¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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Amor y sexo, mujeres y hombres

Lluís Amiguet entrevista hoy en La Contra, la impagable sección de la última pagina de La Vanguardia, a Allan Pease, autor de Por qué los hombres quieren sexo y las mujeres necesitan amor. Dice cosas como éstas:

«Bajo el maquillaje cultural, la realidad evolutiva persiste: los hombres seguimos teniendo veinte veces más testosterona que ellas y un impulso sexual proporcional. Por eso, las mujeres buscan que un hombre les solucione todos sus pequeños problemas, y los hombres, que todas las mujeres nos solucionen nuestro pequeño problema». (…)

«El hombre tiene dos emociones: hambre y apetito sexual; así que, si no está teniendo una erección, hágale un bocadillo». (…)

«Las mujeres se fijan en los recursos de los hombres tres veces más que ellos en los de ellas». (…)

«La cultura ha cambiado en estos últimos 50 años, pero la psicología evolutiva necesita miles para modificarse. Así que las mujeres aún atraen a los hombres con la promesa -más o menos vaga- de sexo, y ellos, con la promesa -más o menos vaga- de recursos… (…)

«La biología no persigue nuestra felicidad sino mejorar la especie. Ellas tienen pocos óvulos y años de fertilidad, así que aseguran su apuesta: toda sus emociones se dirigen a la búsqueda del varón que invierta recursos en ellas y discriminan a la mayoría de solicitantes que sólo quieren disfrutar un ratito». (…)

«Incluso en una orgía, las señoras son más atraídas por quienes, además de buen cuerpo, muestran recursos y compromiso. También por eso los hombres ricos -test de Pollet-Nettle, Newcastle 2008- proporcionan más orgasmos a sus parejas. De ahí que la motivación de un varón siempre sea acumular recursos». (…)

«Si ella le descubre una infidelidad, lo primero que le pregunta es: «¿La quieres?», o sea: «¿Le darás tus recursos?». Y el idiota contesta, aliviado: «No, cariño: sólo ha sido sexo». (…) Ella no le cree: ninguna mujer puede concebir el sexo sin una mínima implicación emocional. Así que ella lo abandona, y el idiota aún se pregunta por qué».