A Jesús Neira, el profesor que pasó ocho meses en un hospital como consecuencia de la brutal agresión que sufrió por salir en defensa de una mujer que estaba siendo maltratada, lo hemos convertido entre todos (los medios de comunicación, las instituciones, la sociedad civil…) en un ciudadano modelo, en un símbolo de lo mejor de nuestra sociedad, en un ejemplo. Pero el propio Neira parece que no quiere desempeñar ese personaje, que ha dimitido de sí mismo.
Hace unos días, Neira pronunciaba el pregón de unas fiestas populares y hacía mofa del presidente del Gobierno con un estilo tabernario indigno del Neira que todos admiramos. Anteayer le dio otra vuelta de tuerca a su deriva. Hablaba en una radio sobre las fotos de las hijas de Zapatero en estos términos: «¿Qué le molesta? ¿Que sus hijas no tienen una talla adecuada? (…) ¿Qué es lo que ocurre? ¿Que sus hijas pesan 100 kilos?». Ofuscado por su animadversión a Zapatero, el héroe contra la violencia de género acaba escupiendo sexismo.