Alfredo Grimaldos, que acaba de publicar el libro La Iglesia en España 1977-2008 (Península), entrevistado en Público.
«La Iglesia, como siempre, quiere imponer sus símbolos. (…) En el fondo subyace su intención de intervenir en todos los órdenes de la vida. Tuvieron un período de distanciamiento táctico del franquismo en los últimos años del dictador. No quisieron hundirse con el Régimen, pero la Iglesia fue un pilar fundamental del franquismo. Hoy, sigue teniendo las esencias de lo que fue, de ahí su batalla por seguir santificando a sus mártires y oponiéndose frontalmente a la recuperación de los restos de los republicanos. Reivindican su memoria y se oponen a la de los otros, como ha dicho Rouco.
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Ellos se entregaron con armas y bagajes al bando franquista, bendijeron la cruzada y, durante 40 años, recibieron una cantidad enorme de privilegios en materia de educación y desde el punto de vista financiero. Marcaron la pauta moral y política del régimen en grandísima medida, y ahora, 70 años después del final de la Guerra Civil, no quieren renunciar a esos privilegios.
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La Iglesia se ha beneficiado enormemente de la falsa Transición que se ha vivido en este país. Una transición fallida, dulcificada y supuestamente modélica, pero que logró perpetuar muchos de los tics del franquismo. Primero, por los pactos de la Moncloa; después, con la Constitución y esa alusión específica a la Iglesia católica; y luego, los insólitos y denunciables acuerdos con la Santa Sede. En aquella época era algo normal, pues los gobiernos de Adolfo Suárez estaban plagados de personajes cercanos a la Iglesia. Pero es que los gobiernos socialistas han incrementado las prebendas de la Iglesia católica, incluso más que los de derechas. Lo último ha sido el zapaterazo, que les incrementa la financiación pública a cambio de nada».
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[Rouco] es un nacional-católico ultraderechista que ha convertido a la Iglesia española en el eje del neofranquismo.
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Tras la sorpresiva pérdida del Gobierno después del 11-M, hubo un momento de parálisis en el seno del PP. Entonces, los obispos decidieron ponerse en cabeza del pelotón. De hecho, la Iglesia ha sido la que ha conseguido vertebrar otra vez todo el movimiento de derecha y extrema derecha. También a través de su emisora. Lo de la Cope es terrible. La Iglesia católica se ha convertido en un elemento político de primer orden, beligerante, como lo fue durante la República».
La entrevista completa, aquí.