¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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Bardem, «maldito psicópata»


«Wells miró hacia la calle. ¿Qué hora es?, dijo.

Chigurh levantó la muñeca y se miró el reloj. Las once cincuenta y siete, dijo.

Wells asintió con la cabeza. Según el calendario de la vieja me quedan aún tres minutos. Al cuerno con todo. Creo que hace tiempo que me lo veía venir. Casi como un sueño. Un déjà vu. Miró a Chigurh. No me interesan tus opiniones, dijo. Hazlo ya, maldito psicópata. Hazlo y púdrete en el infierno.

Entonces sí cerró los ojos. Cerró los ojos y giró la cabeza y levantó una mano para repeler lo que no podía ser repelido. Chigurh le disparó a la cara. Todo cuando Wells había sabido o pensado o amado en su vida se escurrió lentamente por la pared que tenía detrás. El rostro de su madre, su primera comunión, mujeres que había conocido. Los rostros de hombres en el momento de morir arrodillados ante él. El cuerpo de un niño muerto en un barranco junto al camino en otro país. Quedó tumbado en la cama sin media cabeza y con los brazos extendidos y la mano derecha prácticamente desaparecida. Chigurh se levantó y recogió de la alfombra el casquillo vacío y sopló y se lo guardó en el bolsillo y miró el reloj. Faltaba un minuto para el nuevo día».

Es un pasaje de No es país para viejos, la novela de Cormac McCarthy de la que los hermanos Coen han hecho una de las películas del año. El «maldito psicópata» Anton Chigurh es Javier Bardem, que lleva varias semanas recogiendo premios por ese papel.

Me regaló el libro en navidades Juan Rodríguez Marín, gran capo de distribución de 20 minutos y gran lector, sobre todo de novela negra. Yo le regalé una de Yasmina Khadra, que hace un tipo de novela negra más político.

No es país… se lee entre hipnotizado y horrorizado. Lo que más me ha gustado han sido los diálogos. Sobre todo, los de Llewelyn Moss (el cazador y veterano de Vietnam que se pasa toda la novela huyendo con dinero que no es suyo; huyendo entre otros, de Chigurh) y la chica que coge en autostop. Y lo que menos me gustó fue el final. Languidece, no explota.

Virginia Pérez, la jefa de redacción de 20 minutos y 20minutos.es que se ocupa de todo lo que tenga con la participación de los lectores y los usuarios, me ha contado que ella la leyó primero en castellano y después en inglés, y que en la versión castellana se pierden mucho matices de los personajes. Así que ya sabéis: si vuestro inglés lo aguanta, id a la versión original.

Yo ya estoy con otra de McCarthy, La carretera. En castellano. Es aún más dura que No es país… Me recuerda a las más descorazonadoras novelas de Coetzee.