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Quinto día: esperando la meteo adecuada para las 6h30 de travesía hasta Islandia

Este domingo ha sido un día tranquilo, la meteorología en este extremo norte de Escocia es verdaderamente dura. Wick, donde seguimos, tiene un índice de población muy bajo y un aeropuerto de dimensiones más que considerables.

Resulta que hacia 1940, este lugar tenía una intensa actividad de aviones bombarderos que realizaban misiones por el norte de Europa, y ahora queda la huella del pasado en enormes hangares, e instalaciones con el justo mantenimiento que dan la sensación de que el fantasma de su existencia no ha desaparecido completamente.

 

 

Dentro de esta atmósfera más que patente, aparece el personaje que nos va a facilitar todo lo necesario para el cruce del Atlántico. Su nombre es Andrew, todos le conocen por Andy, y es muy conocido en el mundo de la aviación por su enorme capacidad de resolver problemas de todos esos aviones pequeños y medianos que cruzan el océano  ocasionalmente.

Andy es reconocido como una leyenda, lleva 30 años facilitando a otros, y ahora a nosotros, todo aquello que las autoridades aeronáuticas requieren y que normalmente uno no tiene en su casa, como trajes secos de supervivencia, balsas cubiertas en caso de caer al agua, oxígeno para poder ascender lo necesario y poder respirar en caso necesario, depósitos auxiliares de combustible que se montan detrás de los asientos, en fin, uno solo menciona la necesidad y él la resuelve.

Trabaja 7 días a la semana y adora lo que hace, creo que todas las instalaciones las tiene bajo su jurisdicción, es como un general sin soldados, pero se las arregla para cubrir todos los frentes, su gran experiencia hace que hable con autoridad, sin discusión.

Hemos ocupado el día en inspeccionar el avión, lo hemos descapotado y revisado las conexiones del motor, y hemos cambiado el aceite  por otro con características más adecuadas a las temperaturas inferiores que nos esperan. Esto nos da la tranquilidad de que cada cosa está en su sitio antes de iniciar nuestras 6:30 horas del primer salto sobre el agua hasta la costa este de Islandia.

El pronóstico del tiempo nos anticipa una favorable meteorología para el martes, ahora tenemos aquí un ventarrón de miedo y las nubes por el suelo, esperemos que los meteorólogos  estén acertados.

Habrá otro avión acompañándonos en el cruce, lo vuela Harro Lorenz un alemán entusiasta que lleva ya cuatro días esperando una mejora en el tiempo, quizás nosotros le hayamos traído la esperanza de una salida próxima. Hemos celebrado el 50 cumpleaños de Harro, en un rico restaurante de un francés. Buena cocina pero, en general, estos escoceses beben buena cerveza pero un vino horrible, con los buenos vinos que hay en nuestra tierra y a fantásticos precios…

 

Cuarto día: culminación de la primera etapa. Estamos en Wick y de aquí a Islandia

Wick es la palabra vikinga de estuario, nos comenta el director del Hotel Norseman, ya que esta zona de Escocia fue un sólido asentamiento vikingo.

Por fin hemos completado la primera fase del viaje, la que nos acerca al primer salto del Atlántico Norte: Islandia. Aquí nos esperaba Harro, aviador alemán de gran experiencia que nos acompañará en su avioneta CT hasta Groenlandia.

En el camino desde Newcastle, y por sugerencia de Andrew, propietario de FarnorthAviation, decidimos pasar por Insch, para esperar a que la meteorología de Wick nos permitiera aterrizar.

La experiencia ha sido la mejor hasta ahora. Al haber nubes bajas tuvimos que buscar el campo de aterrizaje entre verdes valles de las Highlands, ayudados por el control de Aberdeen.

El aterrizaje fue sobre una pista de 500 metros de cesped recién cortado al final de la cual nos encontramos con una casa-torre-club dirigida por Kent, un controlador jubilado, y creada la mitad mediante colectas y la otra mitad con el trabajo voluntario de la Comunidad de Insch. Un paraíso para los aficionados al vuelo.

 

Cuando la nube se levantó en Wick, después de ver un poco de la clasificación del GP de Valencia y de un buen té,  despegamos inmediatamente para aterrizar  una hora después en Wick, poco antes de que se volviera a cerrar el campo (una lotería el tiempo por aquí).

Tercer día: la meteo inglesa marca el ánimo y la ruta hacia Escocia

… el tiempo en Inglaterra va de la mano con nuestro ánimo.

La mañana del viernes aparecía despejada en Exeter y tras madrugar nos dirigimos animados al Aviation South   briefing para preparar nuestro vuelo. Allí nos dimos cuenta de que la meteorología estaba dominada por una baja que afectaba gravemente a toda la parte central de Inglaterrra, se retorcía, creciendo en actividad por la zona de Manchester, impidiendo todo intento de planificar un viaje hacia el Norte. Con ello, nuestro ánimo decayó.

La persona que nos despachó el vuelo nos comentó que a 10 minutos de taxi estaba el Met Office inglés, Centro avanzado recién construido y con los mayores adelantos, casi un pequeño pueblo dedicado a la Meteorología. Allá nos fuimos, todavía sin desayunar, para pedir consejo, predicciones y tener esperanzas de acercarnos a Wick (Escocia). Explicamos nuestras necesidades, y la recepcionista comentó que era la primera vez que oía esta petición: dos pilotos pidiendo información meteorológica para llegar al ártico.

Después de una llamada telefónica, Sandra nos atendió, primero amablemente, y después, más animada y, sobre las pantallas a lo Minority Report, nos dio un briefing y la esperanza que nos devolvió el ánimo, a pesar de la imagen en la que Inglaterra aparecía completamente engullida por la baja.

Si procedíamos hacia el Este, podríamos encontrar un hueco para que, al día siguiente, pudiéramos continuar hacia el Norte. El problema era que otra borrasca se acercaba por el Atlántico y si no salíamos de allí, nos afectaría al día siguiente y no podríamos salir de Exeter.

A la vista de todo esto, nos dirigimos de inmediato al aeropuerto, preparamos el plan de vuelo hacia el Este y partimos con vientos crecientes del Oeste de hasta 40 nudos. En nuestro viaje hacia el Este empezamos a disfrutar de las vistas de la campiña inglesa con sus grandes castillos y palacios y sus campos de cereales, ya que teníamos que volar por debajo de las nubes, a unos 2.000 pies, entre chubascos. Cuando llegamos al campo de aterrizaje que habíamos elegido, por tratarse de uno de los utilizados por los aliados en la segunda guerra mundial, con pistas como alfombras de hierba y un museo conmemorativo, nos encontramos con que la visibilidad y la altura de nubes no nos permitían aterrizar. Justo en ese momento descubrimos que teníamos otro campo cerca, era Cambridge, solicitamos a Control el cambio de destino y aterrizamos sin problemas y con placer en la alfombra de hierba que constituye la pista 23R de Cambridge ¡fue como aterrizar en un jardín!

Allí nos atendieron con un briefing muy completo que nos hizo planear un viaje hacia el Norte detrás del frente que llevaba la misma dirección. Repostamos y nos fuimos de inmediato. El despegue fue espectacular, en medio de un chubasco… al librarlo y virar hacia el Norte, apareció la ciudad de Cambridge a nuestros pies.

Fuimos remontando y esquivando chubascos y pidiendo meteorología hacia delante y conseguimos llegar a Newcastle en la linea del frente, pero no podíamos seguir hacia el Norte… aunque con lo que habíamos sentido por la mañana nos pareció un sueño estar allí.

El ánimo, como el tiempo, fluctúa, y un par de pintas lo terminan de equilibrar.

 

Segundo día, cruzando (con susto incluido) el Canal, de Jersey a Exeter

Iniciamos la mañana en la oficina de meteorología de Jersey, la vista es de una sala llena de pantallas y mapas con gente muy profesional y amable, pero al intentar acercarnos a Inglaterra nos encontramos con dificultades… por allí no solo se conduce por la izquierda, sino que su meteorología es dura y sobre todo cambiante.

Pasamos gran parte del día esperando lo que en aviación se dice «un hueco en el cielo para unos pilotos honrados»…

Pues bien, encontramos por fin el hueco, aunque duró poco tiempo, y el cruce del canal se hizo trabajoso. 

Pablo llevaba la navegación de manera impecable, yo me ocupaba de que el avión fuera derecho, a nivel y en el rumbo adecuado; Pablo me iba corrigiendo los rumbos según progresábamos en el cruce, con vientos fuertes que fueron variando constantemente de dirección, mientras la lluvia y las nubes nos obligaban a ir cambiando de nivel constantemente…

Finalmente, llegamos a Exeter, pequeño aeropuerto cerca de la costa con excelente cooperación por parte de estos magníficos controladores de aquí.

En Exeter comentábamos el viaje con otro piloto inglés, que decía con razón que «los meteorólogos miran demasiado las pantallas y poco por la ventana». Con ello se hace significar que esta ciencia es en si difícil y más en unas islas donde el Gulf Stream viene a chocar constantemente.

Ya relajados y camino del hotel, pensando en el par de buenas pintas de cerveza que nos íbamos a tomar, nos sobrevino el mayor de los problemas del día, en el taxi olvidamos la pequeña mochila de Pablo que contiene toda la pasta del viaje y toda su documentación, mas la supercámara. El «canguis» que pasamos durante la siguiente hora fue de caballo, yo me dediqué a llamar una a una a todas las compañías de taxi del lugar, con el creciente desaliento, por la negativa respuesta de cada una de ellas. A Pablo le dio la corazonada de tomar otro taxi y regresar al aeropuerto, por si el taxista que nos trajo hubiese regresado en busca de nuevos clientes, y… una vez más, la fortuna estuvo de su parte y allí estaba el enorme conductor inglés con la mochila, para entregársela. Pablo le abrazó tan efusivamente que el hombre se sorprendió al no estar tan al uso de las expresiones calurosas del sur.

Hoy iniciamos el día temprano, y por lo menos la ventana nos da buena imagen del tiempo, una primera impresión de Pablo, en su mapa de Internet, nos dice que quizás podamos llegar hasta New Castle. Nos iremos a la oficina de Meteo después de desayunar  y allí decidiremos.

 

Parecía imposible, pero estamos en Jersey, en nuestra primera etapa

Después de tantos sueños, contactos, avances, retrocesos, ilusiones, desilusiones, comienzos, abandonos, rediseños, amigos, conocidos que devienen íntimos, dudas, certezas quebradas y sorprendentes acontecimientos que nos reenganchaban  al viaje, abrazar a las personas que nos despedían y ver el Eurostar de Beni, con Rosa a bordo, escoltando nuestro vuelo del amanecer, húmedo y laminar de Robledillo, en rumbo real a nuestra primera etapa hacia Resolute Bay, hacia el Ártico y sus gentes, hacia la materialización de nuestro viaje interior, validan por sí solas toda la energía empleada.

Todavía hay tensión porque no sabemos cómo va a funcionar el avión a peso máximo, cómo ha quedado el centro de gravedad después de la estiba de los equipos y equipaje, cómo va a funcionar el depósito adicional proporcionado por Michel Gordillo y montado por Carlos Morales en la víspera, qué consumo vamos a tener después de la puesta a punto, y qué determinará nuestra capacidad en las zonas restrictivas del ártico, … cómo será la realidad de cada uno de los detalles planificados …

Todo ha pasado con nota el examen del primer día, incluso los controles español, francés e Inglés, que nos han facilitado mucho la compleja navegación entre nubes, orografía y áreas restrictivas. En este apartado, tenemos que agradecer la labor y consejo de David Galván de Antos. Después de hacer escala en La Rochelle, él nos ha recomendado que paráramos en Jersey, lugar desde donde escribimos, para afrontar mañana vuelo directo a Wick, aeródromo escocés, plataforma habitual para el cruce a Islandia

Mañana (jueves, 21) nos levantamos temprano,05:30, para dirigirnos al centro meteorológico de Jersey para planificar la ruta en caso de que la etapa sea posible. Inicialmente, el pronóstico es muy crítico