gafapasta y la rubilla.

PD2: Con el permiso de Sara y si el tiempo lo permite, haré una lista con las mejores travesuras/meteduras de pata.

PD3: Ya sabéis que todas vuestras sugerencias son bien recibidas en elblogdelbecario@gmail.com.

(FOTO: Madmetal y emdot)

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Por esto no quise ser fotógrafo

Siempre he dicho que la de fotógrafo es una profesión que hay que llevar en la sangre, un trabajo para superclases con un talento innato y una capacidad de sacrificio enorme, como Jorge París. Por eso yo nunca quise ni intentarlo, porque de haberlo hecho seguro que hubiese terminado haciendo así mi trabajo:

Creo que si mi sino es hacer el ridículo, no me equivoco al escoger una opción en la que pueda cagarla desde el anonimato, como por ejemplo este blog. Allá donde vaya, meteré la pata, lo asumo, pero tampoco es necesario que se rían de mí. No, porque uno empieza cayéndose en un acto chorra y acaba tirando a ciclistas o siendo derribado por Cristiano Ronaldo con muletas.

PD: De todas formas, aunque estos tres casos pongan de manifiesto algunos gajes del oficio, no hay nada que reprochar. Al fin y al cabo fue el maestro Robert Capa quien dijo que si una fotografia no es buena es porque el fotógrafo no se acercó lo suficiente. Ellos sólo trataban de aprovechar ese consejo.

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El posible porqué del remate de su puta madre por la putísima escuadra

Opté por esperar al final de la fase de grupos de la Copa Confederaciones por si había algún momento mejor, pero no. Sin duda, el remate de cabeza de «su puta madre», perteneciente al la jugada que origina el penalti transformado por Kaká en los últimos minutos del Brasil-Egipto, es el momentazo del trofeo.

Este es el vídeo en 3D y locutado que la web del diario deportivo Marca (según dicen y menean; ojo, que yo no lo vi) colgó en primera instancia y que, según los mismos lectores, corrigió sólo unos minutos después:

¿Por qué pasa esto? Me hace gracia que muchos de los que comentan el asunto culpen al becario, así, sin más, como si fuese algo hecho a propósito para hacer la gracia, cuando en realidad es un error humano sin importancia.

En este diario hay dos cabinas insonorizadas donde se trocean las declaraciones de los deportistas, donde se graban entrevistas… y donde se locutan este tipo de cosas que luego se utilizan para la web. En este último apartado, como en muchas otras prácticas del periodismo, se producen equivocaciones y no pasa nada, ya que puedes volver a repetir hasta que te salga bien (al fin y al cabo, no estás en directo). El problema es cuando no te acuerdas de borrar esa toma falsa, que queda guardada en una pista. Si la dejas ahí corres el riesgo de que, al dar de alta la grabación buena, te equivoques y acabes poniendo la mala, que es lo que ha pasado (según mi teoría). Por eso se queda callado en el «putísima», porque le sale mal y durante ese silencio está preparando una nueva grabación.

Es un error gracioso, pero nunca una falta de ética o de profesionalidad. Casi todos, o al menos yo también, cuando hemos hecho algo que no es en directo y nos hemos equivocado, hemos salido del paso con un taco. Es más, si nos ha salido algo gracioso lo guardamos en la carpeta de gazapos.

PD: Sé que la gente que trabaja en medios de comunicación sabe que es esto lo que pasó (siempre que demos por cierto lo que pasó, porque repito que yo no lo comprobé), pero me parecía necesario explicarlo, porque habrá quien piense que se trata de un tipo que quiso reírse de todo el mundo, cuando no es así.

PD2: Para mí, lo realmente grave es que confundan las camisetas de las selecciones de Egipto y Brasil. Eso sí que es imperdonable.

PD3: Gracias a Fede por el aviso (perdona que haya tardado una semana XD)

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En busca de la mejor excusa

El otro día, a propósito de la chica que fingió un secuestro para perderse un examen, os pedía vuestras mejores excusas.

Y llegaron algunas:

1) marta: La táctica del termómetro: lo pones a la luz y sube la temperatura. Lo suyo es dejarlo a 37.5 más o menos.

2) saleupse: Me metí en el baño con unos mantecados, cerré la puerta, me metí dos mantecados en la boca y los mastiqué un poco, sin tragarlos tome un poco de agua y lo mezclé todo en la boca, tras agitar un poco la cabeza con el agua y los mantecados parcialmente masticados le eché todo en el váter.

A continuación un pequeño «concierto» de arcadas simuladas y llamando a mamá diciendo que me encontraba mal y que había vomitado.

3) MC: Siempre ponía la misma excusa… que se había muerto mi abuela.

4) mm: Una vez fingí que me había venido lo del mes.

Aún así, sigo buscando la mejor excusa, pero no necesariamente para faltar al colegio. Enviadme vuestras excusas para faltar al trabajo, para no acudir a una cita, para no volver a quedar más con un chic@, para pasar de una reunión, para no ir a una cena familiar… a elblogdelbecario@gmail.com.

Como no puedo daros un gran premio (evidentemente no tengo presupuesto), dedicaré un post a la/s mejor/es excusa/s. Además, a la más original le enviaré una viñeta de El bueno de Jero inédita. No hace falta que me lo digáis, sé que el premio es una basura… pero es lo único que os puedo ofrecer, jejeje.

¿Cómo? ¿Que no sabéis quién es Jero? Pues os dejo una viñeta para que lo conozcáis.

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El peligro de la sinceridad

Una lectora habitual del blog, Malagueña_salerosa, me envió hace no mucho una historia becaria buenísima.

Ya sabéis que me gusta que podáis compartir vuestras historietas de gloria y fracaso con el resto de lectores… porque todos somos becarios (y los que no, lo fueron alguna vez). Aquí os dejo la narración:

«Resulta que soy administrativa contable, llevamos una comunidad de propietarios.

Mi jefe me pidió un día que llamara a todos los vecinos de la comunidad para recordarles (aunque había carteles por todo el edificio) que esa misma tarde se celebraba una Junta Extraordinaria de Vecinos.

Me puse a ello. Llamé a varios vecinos y todos me contestaron al teléfono, hasta que me toco llamar a otra vecina, que tardaba en cogerlo.

Estaba a punto de colgar cuando la mujer descolgó. Sólo me dejo decir «Hola». Sin darme tiempo para que me presentara, la señora me soltó un «¡¡Ay!! Hija que me has pillado con las bragas bajadas».

Yo me quedé a cuadros. En un principio pensé que sería una expresión del estilo «me has pillado con las manos en la masa», así que intenté retomar mi trabajo y explicarle el porqué de mi llamada.

Pero la señora no me dejaba hablar y me contó que había estado en la ginecóloga, que llevaba toda la tarde en la consulta y con ganas de hacer pis, que hasta el momento en que llegó a su casa no pudo ir al servicio y que mi llamada era la que le había levantado del water.

«Ya está, hija mía, ¿qué tenías que contarme?

A todo esto, me dice: «Hija espérate que me las voy a colocar»… en el momento en que escuché el sonido del teléfono apoyándolo en la mesa, un momento antes de que me dijera «ya está, hija mía, ¿qué tenías que contarme?», ya no pude aguantar más la risa y la señora se quedó muda.

Cuando me contuve me presenté y le expliqué por qué la llamaba. Ella imagino que estaría roja como un tomate y sólo acertó a decirme: «Pensé que eras mi hija». Tras preguntarle si pensaba asistir a la reunión me dijo que no podría.

Tras despedirme estuve partiéndome de risa un rato y cuando lo conté en la oficina, no hubo nadie que pudiera contenerse… ha sido uno de los días en los que más me he reído.»

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¿Hasta dónde llegarías para no hacer un examen?

Mi madre siempre me cuenta que cuando era pequeño no me gustaba nada, absolutamente nada, el colegio. A la vuelta de vacaciones, lloraba, los lunes, me dolía la barriga… una perlita, vamos.

El caso es que un día se me disparó el ingenio y dije que estaba malo para no ir al colegio. No tenía examen ni nada, simplemente no quería ir. Mi madre, que es la mujer más lista del mundo (aunque en aquel momento un mono con sombrero y puro también lo habría descubierto) supo pronto que no estaba malo. Que era una patraña.

Aún así me tuvo todo el día en la cama, no me dejó moverme. A las 9.01 horas, cuando ya había sonado el timbre de la escuela, me encontraba perfectamente (quizás por eso no coló) y al final, harto de estar en la cama, terminé yendo a clase por la tarde.

Claro que mis proezas nunca llegaron a la altura de una niña de 11 años de Alta Gracia, en Argentina. Jamás se me habría ocurrido fingir mi propio secuestro.

Esta chiquilla tenía examen de lengua y pensó que lo mejor era no ir. Lo creáis o no, se montó un peliculón de la virgen. He visto películas de Julio Médem más aburridas (claro que igual no es el mejor ejemplo… jeje).

Llegó a su colegio pero no quiso entrar. Se puso a deambular hasta que un hombre la encontró y le preguntó: «¿qué haces sola a las siete de la mañana?». Ella dijo que iba a un profesor particular pero que no tenía dinero para llegar a la casa, así que el hombre se ofreció a llevarla.

No localizaron a la profesora y la llevó a su supuesto hogar (el de la niña, claro). El problema es que la niña no entró nunca a esa casa, según publica la prensa argentina.

La encontró la Policía y aquí vino lo mejor. Una película digna de un Goya Oscar. Se inventó:

  • 1) Que había sido secuestrada por dos hombres que viajaban en un 4×4.
  • 2) Que la habían dormido con un somnífero.
  • 3) La ropa que llevaban los hombres (uno de ellos con guantes).
  • 4) Una detallada descripción del interior de la camioneta.

Al final, mientras recorría la zona en la que teóricamente había sido secuestrada, apareció de nuevo el hombre del principio, que contó a la Policía lo sucedido. La pequeña se derrumbó y admitió que no hubo secuestro, que faltó a clase porque tenía «examen de lengua».

Y ahora os pregunto yo… ¿cuáles son vuestras mejores excusas?

(FOTOS: zimpenfish y blmurch)

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Miradas que matan (y con razón)

Siempre que tengo que hablar de miradas que matan pongo como ejemplo la archifamosa secuencia de imágenes tomadas al matrimonio Beckham hace un par de años. A él se le va la vista… y ella le perdona la vida.

Pues, bien tengo que contaros que me ha ocurrido algo parecido. Me han mirado mal y me lo he merecido. No he desnudado con la mirada a ninguna mujer ni he hecho suciedades, es decir, que el caso no tiene nada que ver con David y Vicky, pero al final, el efecto fue el mismo. Os cuento.

El otro día fui a hacer la compra al súper del barrio. Yo iba tan tranquilo, con la cabeza puesta en ocho yogures de fresa y el resto en la lista que mamá había confeccionado concienzudamente, como siempre.

En la puerta había un hombre negro vendiendo La Farola, un tío la mar de educado que me abrió la puerta a pesar de que yo no le di nada. Una vez dentro, mientras echaba las cosas en el carro, me remordía la conciencia. Ese hombre, sin nada, era pura amabilidad, mientras que yo sólo pensaba en mis tonterías. Así que decidí darle un euro cuando saliese.

Pagué y saqué un euro del bolsillo para dárselo, pero cuando llegué a la puerta, el señor no estaba. Me asomé mirando de derecha a izquierda en la calle y nada, así que volví dentro para echar un último vistazo… y lo encontré. Él estaba de espaldas, así que le toqué en el hombro y, cuando se giró, le ofrecí el euro con toda mi ilusión. Él, en vez de darme las gracias, me dijo: «No oiga, yo no estoy pidiendo. Vengo a hacer la compra». Y me quedé tieso. Sólo supe balbucear un ridículo y temeroso «perdón». ¡Qué metedura de pata! ¡Me equivoqué de persona! El señor debió pensar que, según mi criterio, todos los negros piden limosna. Quería que me tragase la tierra. Por mucho que se lo intentase explicar, creo que no hubiese arreglado nada. Su mirada de ‘este tío es imbécil’ estaba más que justificada y a mí sólo me quedaba fijarme mejor para la próxima vez y no ser tan despistado.

PD: También es cierto que tuve muy mala suerte. Si el señor de La Farola no se hubiese ido, jamás me habría equivocado. Y si el otro señor hubiese estado de cara, y no de espaldas, tampoco me habría pasado.

PD2: No os podéis imaginar la vergüenza que pasé sólo de pensar que el tipo aquel pudiese tomarme por racista, clasista o qué sé yo. Como me lo vuelva a encontrar, igual se lo intento explicar. Seguro que si le digo quién soy, de la pena que voy a darle, comprende que no fue una ofensa, sino que simplemente soy así de estúpido.

–> FOTO (carrito): Actual y Curioso

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