Una misión de rescate muy indiscreta

bra_rescueHay prendas de vestir que las carga el diablo. Que por pudor parece que tienen que ser enterradas en el cajón de una cómoda y sólo pueden ser exhibidas en momentos de lujuria, pasión y desenfreno. ¿Por qué? Con lo preciosa que es la lencería. Ese encaje, esa organza, esos diseños que realzan la figura femenina… Mejor lucirlos que esconderlos por vergüenza.

Ese rubor y sofoco debió tener ‘la vecin@ del quinto’ (puede ser del cuarto o del tercero, pero me gusta más el cinco. ¡No seáis mal pensados!) al comprobar que el sujetador había caído accidentalmente al porche del inquilino del primero. Pobre, seguro que estaba tendiendo y tuvo un despiste. ¡Qué fatalidad!

«¿Y ahora qué hago? Llamo a su puerta y le digo que recoja el sostén. ¿Qué cara me pondrá?«, debió pasar por su cabeza. Pues ni cort@, ni perezos@, y para no enfrentarse al bochorno de reclamar la prenda al vecino, ideó un plan infalible: ‘El pesca Bra‘. Lo que no sabía es que el ocupante del piso estaba atento a todos sus movimientos y grabó la furtiva operación de rescate.

En el vídeo se observa bajar un hilo de los cielos. Del extremo cuelga un gancho preparado para cazar la preciada posesión. Tras unos precisos movimientos, el sujetador se eleva hacia el infinito como guiado por una mano divina (faltó una BSO celestial). «Qué alegría, no me han pillado«, supongo que pensó aliviad@. ¡Qué te crees tú eso!

PD. ¿Preparado? Posiblemente, pero no me negaréis que tiene su gracia.

(Foto: captura de Youtube)

5 comentarios

  1. Dice ser marian

    Pues yo hago lo mismo desde hace 16 años, vivo en un segundo y cuando algo se me cae a la terraza del vecino del primero, saco mi hilo con un anzuelo (facilitado en su día por mi suegra) y me dedico al arte de la pesca, una vez en lugar del calcetín, pesqué el macetero (de plástico) en el que había caido, lo subí, lo cogí y lo volví a dejar en su sitio.
    El vecino no se si habrá visto alguna vez la maniobra, lo que sí se, es que un día apareció en mi puerta con mi avión lleno de ropa, (un remolino de viento lo había sacado y aterrizado en la susodicha terraza) y yo ni me había enterado, a estas alturas, presupongo que si le cae un sujetador en la cabeza ni se inmuta el hombre (bendito él).

    19 febrero 2015 | 12:44

  2. Dice ser Juan

    Que mal pensados, simplemente lo ha hecho para no tener que molestar al vecino con esa tonteria.

    19 febrero 2015 | 13:01

  3. Dice ser Probamos

    Pues a ver que hacemos…. esto es lo mas normal del mundo

    http://goo.gl/8Wlk2i

    19 febrero 2015 | 18:07

  4. Dice ser incom2

    Esto no es nada comparado con lo que nos montábamos mi hermano y yo de pequeños. Armados de un carrete de hilo cada uno (birlado de la máquina de coser de nuestra madre) y con sendos módulos de alunizaje tipo Eagle hechos con cuatro piezas de Tente y unos palillos mondadientes por patas… allá descendían nuestros módulos de aterrizaje cruzando las alturas de dos pisos hasta llegar al jardín de la vecina del primero. Si ver un sujetador de encaje despegar a las alturas puede ser chocante, ver de pronto alunizar dos coloridas naves espaciales debía ser para nuestra vecina motivo de hilaridad (lástima que entonces no había redes sociales donde grabar el evento). Un pequeño paso para… 😉

    19 febrero 2015 | 19:06

  5. Dice ser Gorecho

    Su marido le compraba lencería íntima, de la más atrevida. Ese era su único atrevimento,ya que él maromo era un cobarde, bien porque consideraba una cursilería decirle a su mujer palabras de amor tiernas, o tal vez porque lo único que sacaba en limpio de sus intercourses era sólo eso: la visión de un tanga con bordados y flecos, color púrpura. De ahi no pasaba.
    Asimismo, la sometía a inacabables sesiones de fotografías «pícaras» o personalmente exalaltantes. Luego las guardaba en un cedé, procurandoo dejarlas inaccesibles a los ojos de sus hijos.
    Acabaron en mi correo.

    Ahora quiere que las yo las elimine. Como si yo fuera ella quien que las tomó y no quién las envió, con esa imprudencia que confiere el amor fou. Eso y su alocada pasión de un mes, dos meses, tres años, cuando todo el monte era catre conyugal..

    Más tarde le dio un toque personal y se las hizo ella misma. Selfie, o como dicen las que en ese arte empiezan a hacer sus pinitos: fotos «comprometidas». Que suelen llegar a ser «comprometedoras».

    No les echo una mirada desde hace tiempo. Están en sepia, se daba mucha maña en envejecerlas, darle un matiz vintage. Pretendía que eran las primeras. Ya. Demasiada destreza, enfoque casi profesional.. Ahora tiene miedo. Pues que se haga un selfie bien tapada, y me lo mande. Quiero ver esa cara de miedo. La recortaré y pegaré sobre aquel rosro tan oferente. Quizás le añadan morbo, y vuelva yo a verlas de nuevo. Simplemente por placer. No digo qué clase de placer.

    Al dorso imprimiré oraciones a la Inmaculada, a las 10.000 virgenes, a la Magdalena, a Santa María Goretti.. Quién sabe? Tal vez cuente con el nihil obsta de Francisco y sea todo un negocio venderlas a un euro con cada ejemplar de 50 sombras de Grey. Tengo que pefeccionar la idea. Si me hago rico, compartiré con ella el 15% de las ganancias. Sacarla así de ese arroyo turbio de un matrimonio que funciona a base de clic clic, y de la puntilla de la patética lingerie de se mira pero no se toca.

    https://www.youtube.com/watch?v=HBUknXu_HGs

    21 febrero 2015 | 6:22

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