Archivo de marzo, 2012

Una de las entrevistas más divertidas que verás nunca

Hay muchas formas de hacer humor, ya lo sabéis. Podemos hacer humor como los guiñoles franceses (de mal gusto), humor como el de Padre de familia (absurdo), humor como el mío (sin gracia), humor que a veces te tienes que guardar (negro) y otro que suele estar reservado para cuando cumples los 65 (verde). Pues bien, la entrevista que os traigo hoy es una mezcla de todo, y no me voy a enrollar con la introducción porque quiero que la veáis y la disfrutéis tanto como yo la disfruto.

Jimmy Kimmel es el presentador de un late night estadounidense que lleva su nombre y el otro día invitó a Will Ferrell, un actor de películas como Embrujada y Melinda y Melinda, para hablar de su nueva película, Casa de mi padre, en la que también actúan Diego Luna y Gael García Bernal.

La cinta tiene una particularidad y es que está grabada enteramente en español, de modo que decidieron hacer una entrevista diferente: de principio a fin en nuestra lengua materna (con subtítulos en inglés, eso sí). Para que os hagáis una idea antes de ver los vídeos: es como si Buenafuente invita a Santiago Segura a su programa y no dicen ni una palabra en español.

Lo que en cualquier programa se habría transformado en un insulto fácil hacia lo latino, en éste no. En el fondo se ríen de todo: de ellos mismos, de cómo hablan español… y eso que el presentador empieza anunciando que van a «confundir, decepcionar y, posiblemente, ofender a la mayoría de nuestro público latino». El vídeo está en tres partes, así que yo os voy poniendo cada trocito y entre vídeo y vídeo os lo comento. Empezamos con los primeros cinco minutos de la entrevista, que concluyen con un momento mítico en el que Will confiesa cómo aprendió a hablar español. No os lo perdáis, de verdad.

Algunos amigos míos me suelen decir que tenemos que aprender todavía muchas cosas de la forma de hacer televisión que tienen los estadounidenses. No les falta razón. Además de la parafernalia debéis saber que los vídeos son del canal del propio programa, que los sube a YouTube y te da la opción de incrustarlos, lejos de lo que hacen la mayoría de cadenas españolas. Pero bueno, no me lío: ¿qué os ha parecido este trozo? ¿No es espectacular la entrada, en un caballo falso arrastrado por dos cowboys en calzoncillos? Bueno, si no os gusta esa parte siempre podéis disfrutar con sus aspiraciones para ganar un Oscar: «Si una película muda puede ganar, ¿por qué no una en español?». Entre eso y el particular español que utilizan… no puedo parar de reír.

En fin, aquí va la segunda parte. Ahora toca reírse un poco de Casa de mi padre y de la trayectoria de Will Ferrell, a propósito de sus recurrentes desnudos en las películas en las que interviene. Son algo más de dos minutos y medio, probablemente los menos graciosos de toda la entrevista, he de confesar.

«El calor estaba muy máximo» creo que es la frase que puede resumir a la perfección este trocito. Y que conste que no me río de cómo hablan español, ¿eh? Primero porque seguro que son capaces de hacerlo mejor, con otro vocabulario (pero no quieren), y segundo porque tendríais que verme a mí hablar inglés. Lo mío con el inglés sí es la lengua del amor, que diría el bueno de Will… pero porque serías capaz de besarme con tal de no oírme perpetrar un atentado así contra la lengua de Séxspir (os dije que no se me daba muy bien el idioma).

Y ahora la tercera parte, donde entra en escena el bueno de Diego Luna. Lo encontramos sentado en el público y es el único que habla en inglés durante la entrevista (además del guardia de Salt Lake City del primer vídeo, claro). Su discurso anglosajón no está subtitulado, pero viene a hacer un pequeño ataque a EE UU, una defensa a ultranza de México (dice que los mexicanos son gente guapa y que él y Gael son un ejemplo de ello) y ataca al pobre Will, pidiéndole que se dé cuenta de una vez de que no es mexicano, que se lo quite de la cabeza. No os digo más, aquí van los últimos cuatro minutos y medio de entrevista. Deliciosos.

«¿Cómo te va mi muy muy bueno amigo viejo de muchas semanas?», dice Ferrell. En serio, es volver a ver los vídeos y volver a partirme de risa. Será que tengo un humor tonto, o la risa fácil… o las dos cosas. Es espectacular la rajada (de broma) que pega Diego Luna y más genial aún cómo la subtitulan («I’m fine», que viene a ser «estoy bien»).

Y para cerrar, dos apuntes. Primero, comparto con el pobre Diego que es difícil aguantar a alguien que ve 400 horas de Dora la exploradora «y una mochila que habla». Segundo; después de todo eso, Will tiene el valor de decirle que su dominio del español «está mejorando». En serio, me quedo sin palabras.

PD: La película se estrena este viernes en Estados Unidos, pero yo ya estoy deseando que llegue a España y leer lo que le parece a mi compañera @sinefectos.

«Mamá, córtame el pelo ya, que creen que soy una niña»

Ser feo tiene sus ventajas. La experiencia me ha demostrado que los guapos solo se encuentran con problemas a su paso: automáticamente les etiquetan como tontos, muchas veces solo los quieren por su físico, se ven obligados a cuidarse y a machacarse en el gimnasio… lo suyo sí es tener un examen cada día y no lo de Torres e Higuaín.

No sé si sois guapos (o si tenéis amigos que lo son), pero ese martirio del que os hablo comienza en la más tierna infancia. Existe la costumbre de, a los niños guapos, dejarles el pelito largo, en plan «Hola, me llamo Yahel y tengo diez años». Pero claro, con el cuerpecito aún por desarrollar, el niño, y esto de pequeño molesta mucho, tiene que aguantar comentarios del estilo: «Ay… pero qué niña más guapa, ¡madre!» o «¿cómo te llamas, preciosa?» y eso molesta. En cambio, como decían en un monólogo de El club de la comedia, a un niño feo jamás le dejarán el pelo largo, porque en lugar de Brad Pitt en una portada de la Súper Pop parecería Santiago Segura en una escena de El día de la bestia.

Después de estos párrafos de introducción seguro que entendéis por qué el pequeño Rean Carter, de cinco años, le ha pedido a su madre que le corte el pelo de una santa vez. Al pobre Rean no le han cortado el pelo nunca en sus cinco años de vida, como si fuera una chiquilla a la que esperan hacerle un peinado excepcional en su comunión, y eso ha provocado que al jovencito lo tomen por jovencita demasiado a menudo, algo que le toca la moral (a esas edades no te toca ninguna otra cosa porque no pueden decir tacos) al crío.

Actualmente la hermosa cabellera del pequeño Rean le llega a la altura de la cintura (45 centímetros de largo), pero le trae más disgustos que alegrías. No piensa lo mismo su madre, Leeanne Smith que desde un primer momento se negó a cortar esos «encantadores rizos de oro» a su pequeño y que ya ha confesado a la prensa británica «haber llorado» ante la idea de que Rean pierda su melena.

En el colegio le obligaron a hacerse coleta y los niños, que son crueles como Bart y Nelson de Los Simpsons, apartaban al pobre Rean de los juegos porque «parecía una niña», según recogen los diarios ingleses.

Ahora bien, la batalla en casa de los Carter no ha acabado todavía. Primero, porque el niño quiere que el barbero meta a fondo la tijera mientras mamá prefiere que le corten lo menos posible y segundo porque al hermano de Rean, Regan (efectivamente, no se calentaron mucho la cabeza con los nombres en esta familia), tampoco le han cortado el pelo de momento, aunque tiene solamente dos años.

Por si os interesa… el pequeño Rean vive en Sunderland, como mi primo Miguel Ángel, y se cortará la melena en las vacaciones de Semana Santa. Lo digo por si aún no tenéis decidido a dónde ir de vacaciones y os apetece pasaros por allí para ver tamaño espectáculo (y saludar a mi primo, que os pilla de paso).

PD: La historia tiene también su parte tierna, porque Leeanne prepara una subasta del pelo de Rean para donar lo recaudado a una institución benéfica.

Construirán un baño de 60.000 euros en una isla deshabitada

Los baños solo traen problemas. Hace no demasiado estaba tomando algo con unos amigos en un bar y tuve que ir al servicio. Me detuve frente a las puertas para saber cuál era el mío y los dibujos eran un pez y un pulpo. ¡¡UN PEZ Y UN PULPO!! ¿Qué demonios soy yo? Pues como no lo tengo claro entré al de la derecha, y había una chica. «Ups, error», pensé. Salí y fui al otro. Estaba vacío (¡BIEN!). No habían pasado ni 30 segundos cuando una muchacha aporreaba la puerta: «¡¡¡Eh, sal, que esto es el baño de mujeres!!!». Terminé, salí, me disculpé, me pregunté qué demonios hacía la otra zagala en el baño de chicos y concluí que ella, como yo, no debía de tener claro si era pulpo o pez, y entró al primero que pilló. Con lo fácil que es poner «Caballeros» y «Señoras».

Por eso, porque los baños solo traen problemas, no entiendo que en la pequeña isla de Handa, en Escocia (sin tilde en la «i», no me seáis graciosos), quieran poner uno que les cuesta 50.000 libras (unos 60.000 euros). Sobre todo, estando la isla como está: deshabitada. El tiempo es tan desapacible en Handa (ni que en el resto de Escocia fuera una maravilla, vamos) que durante seis meses allí no se acerca nadie. Y cuando digo nadie es nadie, ni Goku con la nube mágica, ni Vegeta teletransportándose. Nadie de nadie, no sé si me explico.

Los otros seis meses tampoco tiene habitantes, pero sí turistas (como si fuera la isla de Benidorm), que van a ver la rica fauna y flora de la zona (esto ya no es como la isla de Benidorm: allí se va a comer paella y a ver gallos, pero la flora y la fauna está en las discotecas los sábados por la noche). El problema, porque las autoridades han entendido que era un problema, es que hasta ahora en Handa, si querías evacuar, ya fuera poco o mucho, tenías que buscarte un rincón íntimo, como si estuvieras en la isla de Supervivientes. De ahí la idea de construir un baño público.

Ahora bien, en Handa hay un aseo, que actualmente usan los voluntarios que te enseñan lo que puedes hacer y lo que debes ver de la isla. «¿No vale ése, Bec?», preguntaréis. Pues no, hombre, no mucho, y menos teniendo en cuenta que la visitan 6.000 turistas en verano para observar su variedad de aves. Si en los bares después del tercer visitante está el baño que da pena, imaginad ahí… y más aún si es el cuarto de baño de los trabajadores… que no, hombre, que no. Lo que les faltaba a los pobres, que no tienen televisión y se las ven y se las desean para coger algo de cobertura con el móvil.

«¿Y por qué demonios es tan caro, Bec? ¿También tienes una razón para eso?» Bueno… para que os hagáis una idea: no hay electricidad ni agua corriente y los vientos que azotan la isla obligarán a David Sommerville, arquitecto responsable de la obra y que lleva cinco años trabajando en el proyecto, a inventarse algo. La solución será, según parece, meter el baño bajo tierra (un poquito, no os asustéis), utilizar acero y echar serrín para tapar cada regalo que la madre naturaleza le haga a través de nosotros.

Ale, muchachos, para que luego digáis que no os doy razones para viajar en verano. Ahí tenéis mi recomendación: una visita a la isla de Handa, pequeñita, coqueta y con un montón de aves por descubrir. Y si no os convence nada de eso, igual os motiva echar un pis en un baño de 60.000 euros, para ver si se siente algo distinto. Dicho lo cual, yo antes de entrar miraría si en la puerta hay pulpo o pez… por si las moscas.

PD: Si todo esto os parece irrelevante, no os perdáis lo que me pasó mi amigo y viñetista @juancmarti. ¡¡Un perro colándose en un reportaje de la Casa Blanca!! Nosotros hacemos periodismo extremo y de calidad, pero nadie nos lo agradece.

Tiene 20 años y es adicta a beber gasolina

Ya sabéis que tengo una red de corresponsales becarios estratégicamente ubicados por todo el mundo. Cada semana mis chivatos de Argentina, Suecia, Croacia, México y España (dentro de la que encontramos Pamplona, Madrid, Barcelona…) me cuentan historias que luego leéis aquí o en las comunidades becarias de Twitter y Facebook. Pues bien, el mayor corresponsal, el becario del becario, si es que existe esa figura, es mi padre.

Desde que tiene Internet y lee el blog… (bueno, él ve las fotos, pero como mi madre le suele contar de lo que va cada post seguramente sonreirá mientras lee esto y dirá: «Mira, el niño está escribiendo de ti») desde que sabe que soy el becario, digo, tiene un imán para lo friki. Lo absorbe todo. Es así como logró hacer que el tema de hoy, que en principio iba a tener como protagonista a un portero profesional encerrado en un cuerpo de mujer (chivatazo del periodista y dibujante @juancmarti) dejara paso a la corrosiva historia de Shannon, natural de Welland (Ontario, Canadá), una chica de 20 años adicta a la gasolina.

Hoy os vuelvo a hablar de un programa que ya ha aparecido alguna vez por aquí: My strange addiction, que suele contar historias de gente con vicios raros. Quizás alguno recuerde la recopilación que hice el pasado mes de septiembre o el último post de este tipo, que publiqué en febrero, donde hablábamos de la chica de 18 años adicta a comer plástico. Pues bien, todo eso son chorradas cuando nos encontramos con el vicio de Shannon, una muchacha de 20 años que al parecer no supo entender eso de «empezar el día con energía» y en lugar de un desayuno copioso se mete para el cuerpo un chupito de gasolina.

Evidentemente no está todo el día enganchada a la botella, porque es caro y ella, aunque no lo parezca, sabe que no es saludable. Le basta con doce vasitos de gasolina al día (que se traduce en 19 litros al año, justo el tiempo que lleva enganchada). ¿Y qué se siente al beber gasolina? Una sensación muy agradable, como suponéis: primero un hormigueo… y luego quema como si tuvieras un demonio celebrando las fallas en tu garganta. ¿Cómo no engancharse a una cosa así?

En el programa ya salió una vez una mujer adicta a oler la gasolina, que la usaba como quien coge el Vicks VapoRub durante un resfriado, pero el caso de Shannon es especial. Verla caminar por su casa con el bidón en la mano da casi repelús, sobre todo cuando cuenta cosas como: «Aunque me hace daño, me hace sentir bien».

Al parecer su madre no se lo creía al principio. Entendedla, si a muchas madres les cuesta creer que sus hijos fuman, imaginad cómo será que beban gasolina. Por ello, seguramente hay dos escenas para el recuerdo: la primera, la vez que le dijeran a la pobre madre que su hija bebía gasolina; la segunda, cuando la madre le dijo «échame el aliento» y flipó. Supongo que el pelo se le pondría rubio y arrancaría la moto que tuviera aparcada en el garaje de un soplido.

Ni que decir tiene que esto es peligrosísimo. Supongo que no pasa por vuestra cabeza, pero NO LO HAGÁIS EN CASA. Y el consejo no os lo doy solo porque lo ponga el progama al principio de su emisión, sino porque beber gasolina puede provocar quemaduras, vómitos, diarreas y un montón de enfermedades además de la muerte, según fuentes sanitarias recogidas en la prensa británica. Es lo que tienen las sustancias tóxicas, claro.

PD: Cuando vaya a la gasolinera digo yo que pedirá la gasolina más barata. Y el gasolinero le preguntará eso de… «¿para tomar aquí o para llevar?»

PD2: Dicen que en China hay un señor que lleva 42 años dándole a la gasolina. ¿Dará positivo en un control? ¿Tendrán que hacer anuncios de «si bebes (gasolina) no conduzcas»?

Descubre gracias a Facebook que su marido está casado con otra

Únete a la comunidad becaria en Facebook

¿Cuántas veces os he avisado de los peligros de las redes sociales? ¿CUÁNTAS? De hecho, raro es el mes que no cae un post en el que os hablo de las fotos que nunca debéis subir, del cuidado que tenéis que tener agregando a la gente (no sea que elimines a una amiga de Facebook y te queme la casa), u os recuerdo lo peligroso que resulta confesar crímenes y agresiones en un sitio donde te leen más personas de la que tú crees.

Sin embargo, hoy me voy a remontar a una entrada en concreto, del 31 de mayo del año pasado (cuando éramos 1.600 en la comunidad becaria, ahora somos 2.200), en la que os explicaba que Facebook no entiende de sentimientos. Todo aquello venía a propósito de mi amigo Ramiro, a quien el robot de Facebook le recomendaba que añadiera a su ex, con quien tenía varios amigos en común amén de una ruptura tormentosa. Una chorrada si lo comparamos con el caso de Alan L. O’Neill, o Alan Fulk, según la esposa con la que hablamos, que se enfrenta a cargos de bigamia (que estaba casado con dos mujeres a la vez, vamos).

Os cuento la historia desde el principio, que doy más vueltas que Spartacus. Resulta que Alan, estadounidense de 41 años, se casó con su primera mujer en 2001. Ocho años después se dieron cuenta de que la cosa no iba a funcionar y él se fue de casa, sin pedir el divorcio, eso sí,no sabemos si porque confiaban en una reconciliación o porque la vida está muy cara como para divorciarse.

En diciembre de este año cambió su apellido, Fulk, por O’Neill (quizás para parecer irlandés) y se casó con su segunda esposa, porque el amor te hace cometer locuras, ya sabéis. «¿Qué pasó entonces?» Preguntaréis. Pues bueno, lo que pasó es que Alan agregó a su nueva mujer a Facebook sin borrar a la anterior y entonces la red social, que no entiende de sentimientos, creyó oportuno que ambas mujeres se conectaran y sugirió a la segunda como «persona que quizás conozcas» a la primera.

Imaginad la cara que puso la primera mujer de Alan cuando vio a su marido trajeado y con un pastel de boda en la imagen de perfil de su nueva esposa. Es como cuando ves en una película a un tipo paseando por un callejón silencioso y oscuro… sabes que la cosa va a terminar mal.

En este caso, la primera esposa llamó a su todavía suegra y una hora más tarde nuestro amigo Alan fue a verla (a su mujer, se entiende, a su madre suponemos que iría a verla por lo menos los domingos). Entonces ella le preguntó si aún estaban casados y él respondió varias veces que no, o al menos eso rezan los informes judiciales a los que ha tenido acceso la prensa estadounidense.

En una jugada tan estúpida como desesperada Alan le pidió a su mujer que no dijera nada a su otra esposa, pero no surtió efecto. Llamó a las autoridades y el 22 de marzo será juzgado por bigamia porque, como dice el fiscal Mark Lindquist, «no es el delito del siglo, pero es un delito». Alan, funcionario de prisiones, se enfrenta a una pena de hasta un año de cárcel.

¿Es que nadie ve Futurama? ¿Nadie recuerda lo mal que le salió la jugada a Alcázar cuando intentó casarse con Leela… y unas cuantas mujeres más? (Os pongo la imagen para que os sirva de recordatorio).

PD: Lo peor de todo es que rebuscando en el archivo becario he localizado un caso casi clavado a éste. Lo protagonizó Richard Barton Jr. en marzo de 2011. Lo mismo es que estamos en la época de los bígamos facebookeros. Si salís al campo y encontráis alguno, me lo pasáis por Twitter, por favor.

Tiene fobia a los botones y se queda paralizada cada vez que ve uno

Quienes me vais conociendo un poco sabéis que yo trabajo en España por error. Primero porque me hicieron la beca sin querer y luego, viendo que ponía cara de perro pachón y que les salgo por cuatro bocadillos al mes, les dio pena prescindir de mis servicios. Segundo, porque mi hábitat natural está en un diario on line británico, o en la sección de sucesos de un medio estadounidense. Ahí es donde cuentan historias de las de verdad, de las que llegan al ciudadano, como la de hoy. Lástima que no sepa inglés (solo sé decir «my taylor is rich» y creo que eso fue lo que dijo Camps antes de meterse un buen lío, así que mejor me callo), si no… el puesto era mío.

Antes de empezar quiero confesar que yo siempre he sido un poco cabronías. Tengo una tía que sufre una fobia atroz a los reptiles, insectos y bichejos en general. Cuando digo fobia quiero decir que no soporta verlos fotografiados ni dibujados, que salta cuando ve una serpiente de plástico… ¿os hacéis a la idea? Bueno, pues cuando yo tenía unos ocho años ella se fue de vacaciones unos días y convencí a mi madre de que fuésemos a su casa para, aprovechando su ausencia, colgar de su pared una mosca de plástico gigante. No vimos la cara que puso cuando lo vio, pero tardó cosa de un minuto en llamarnos para decirnos: «¡Venid a casa, por favor, y quitadme eso de ahí». Qué tiempos…

Pues bien, yo era un encanto de crío comparado con la hija de Louisa Francis, Bobby (que también hay que tener mala leche para ponerle ese nombre a la cría, más aún viendo cómo se ha desarrollado con los años), que tiene 11 años y se dedica a putear hacerle la puñeta a mamá cada vez que puede. Algo que le resulta extremadamente fácil porque su madre, de 30 años, padece koumpounofobia. ¿Cómo, que no sabéis lo que es? (Obviamente sí lo sabéis, lo pone en el titular, pero no me rompáis este silencio dramático). *Silencio dramático* Pues la koumpounofobia es lo que se conoce como fobia o miedo irracional a los botones (a los de la ropa, no a los de los hoteles… a esos les tenemos miedo todos cuando estiran la mano a por propina y tú no llevas nada encima), algo que quizás pensáis que es estúpido o que me acabo de inventar, pero que es un problema mayor de lo que creemos.

He estado investigando (he buscado la palabra en Google, después de bajarme unas fotos de Perry el ornitorrinco y de hacer la quiniela) y es un mal bastante común. Incluso he localizado un blog de alguien que lo padece y trata de investigar el tema, hay grupos de Facebook e incluso una canción. Pero no nos desviemos (no todavía) del tema, que luego mis jefes me regañan (o me regañarían, si me leyeran… aquí no entran ni mis padres). Volvamos al caso de Louise ¡ay que rise María Louise!.

Louise siente pánico cada vez que ve un botón, se queda paralizada, algo que le resulta extremadamente hilarante a su hija, según recoge la prensa británica que también ha fotografiado a ambas haciendo chanzas sobre la situación: podemos ver a la pequeña Bobby con un bote lleno de botones y a su madre poniendo cara de susto y enfado, porque ahora, según confiesa Louise, ha aprendido a tomárselo «a broma», aunque no se ha quitado de encima el miedo.

Cuenta la leyenda (bueno, la leyenda no, la prensa inglesa) que esta mujer de Newcastle teme a los botones desde los siete años, después de participar en un juego donde había botones involucrados. Fijaos hasta dónde llega su acojone temor, que un día, cuando llegó a casa y encontró a su hija con un botón en la mano, Louise gritó y terminó arrinconada en una esquina de su casa, con su pequeña disfrutando de la escena. Supongo que la pobre madre no sabe si llamar a Supernanny o enviarla directamente al Kampamento Krusty.

En otra ocasión, esta mujer que no lleva ni un botón en la ropa, estaba comprando en un supermercado cuando vio que el cajero que estaba pasando su compra llevaba una pulsera hecha de botones. La pobre salió corriendo sin compra ni nada, bajo la atenta mirada del resto de clientes, que pensarían: «¡Coñe, Forrest Gump!».

Quizás creáis que ser koumpounofóbico (dicho así suena a insulto) es lo peor que te puede pasar, pero no. Entre otras fobias raras he encontrado la ablutofobia, o miedo a bañarse (es un mal endémico en el metro de Madrid), la bibliofobia, o miedo a los libros (una enfermedad que yo padezco desde mi más tierna hinfanzia) o la caliginefobia, o miedo a las mujeres guapas (lo que se conoce como «ni a pagafantas llegas, amigo»).

PD: Si tenéis algún miedo extraño es el momento de confesar, ahora que os podéis amparar en el anonimato 🙂

 

¿Aún no conoces la webserie ‘Pequeñas mohosas’?

Hace tiempo os prometí una nueva sección donde promocionara vuestras webseries: todos esos proyectos locos que tenéis, que subís a Internet y a los que a veces resulta difícil darles promoción. Todo ello dentro de un límite: si os grabáis desayunando cereales y lo subís a YouTube no es una webserie, aunque lo hicieseis todos los días. De todos modos yo confío en vosotros y sé que todo lo que me enviéis a elblogdelbecario [arroba] gmail [punto] com merecerá la pena.

En fin, que estrenamos esta sección con la serie Pequeñas mohosas, que empezó como una locura pasajera y está a puntito de estrenar la segunda temporada. ¿Os suena el nombre? Bueno, hay cierto paralelismo con Pequeñas mentirosas (Pretty little liars) y ellos no lo esconden: basta con ver la cabecera. No obstante, la historia ha evolucionado y tiene vida propia. Os recomiendo que echéis un vistazo a todo lo que se cuece detrás de estas «mohosas».

Sinopsis

La webserie, que conocí a través de @IsaFoundNemo, miembro de honor de la comunidad becaria y una de las protagonistas, trata sobre un grupo de chicas que se reúne para hacer una fiesta cuando una broma pesada acaba con la vida de una de ellas. El secreto no dura mucho tiempo, porque pronto el resto de chicas empiezan a recibir mensajes anónimos. ¡Alguien sabe todo!

Actrices

Isa: Interpreta a Alison. Si todo grupo de chicas tiene que tener una líder, Alison es la de éste. Se trata de una chica tradicional con raíces angloitaliana-gitanas. Todo el mundo habla de ella, y ella conoce los secretos de todos.

Celia: Interpreta a Aria. Es una chica muy inocente que no está pasando por uno de sus mejores momentos. Todo lo sucedido acabará haciendo mella en ella, pero le ayudará a descubrir una faceta de si misma hasta ahora totalmente desconocida.

Eva: Interpreta a Emily. Chica deportiva, con excelentes notas en el instituto, lesbiana y enamorada desde hace años de su mejor amiga. Tras aquella noche, y pasarse una temporada alejada de su pueblo, regresará a él y verá que no todo es tan tranquilo como recordaba.

Ángela: Interpreta a Hanna. Siempre había pasado desapercibida en el instituto. Lo sucedido aquella noche la ha beneficiado, ahora es popular y tiene una figura envidiable. Pero ¿Perderá esta fama que tanto le ha costado si salen a la luz algunos de sus secretos mejor guardados?

Elena: Interpreta a Spencer. Desde pequeña ha tenido prohibido ser imperfecta. Inteligente, astuta y fiel a sus principios. Todo va como la seda hasta aquella noche. Desde entonces, tanto su reputación, como la de su propia familia están en juego.

 

¿Quieres ver un capítulo?

Los capítulos duran unos cinco minutos. El piloto (que es el que yo os traigo) está bastante bien, pero os recomiendo que le tengáis fe a la serie y veáis dos o tres webisodios. Los podéis encontrar todos en su canal de YouTube.

Entrevista

Bueno, ya tenéis casi todo lo necesario para engancharos a la webserie pero, por si acaso, os traigo una entrevista con el cerebro del asunto, Fran.

– ¿De dónde nace la idea?
En un principio nuestra idea era hacer una especie de película-parodia de Pequeñas Mentirosas, entre otras series del momento, pero claro, no disponíamos de todo el tiempo que necesitábamos para llevar a cabo el proyecto que teníamos en mente. En el rodaje del capítulo piloto, que en un inicio se trataba del comienzo de la película, no paraban de surgir ideas fantásticas, imposibles de descartar, y como consecuencia de ello el guión aumentaba de manera considerable. Finalmente, nos decantamos por hacer de Pequeñas Mohosas una webserie pensada para hacer reír a todo aquél que la vea, basándonos en un lema, que hasta la fecha, nos ha funcionado bastante bien: «Dale al espectador lo que a ti mismo te gustaría ver en la pantalla».

– Decís que cualquier tipo de parecido con ‘Pequeñas mentirosas’ es pura coincidencia, pero… ¿no es cierto que os copiaron la idea?
No somos muy fans de sacar a relucir los trapos sucios pero ahora que has mencionado el tema vamos a sacar nuestra vena Patiño y tiraremos de la manta. Todo se remonta a una época muy pero que muy lejana, el verano de 2010. El equipo de Pequeñas Mohosas recogía de la copistería de turno el extenso guión para el proyecto que se traía entre manos. Para celebrar que todo iba sobre ruedas decidimos salir a tomar algunas copas. Unas veintisiete rondas de tequilas y mojitos concretamente, muy buenos, eso sí. Claro, el pedo fue realmente curioso. Aunque más curioso fue descubrir, resacosos, al día siguiente, que olvidamos el guión en algún taxi de vuelta a casa. Reclamamos e intentamos recuperar nuestro valiosísimo documento por todos los medios posibles, pero nunca más volvimos a saber de él. Seguramente se haría con él algún miembro importante de alguna cadena de televisión americana. En fín, mejor olvidar el tema. Ya conocéis la gran influencia y lo peligrosas que son estas mafias organizadas de la televisión de las Américas.

– ¿Cómo es un día de rodaje?
Intenso. Sí, creo que esa es la palabra más adecuada para resumir una jornada del rodaje. Solemos comenzar por la tarde, a una hora bastante temprana. Echamos una ojeada al guión y, si es necesario, hacemos algunos cambios. A partir de ahí, continuos cambios de vestuario, caminar durante horas, repetir algunas tomas decenas de veces, en definitiva, acabamos el día hechos un cromo. Pero claro, si tenemos en cuenta los grandes momentos que pasamos juntos, las risas inevitables y el resultado final, podemos afirmar que merece totalmente la pena.

– ¿Dirigir y actuar es un hobby o tenéis intención de dedicaros de forma profesional?
Para todas y cada una de las chicas se trata de un hobby que aman llevar a cabo y compartirlo con todo aquel que lo desee. Es detrás de la cámara donde podemos encontrar a los miembros del equipo que próximamente iniciarán una formación profesional en el campo de la comunicación audiovisual. ¡De aquí a Hollywood!

– ¿Qué es lo más raro que os ha pasado durante el rodaje de la serie?
¡¿Qué es lo que no nos ha pasado?! Nos ha ocurrido de todo, pero una de las cosas que aún tenemos en mente es algo que sucedió rodando el séptimo capitulo de la primera temporada. Estábamos terminando de rodar una escena y nos disponíamos a movernos de lugar. Todas se habían puesto en marcha, todas menos Anabel, la chica que da vida a Jenna, la chica invidente de la serie. Para llamar su atención le gritamos «¡Oye, ciega! ¡Ciega!», con tan mala suerte que en ese preciso instante pasaba un señor invidente por nuestro lado.

PD: Tienen una comunidad de seguidores bastante maja en Twitter y Facebook.

PD2: Si vosotros tenéis una webserie y queréis hablarme de ella, escribidme por correo, en la sección de contacto o a través de Twitter o Facebook.

La miss que no soporta la ciudad a la que representa

Lo mío con las misses es prácticamente una devoción absoluta. Tanto, que si yo tuviera lo que hay que tener (dinero, más tiempo libre, una pizca más de picardía…) les dedicaría una sección. Fijaos si siento pasión por el tema que yo fui uno de los precursores del concurso Miss y Mister ’20 minutos’. Por eso hoy os cuento la historia de Jean-Sun Hannah Ahn, Miss Seattle, a quien le llueven las críticas después de que hace unos meses diera un señor hachazo a la ciudad diciendo que Seattle no le gustaba.

Es evidente que no tiene por qué gustarte la ciudad en la que vives. Por ejemplo: tú puedes ser de Murcia, pero de Murcia de toda la vida, que pase un reportero de televisión por delante y te pregunte que qué te parece el río. En ese momento tú te llenas de sinceridad y, confesando algo que jamás habías dicho fuera de tu círculo de amigos (suponiendo que tengas círculo de amigos), dices… «¿el río?… Una mierda». Estas cosas pasan.

Pero claro, eso te lo puedes permitir si tu cara no da imagen a tu ciudad. Difícilmente veremos a este señor en los carteles de Murcia, qué hermosa eres (no porque sea más guapo o más feo, sino por su frase… no me liéis). Ahora bien, ¿qué puede pasar si llega Victoria Beckham y dice que Madrid huele a ajo? Pues que le caen tortas hasta en el carné de identidad, y eso que ella no tenía más compromiso con Madrid que el de su marido (poco, en cualquiera de los dos casos). Pues bien, imaginad que elegís a una chica como la más guapa del pueblo y dice que los chicos guapos son los del pueblo de al lado. Algo así, pero a lo grande (porque Seattle es algo más grande que Villajoyosa), es lo que le ha ocurrido a Jean-Sun Hannah Ahn (lo siento, no sé acortar el nombre; dudo si quedarme con Jean, con Jean-Sun, con Hannah o con Ahn).

Jean-Sun Hannah Ahn (JSHA, abreviado, aunque escrito así parece una organización de Japoneses sobrios hasta que anochece) fue coronada como Miss Seattle hace unos días. Nada que objetar, porque esta muchacha de 22 años es todo belleza. Ahora bien, cuando empezaron a documentarse sobre la bella manceba y recurrieron a su cuenta en Twitter, descubrieron que en diciembre había escrito «Odio a Seattle ahora mismo», además de otras lindezas como «¡llevadme de vuelta a Arizona! No soporto la fría y lluviosa Seattle y la molesta gente», según recoge la prensa estadounidense.

Claro, tú imagínate que lideras una facción dentro de la oficina para que asciendan a Pérez. Entonces llega el día en el que Pérez sube al poder y descubres que en su Facebook, dos meses antes de que tú lideraras el movimiento a su favor, había escrito que ojalá y te despidieran, porque eras un borde. Gracia, lo que se dice gracia no te hace, como es lógico.

Pero claro, para Jean-Sun Hannah Ahn la cosa no es fácil, porque no es lo mismo que Pérez se enfrente a ti a que una inocente muchacha de 22 años se ponga en contra a toda la población de la ciudad que la ha elegido como Miss (bueno, la ciudad no la ha elegido, es una forma de hablar). Ahora la pobre va por todos los medios diciendo lo maravillosa que es Seattle, lo mucho que le gusta y justificándose por aquellos tuiteos que, obviamente, ya ha borrado.

Explica que esos mensajes de diciembre eran porque echaba mucho de menos a sus amigos de Arizona (nació en Seattle pero fue a la universidad en Arizona) y que con los comentarios de «la molesta gente» hablaba en general. Ahora se muestra encantada con todo lo que tiene que ver con la ciudad, le encanta el verano, ha vuelto a conectar con sus viejos amigos, le gusta todo… vamos, que seguro que si le buscas las vueltas te dice que es la fan número 1 de Anatomía de Grey, cualquier cosa con tal de redimirse.

[El vídeo está en inglés, pero no lo traduzco porque viene a contar todo lo que os he dicho ya. Lo pongo simplemente por si alguien tiene mucho mucho mucho… pero que mucho interés en el tema]

«Me he dado cuenta de que puedo enseñar a otros cómo ser cuidadosos con lo que pones en Internet», dice la pobre. Evidentemente, en un anuncio de antes y después, ella sería el antes. En uno de acierto y fracaso, ella sería el ejemplo a NO seguir. Pero sí, enseñar puede enseñar, que de los errores también se aprende.

PD: Aún le queda mucha carrera por delante, porque aspira a ganar Miss Washington en julio y, con suerte, ganar Miss America (si Sandra Bullock no lo impide, claro).

Intenta robar un televisor de 19 pulgadas escondiéndolo en el pantalón

Permitidme que empiece pidiendo disculpas. Os podría pedir perdón por la calidad del blog, que es nula; por mi sentido del humor, de un gusto reprobable; por disfrazar a Trolly como si fuera amigo mío, que no lo es; y por mil cosas más. Sin embargo, quiero disculparme porque la información de hoy tiene ya unos días, pero ha llegado a mis manos ahora y me veo en la obligación de contaros la historia por dos razones: primero, porque no la he visto en ningún otro medio en castellano (lo cual no quiere decir que no lo hayan publicado, simplemente que igual no busqué bien) y segundo… segundo… pues eso, que no la he visto en ningún medio en español.

¿Sabéis qué? El lunes me compré un televisor. Llevo arañando mi sueldo de becario unos cuantos meses, pidiendo a mis padres, a mis amigos… me he visto obligado a robar los sombreros que ponen los músicos que tocan en la calle para que la gente eche sus monedas, pero ya tengo una tele como Vasile manda: de 32 pulgadas y plana. También he conseguido un monitor nuevo para el ordenador, esto mediante la técnica del butrón: estampé mi bicicleta contra una tienda de ordenadores y me llevé  un monitor y 17 ratones inalámbricos (lo que me cabía en las manos y en la mochila de la universidad). Por eso, porque por mis manos han pasado más pantallas que bocadillos en los últimos días, entenderéis que me sorprenda cuando os cuente la anécdota de hoy.

El muchacho que posa tímido a la derecha se llama Eric Lee King y fue detenido hace unos días acusado de posesión de drogas y robo en el condado de Dakota, Estados Unidos (estas cosas pasan mucho allí porque son muchos… en China lo mismo también ocurre, pero mis conocimientos de mandarín son muy limitados: tan limitados como cero, por eso no os lo puedo contar). Resulta que un policía estaba en un aparcamiento cuando vio que a un hombre (Erik) se le caía una bolsa de caramelos (aaaaamigos, la curiosidad mató al gato y la glotonería descubrió al ladrón).

El policía le dio una voz, pero Eric pasó de él como de quien te ofrece droga en la puerta del colegio, que debe de ser el mismo en todas las escuelas. Entonces el agente agudizó la vista y, al más puro estilo jefe Wiggum, debió pensar: «Algo raro se cuece ahí… nadie rechaza una bolsa llena de dulces porque sí…». Efectivamente, Eric caminaba raro, raro rarísimo. Con las piernas rígidas y apretándose los pantalones por la parte de delante. Vamos, como si le hubiesen entablillado la pierna a… a… como si le hubiesen entablillado la pierna, digo, no me liéis.

Entonces el policía se acercó a él y llamó nuevamente su atención para charlar amistosamente. Nuestro joven Eric, que quizás vio la que se lió en Valencia con la policía, decidió seguir caminando ignorando al agente, a quien cariñosamente llamaremos Clancy. Al ver que Clancy se acercaba, Eric se agachó e intentó coger lo que llevaba delante (a ver, que todos sabemos ya que era el televisor, para eso lo he puesto en el titular, no sé a qué vengo yo con tanta intriga). Temiendo su seguridad, o al menos eso dice la prensa estadounidense, Clancy se abalanzó sobre él y lo esposó.

Llegado ese punto fue cuando Clancy descubrió que lo que escondía en los pantalones era un televisor de 19 pulgadas. ¡Un televisor! Por Dios y por la Virgen, por mucho que fuera plano… ¡UN TELEVISOR! Eso sí que da dolor de espalda y no lo de Nacho Vidal o Yola Berrocal (son cosas distintas lo de uno y otro, ¿eh? No me liéis). Evidentemente, fue detenido.

Ahora Eric Lee King, nuestro amigo Eric, que para algo conocemos a fondo su historia, se enfrenta a cinco años de prisión. Y a mí vuelven a surgirme un montón de dudas: ¿Cómo se metió un televisor de 19 pulgadas en los pantalones… dentro de la tienda? ¿Cómo consiguió andar sin que pareciera Wesley Warren Jr? ¿En qué momento creyó que robar una tele de 19 pulgadas escondida en su pantalón era una buena idea? ¿Qué tipo de pantalones llevaba? ¿QUÉ TALLA USA ESE HOMBRE, POR DIOS? ¿Por qué la goma no le da de sí? ¿Será el típico que dice «me voy a comprar lo que me salga de los…»? Y lo más importante, si ya había salido de la tienda (el policía le pilla en el aparcamiento)… ¡¿qué tipo de parafilia le llevó a dejarse la tele ahí dentro mientras caminaba?!

PD: Con lo fácil que es llegar una mañana y colarse en una casa ajena a ver la tele sin que nadie te moleste…

Mamá le manda limpiar su cuarto… y él halla un cupón premiado con 63.500 euros

El fin de semana se escurre rápido. Tanto, que por el camino se me han quedado por contar algunas buenas historias que me pasó @juancmarti, como el chaval de 16 años (en 1908) que jamás había tenido un cumpleaños o el famoso y extraño caso de KotaKoti. También se me ha quedado en el tintero leer un par de historietas de mi compañero (y reputado escritor) David Yagüe, pero he recogido mi habitación. Bajo mi cama, además de un escuadrón nuevo de pelusas que se unen a Pelu, una pelusa que lleva ahí toda la vida y que me resisto a limpiar, he encontrado una moneda de dos céntimos. Los hay con más suerte que yo, sin duda.

Y dentro de ese grupo de gente más afortunada que yo, este lunes destaca Ryan Kitching, un escocés de 19 años que ha ganado 63.500 euros por limpiar su habitación. ¡Y eso que su madre le obligó!

La historia tiene miga (ays cómo me gustan estas expresiones). Susan, madre de Ryan, decidió que había que poner fin a la leonera de su criatura y, un día después de dos semanas de caos absoluto, le dijo que aquello tenía que acabar, que era el momento de ordenar aquello.

Ryan, más gandul que un perezoso, ordenó los cachivaches y encontró doce cupones que él creía haber comprobado y no era así. Los iba a tirar a la basura cuando decidió que no perdía nada por comprobar los números por última vez… y descubrió que uno estaba premiado con 53.000 libras (63.500 euros aproximadamente), según publica la prensa británica.

«Me he quedado sin palabras», decía este empleado de un supermercado que no se imaginaba que la pesadez de su madre le fuera a generar ese nivel de (inesperada) riqueza. Ya sabíamos que el reparto de tareas domésticas podía acarrear más sexo, pero esto de ganar dinero como si no hubiera mañana por limpiar tu propia habitación es nuevo.

Ahora Ryan es otro. Dice que su madre no tendrá que decirle dos veces que ordene su habitación, aunque todo parece indicar que la que limpiará será la de su propia casa, porque ese dinero piensa invertirlo en su emancipación. Además, se llevará a sus padres de vacaciones a ¡CANARIAS! y ayudará a su hermano a comprar un coche.

También dice que su novia, con quien rompió hace poco, estará más triste ahora. Se nota que el dinero simplemente te hace más rico, no más listo.

PD: Ahora solo falta que cuide el premio, para que no acabe como esos trece ganadores de la lotería que arruinaron sus vidas.