Hace medio año, Esperanza Aguirre lanzó un órdago al PSOE que ahora parte del PP lamenta en privado. A Pedro Castro, alcalde de Getafe, se le calentó la boca en un acto público y se preguntó «por qué hay tanto tonto de los cojones que todavía vota a la derecha». Castro es además presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), y el PP de Madrid, que conoce bien al personaje, exigió de inmediato que dimitiera en la FEMP y decretó un boicot a esta institución. «Pedro Castro tiene que dimitir y dimitirá, no les quepa la menor duda de que dimitirá», proclamaba entonces Esperanza Aguirre.

Pues no, Castro no ha dimitido, pero la FEMP sí que ha notado el boicot del PP.

La situación financiera de los municipios españoles, sean del color político que sean, es penosa. Sus arcas se han resentido muchísimo por la crisis económica y, sobre todo, por el parón del ladrillo. Alcaldes y concejales de Hacienda (socialistas, populares, nacionalistas…) confiaban hace meses en que la presión conjunta de todos ellos sobre el Gobierno central, a través de la FEMP, acabaría dando frutos para una mejora de sus sistemas de financiación. Pero no ha habido tal presión conjunta: el PP sigue en el boicot a Castro, no participa en las actividades y órganos de Gobierno de la FEMP y no presiona al Ejecutivo de Zapatero. Éste debe de estar encantado con la baja operatividad de la institución tras el órdago de Aguirre. ¡Uno menos a pedir dinero!