¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

Entradas etiquetadas como ‘23 f’

Los tres golpes del 23-F

Os recomiendo vivamente Anatomía de un instante (Literatura Mondadori), la crónica-ensayo en la que Javier Cercas (recordaréis Soldados de Salamina) relata, disecciona y analiza desde todos los puntos de vista posibles el poliedro del 23-F. Yo la comencé el pasado miércoles con desgana (del golpe de Armada, Milans y Tejero parecía ya casi todo dicho) y he leído con voracidad creciente sus más de 400 páginas.

El instante del título es el de las 18.23 horas del 23 de febrero de 1981, cuando, tras la entrada en el Congreso de los Diputados, pistola en mano, del teniente coronel Antonio Tejero, sólo tres hombres, Adolfo Suárez, el general Manuel Gutiérrez Mellado y Santiago Carrillo, se niegan a lanzarse al suelo y a ocultarse bajo el escaño, pese a que los guardias civiles de Tejero se lo ordenan entre tiros.

Quizás lo más interesante del libro de Cercas sea una teoría y una acusación.

La teoría: No hubo un golpe de Estado sino al menos tres golpes.

Escribe Cercas en la página 271:

«Tejero estaba contra la democracia y contra la monarquía y su golpe quería ser en lo esencial un golpe similar en el fondo al golpe que en 1936 intentó derribar la república y provocó la guerra y después el franquismo; Milans estaba contra la democracia, pero no contra la monarquía, y su golpe quería ser en lo esencial un golpe similar en la forma y en el fondo al golpe que en 1923 derribó la monarquía parlamentaria e instauró la dictadura monárquica de Primo de Rivera, es decir un pronunciamiento militar llamado a devolverle al Rey los poderes que había entregado al sancionar la Constitución y, quizás tras una fase intermedia, a desembocar en una junta militar que sirviese de sustento a la Corona; por último Armada no estaba contra la monarquía ni (al menos de manera frontal y explícita) contra la democracia, sino sólo contra la democracia de 1981 o contra la democracia de Adolfo Suárez, y en lo esencial su golpe quería ser un golpe similar en la forma al golpe que llevó a la presidencia de la república francesa al general De Gaulle en 1958 y en el fondo a una especie de golpe palaciego que debía permitirle desempeñar con más autoridad que nunca su antiguo papel de mano derecha del Rey, convirtiéndole en presidente de un gobierno de coalición o concentración o unidad con la misión de rebajar la democracia hasta convertirla en una semidemocracia o en un sucedáneo de democracia. El golpe del 23 de febrero fue un golpe singular porque fue un solo golpe y fueron tres golpes distintos: antes del 23 de febrero Armada, Milans y Tejero creyeron que su golpe era el mismo y esta creencia permitió el golpe; durante el 23 de febrero Armada, Milans y Tejero descubrieron que su golpe era en realidad tres golpes distintos, y este descubrimiento provocó el fracaso del golpe. Eso fue lo que ocurrió, al menos desde el punto de vista político; desde el punto de vista personal lo que ocurrió fue todavía más singular: Armada, Milans y Tejero dieron en un solo golpe tres golpes distintos contra tres hombres distintos o contra lo que para ellos personificaban tres hombres distintos, y esos tres hombres -Suárez, Gutiérrez Mellado y Carrillo: los tres hombres que habían cargado con el peso de la transición, los tres hombres que más se habían apostado en la democracia, los tres hombres que más tenían que perder si la democracia era destruida- fueron precisamente los tres únicos políticos presentes en el Congreso que demostraron estar dispuestos a jugarse el tipo frente a los golpistas. Esta triple simetría forma también una extraña figura, quizás la figura más extraña de todas las extrañas figuras del 23 de febrero, y la más perfecta, como si su forma sugieriese un significado que somos incapaces de captar, pero sin el cual es imposible captar el significado del 23 de febrero.»

La acusación: los responsables directos fueron los golpistas, los condenados luego en el juicio y muchos otros militares que ni siquiera fueron juzgados. Pero los responsables indirectos fuimos un poco todos. Los irresponsables miembros de la UCD -el partido de Suárez-, de la AP de Manuel Fraga y del PSOE de Felipe González que conspiraban desde hacía meses contra el presidente Suárez y despachaban con militares como Armada de la posiblidad de hacer un Gobierno de concentración al borde de la Constitución. Los periodistas, financieros, catedráticos… que impulsaban o amparaban esas conspiraciones. Y el Rey, que despotricaba desde meses atrás contra Suárez y, consciente o inconscientemente, daba con ello argumentos y fuelle a los conspiradores. Y la sociedad española casi al completo, que reaccionó esa fría tarde al secuestro de los diputados sin apenas protestar, sin echarse a la calle, sin decirles no a los golpistas, sin ni siquiera un instante de valentía.

Los secretos del 23-F

Hace ahora 28 años, Armada, Milans, Tejero… ultimaban sus planes para el golpe de Estado del 23-F.

Hace un mes, en un encuentro digital en 20minutos.es, Alfonso Guerra contaba que todas las conversaciones telefónicas que se establecieron entre el Congreso y el exterior, durante las largas horas en que los diputados y el Gobierno permanecieron secuestrados en el hemiciclo, habían sido grabadas. «Cuando llegamos al Gobierno en 1982, esas cintas habían desaparecido. No sé si alguien se las llevó o fueron destruidas», decía el vicepresidente de aquel Gobierno socialista.

Hace apenas dos semanas, una serie de TVE nos ha contado una vez más -pero ahora con la fuerza de las imágenes, y con una buena actuación de Lluis Homar, y con gran éxito de audiencia- la verdad oficial sobre aquellas horas, con el Rey en el papel de bueno absoluto, sin ningún matiz gris.

Las cintas, por lo que contó Guerra, puede que aún existan, que estén en alguna caja fuerte: con su verdad dentro, sea o no sea la verdad oficial. ¿Cuántos aniversarios del 23-F habrán de pasar para que conozcamos sus detalles, sus secretos?