¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

Seis libros para primavera

Me compré en vísperas de las vacaciones de Semana Santa cinco libros: Suite francesa, de Irène Némirovsky (Salamandra); 84, Charing Cross Road, de Helene Hanff (Anagrama); Brooklyn Follies, de Paul Auster (Anagrama); Miserias de la guerra, de Pío Baroja (Editorial Caro Raggio) y Cuentos de Malá Strana, de Jan Neruda (Pre-Textos), y le añadí al zurrón la última obra de mi admirado Rafael Reig, Manual de literatura para caníbales (Debate), que el propio Rafa me envió con una dedicatoria en la que hablaba de su libro como «una gamberrada… con su fondo serio».

El de Auster no lo he comenzado aún. El de Reig lo llevo mediado, y me gusta casi tanto como su Sangre a borbotones. Los de Baroja y Neruda me están dejando tibio, no sé si los leeré enteros, están en mi mesilla compitiendo con otros libros y tienen las de perder. El de Helene Hanff me ha gustado, pero creo que está siendo sobrevalorado por la crítica, quizás por la reciente función teatral dirigida por Isabel Coixet o por la película de Anne Bancroft y Anthony Hopkins montadas sobre el libro.

El de Némirovsky me ha entusiasmado. Es un novelón inacabado, una sinfonía que aun incompleta recuerda a Tolstoi, a Balzac, a Galdós, a Eça de Queiroz, a los grandes narradores realistas de hace un siglo. Incluso a Marcel Proust. Llena de personajes bien trazados, de tramas argumentales que se cruzan, llena de vida… y de muerte.

Némirovsky, judía rica nacida en Kiev (Rusia) en 1903, tuvo que exiliarse a Francia tras la revolución bolchevique y fue perseguida por los nazis y los colaboracionistas franceses tras la invasión alemana en la II Guerra Mundial. Su Suite sobre la invasión la iba escribiendo a saltos, mientras huía de los invasores. Quería hacer cinco partes, y se quedó en dos. Fue detenida por los gendarmes franceses, por judía, y trasladada al campo de concentración de Auschwitz, donde murió asesinada en el verano de 1942. Pocos meses después, también murió asesinado por los nazis su marido, Michel Epstein. Dejaban dos hijas, Denise y Élisabeth, de 13 y 5 años, que se salvaron de la persecución a los judíos gracias a una amiga de Irène que las protegió.

Las niñas llevaban en su huida una maleta donde iba el manuscrito de Suite francesa. Publicada en Francia hace apenas dos años, más de 60 después de ser escrita, la novela ha sido aclamada como una obra maestra. A mí me lo parece. Os la recomiendo vivamente.

4 comentarios

  1. Dice ser Pedro

    Yo recomiendo «Palabra sobre palabra», las obras completas de Ángel González.

    29 abril 2006 | 11:39

  2. Dice ser José Ángel González

    Y yo, los dos volúmenes de «Relatos» de John Cheever (Emecé) que, al fin, podemos leer en castellano. Música del suburbio middle class estadounidense: una especie de sinfonía sobre el gusano y -cosas del ying- y la grandeza de su reptar. Emocionante.Director, ya que andan caros, ¿me prestas a la Némirovsky?

    29 abril 2006 | 14:40

  3. Dice ser Alvy Singer

    Sin duda alguna descubrir a Cheever ha sido una de las mejores cosas que se han reeditado por aquí. Y ya puestos a hablar de la grandeza del gusano, ¿Qué tal las «Short Cuts» de Carver?¡Un saludo!

    29 abril 2006 | 22:21

  4. Dice ser Anti Indalecio

    Ay que ver el tiempo que tiene este señor para leer. Cómo se nota que no tiene nada que hacer.

    17 septiembre 2006 | 18:55

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