¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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Es el PSOE quien abandona a su electorado

Rubalcaba no dimite como secretario general del PSOE. Al menos por ahora, al menos no antes de las elecciones catalanas, que previsiblemente le darán otro disgusto y cuestionarán de nuevo su liderazgo.
Pero tampoco parece que el principal problema de los socialistas sea su actual líder. El problema del PSOE probablemente no es tanto de personas como de falta de ideas, de propuestas, de discurso, de banderas… tras haber abdicado Zapatero de una gran parte de todo ello en mayo de 2010. Es el PSOE -entonces Zapatero y sus Gobiernos y ahora Rubalcaba y su equipo de tibia oposición- quien ha abandonado a sus electores naturales, no al revés. Ahora, con los recortes de poda intensiva de Rajoy y el aumento sangrante de la brecha social en España, los ciudadanos que le daban mayorías y Gobiernos al PSOE ven tan descolocado al partido fundado por Pablo Iglesias que se aparcan a sí mismos en la abstención o buscan otro refugio, más a la izquierda. «Es la gente de la calle la que está haciendo oposición. Los hemos dejado solos», me comenta un ex dirigente socialista. «El viejo PSOE se ha convertido en PSOE viejo», apunta un barón territorial. «Solo cuando el PSOE tenga soluciones convincentes a la crisis saldrá de su propia crisis», añade un tercero.
Quizás cuando esto último ocurra sea irremediablemente tarde para el PSOE, y ya el mapa de los partidos españoles se parezca más al actual en Grecia, con un Pasok enpequeñecido, que al nuestro de los últimos 35 años.

Una victoria y una inquietud para Rajoy

El 21-0 se salda en términos estatales de modo muy diferente para el partido en el Gobierno y para el principal partido de la oposición. Para el PP de Rajoy, con una inquietud y una tranquilidad. La inquietud en el Pais Vasco, con el auge nacionalista. La suma en votos y en escaños de PNV y de Bildu auguran que las causas secesionistas no van a ser en los próximos meses exclusivas de Cataluña. La tranquilidad, en Galicia, con la victoria aplastante en escaños, aunque con muchos menos votos que en 2009. La mayoría absoluta es tan clara que le da tranquilidad al Ejecutivo en su política de recortes: la ciudadanía, al menos la gallega, no tiene aún colmada su paciencia. Vendrán más recortes.

Para el PSOE, las dos derrotas son tan contundentes que suponen un mazazo a Rubalcaba. Su liderazgo y su futuro están en entredicho. Si ya en las citas electorales de mayo y de noviembre de 2011 se apuntaba que pasábamos del bipartidismo al partido y medio, en las de ayer se confirma del todo. O los socialistas encuentran en breve nuevos mensajes para los ciudadanos y quizás nuevos líderes o perderán del todo su posición hegemónica en el centro izquierda y la izquierda.
Además de PP, y de PNV y Bildu, la jornada electoral tiene otros triunfadores: el carismático Xosé Manuel Beiras e Izquierda Unida, que ocupa con celeridad los espacios ciudadanos que pierde el PSOE. 

Tiempos para el populismo

Con su clamorosa incomparecencia el sábado pasado, tras el rescate europeo a la banca española, y con su jactanciosa comparecencia el domingo, Mariano Rajoy dilapidó un poco más de su capital político. Tampoco le ha ido bien el último episodio de la crisis a Rubalcaba, prisionero de las decisiones y las indecisiones sobre el sistema financiero de los Gobiernos de Zapatero de los que formó parte. Los dos grandes partidos, PP y PSOE, y sus principales líderes menguan a gran velocidad ante los ciudadanos, que ya de manera creciente ven en ellos más una debilidad del sistema que una fortaleza.
Los políticos y los partidos ya irrumpieron hace un par de años en el ranking de los grandes problemas que preocupan a la sociedad española, pero nunca antes con tanta fuerza como ahora. La severidad de la crisis económica, los reiterados fracasos para combatirla, los casos de corrupción (de Gürtel a los ERE andaluces, del 3% de los nacionalistas catalanes a Urdangarín y sus transversalidades), la protección a otros poderes del Estado cuando cometen errores, la rendición casi sistemática ante los poderes no democráticos, el desprecio a los Parlamentos, el sostenella y no enmendalla, las muchas promesas electorales traicionadas, la mentira generalizada como técnica, la desacreditación constante del adversario… todo contribuye a ese no ya alejamiento sino casi animadversión hacia los políticos profesionales por capas cada vez más amplias de la sociedad española actual.
La deriva es tan fuerte y tan rápida que puede dar paso a otro fenómeno: en las últimas semanas he oído hablar del riesgo de populismo, de «caudillismo» incluso, a un presidente autonómico y a dos expertos electorales y de opinión pública que probablemente no se conocen o apenas se tratan entre sí. Los tres creen (y el primero lo teme) que en la sociedad española se dan hoy las circunstancias para que surja, al margen del sistema de partidos, alguna figura con tirón popular que aproveche el descrédito de los políticos profesionales para convertirse en un líder social… y electoral.

Suspenso a todo el Gobierno

El Barómetro del CIS de abril, que acaba de hacerse público, certifica oficialmente un secreto a voces: el Gobierno de Mariano Rajoy ha sufrido un desgaste brutal en los apenas cuatro meses que lleva en el poder. Todos los miembros del Gobierno suspenden, incluido su presidente.

El PP, que en las elecciones de noviembre pasado tuvo el 44,62% de los votos, caía al 42,7% en el anterior Barómetro con intención de voto, en enero pasado, y ahora cae aún más, al 40,6%.

El PSOE se recupera un poco. En noviembre logró el 28,73% y en el Barómetro de enero retrocedía un poquito, al 28%, y ahora sube el 29,6%

IU sigue creciendo en apoyos ciudadanos: el 6,92% de voto real en noviembre, el 7,9% en el Barómetro de enero, el 8,6% ahora. UPyD retrocede un poco: 4,69% en noviembre, 5,7% en enero, 5,1% ahora. CiU se recupera ligeramente: 4,17% en noviembre, 3,4% en enero, 3,8% ahora.

Pero en los dirigentes políticos, tendencia unánime a la baja en la valoración de los ciudadanos, sea cual sea el partido, y todos suspensos: Rajoy, de una nota 4,55 en enero a 3,84 ahora. Rubalcaba, de 4,25 a 4,11. Cayo Lara, de 4,17 a 3,95. Rosa Díez, de 4,75 a 4,47. Durán 4,13 a 3,96.

Y en el Gobierno, que tenía tres ministros con aprobado en enero (Soraya, Gallardón y Ana Pastor), suspende ahora al completo. La nota más alta es para Gallardón, 4,31 (hace tres meses tenía 5,41). La más baja, Wert: 3,19. Soraya obtiene un 4,22. Los ministros económicos, muy mal vistos: Guindos, 3,71. Montoro, 3,77. Soria, 3,82. Báñez, 3,51.

El trabajo de campo se hizo del 9 al 17 de abril, y desde entonces el Gobierno ha tomado más medidas impopulares y de recortes. Probablemente la valoración de Rajoy y de sus ministros esté aún peor hoy día.

El PSOE sale del estado grogui

Hace una semana, había ruido de sables en el PSOE. Se daba por hecho que el PP arrasaría en las andaluzas y que las cosas no mejorarían en Asturias, y había algunos dirigentes que hablaban ya en privado de un congreso extraordinario y de dar por liquidado cuanto antes el periodo de transición de Rubalcaba y buscarle un sucesor muy muy joven. Hasta sonaba de nuevo el nombre de Eduardo Madina.

El 25-M ha dado la vuelta por completo a esas quinielas. Los socialistas -con su presidente federal, José Antonio Griñán, al frente- van a gobernar en Andalucía si se entienden con IU, y se entenderán. Aspiran con los votos de residentes en el extranjero, que se recuentan mañana, a gobernar en Asturias. Incluso creen que pueden recuperar Extremadura de inmediato pactando también con IU y poniéndole una moción de censura al Gobierno de Monago (PP).

«A Rubalcaba ya no le sacan de Ferraz ni sus exgeos», se comenta ahora.

El propio Rubalcaba habla ya de cambio de ciclo. Probablemente no es para tanto, pero sí es cierto que el PSOE se está sacudiendo estos días el grogui en que se encontraba por los golpes que le dieron las urnas en las elecciones autonómicas y municipales de mayo pasado y en las generales de noviembre.

El 25-M, en 7 claves

1. El PP logra una gran victoria electoral y dos fracasos políticos. La victoria, en Andalucía. Los fracasos, en Andalucía también, porque no va a gobernar, que es a lo que Rajoy aspiraba y los sondeos auguraban; y en Asturias, porque sigue siendo el tercer partido, por detrás del escindido Cascos.
2. Los electores le dan a Rajoy un aviso. Sea por los recortes o porque no quieren otorgarle a su partido más poder, lo cierto es que el PP retrocede respecto a los resultados de las generales, hace cinco meses. En Andalucía, 5 puntos porcentuales y 415.000 votos menos. Mucho desgaste en tan corto periodo gobernando.
3. Alivio para el PSOE. Los datos indican que el enorme castigo electoral que sufre por la crisis desde hace 9 meses (autonómicas y locales de mayo 2011, y generales de noviembre) puede haber llegado a su fin. Es una buena noticia para Rubalcaba, si bien en clave interna de lucha de poder en el partido no lo es tanto: Andalucía y Griñán estuvieron más cerca de Chacón que de Rubalcaba en el reciente congreso socialista.
4. IU se refuerza como la alternativa de izquierdas. Sube muchísimo en votos totales, en porcentajes y en escaños. Sobre todo en Andalucía, donde es clave para que el PSOE gobierne.
5. UPyD sigue creciendo, sobre todo en votos, pero le sigue costando mucho convertirlos en escaños. Sus casi 130.000 sufragios andaluces no le dan un solo escaño.
6. Los ciudadanos, muy alejados de los políticos. La participación es baja en ambos comicios, pese a lo mucho que se jugaban ayer Andalucía y Asturias.

7. Si los éxitos previstos del PP iban a enfriar la huelga, ¿los fracasos van a calentarla?

El reto del PSOE, volver a conectar

Aun siendo importante, lograr la unidad interna del PSOE no es la principal tarea que le aguarda a Rubalcaba, el nuevo líder socialista. El PSOE está internamente fracturado por la dureza de la pugna entre Rubalcaba y Chacón, pero esas heridas se cerrarán pronto (salvo que el nuevo líder cometa errores graves). Hay una fractura más preocupante para los socialistas, y es la que tienen con la sociedad española.

Nunca en su historia reciente han cosechado los socialistas tan pocos votos en comicios municipales, autonómicos y generales como en los de 2011, y nunca han tenido tan poco poder. Nunca han sufrido, tampoco, tanta competencia en el mercado político, con UPyD quitándoles terreno por su derecha y la renacida IU, la nueva Equo y otras formaciones por su izquierda. Y nunca ha parecido el PSOE tan falto de ideas, tan distante de la gente, tan ensimismado. Ese es el reto para el PSOE de Rubalcaba. Volver a conectar.

Zapatero, de nuevo ante el dilema del dedazo

Extraños movimientos en el PSOE. O no tan extraños. Da la impresión de que una buena parte de la vieja guardia se está conjurando para que al congreso de febrero se llegue con un solo candidato a secretario general y que este sea Alfredo Pérez Rubalcaba. Los argumentos que utilizan en privado esos agitadores son los mismos que esgrimieron en primavera para evitar unas primarias de verdad, con al menos dos candidatos fuertes. Entonces fue que con 5 millones de parados no se podía dar el espectáculo del ministro de Interior (Rubalcaba) enfrentado a la ministra de Defensa (Chacón), que Chacón no era militante del PSOE sino del PSC, que había que cerrar filas y mantener el partido unido, que había riesgo de que se rompiera… Ahora son argumentos parecidos, y se le añade que un mes después del congreso de febrero se celebran las elecciones andaluzas, y pintan mal para los socialistas.

¿Y Zapatero, que al fin y al cabo sigue siendo el secretario general, qué dice de esto? Después de haber prometido en abril que no habría dedazo, que la elección de su sucesor como candidato socialista a presidente del Gobierno sería en unas primarias limpias, con igualdad de oportunidades para los candidatos, en mayo claudicó ante la amenaza de perder él mismo el poder orgánico en el partido. La propia Chacón aseguró en público en aquel momento que daba un paso atrás y no se presentaba porque había quienes querían “un candidato único” y se había producido “una escalada” que “pone en riesgo la unidad del partido, la autoridad del presidente del Gobierno y secretario general”, la imagen colectiva del PSOE y “la estabilidad del Gobierno”.

¿Cederá también ahora Zapatero? ¿O aguantará la presión porque ya no tiene nada que perder, camino de su retirada completa? Probablemente desde aquí al próximo sábado, día en que reúne el decisivo Comité Federal socialista, veremos alguna otra escaramuza.

Voto del miedo y voto útil

Con todas las encuestas anunciando una mayoría absoluta aplastante del PP y un hundimiento histórico del PSOE, a niveles inferiores incluso a los de 2000 con Joaquín Almunia, la estrategia socialista de la última semana de campaña probablemente se centre en estos ejes:
1 – hiperactividad de Rubalcaba, con más presencia en mítines, reuniones con diferentes colectivos y entevistas a medios de comunicación.
2 – todos los mensajes, enfocados a los indecisos de izquierdas. De los 11,3 millones de votantes que el PSOE tuvo en 2008, hoy tiene a unos 6,5 o 7 millones movilizados y al resto disperso: unos ya han decidido optar por otros partidos (incluso por el PP), otros piensan quedarse en casa sin votar, y otros, no se sabe cuántos, dudan aún sobre qué hacer.
3 – meter miedo sobre el PP, sobre el peligro de que, con una mayoría absoluta aplastante, haga políticas tan duras de derechas que dañen de modo irreversible la igualdad, los servicios públicos y el Estado del bienestar.
4 – apelar de nuevo al voto útil, trasladarle al votante de izquierdas que ahora se inclina por otras formaciones minoritarias (IU, Equo, nacionalistas de izquierda…) que el PSOE es el único partido que puede frenar al PP.

Hay partido tras el debate, pero mínimo

El candidato del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, llegaba anoche a las 22 h al debate derrotado por unas encuestas muy desfavorables y salía a las 23.45 ligeramente reconstituido. El candidato del PP, Mariano Rajoy, llegaba sobrado, con una gran ventaja en los sondeos, y salió algo erosionado, pero poco. Rubalcaba tuvo dos habilidades. Una, soltar alguna propuesta nueva: por ejemplo, que el plan de recorte del déficit dictado por Europa se aplace dos años y no se nos vaya la mano en el ajuste o que haya un gran plan europeo de inversión pública. Dos: evitar que se hablara mucho del pobre balance de Gobierno socialista y convertir el debate casi en un monográfico sobre un presunto programa oculto del PP. Aseteó las cejas de Rajoy con una serie de preguntas muy concretas de asuntos que preocupan mucho a los ciudadanos. Sobre el seguro de desempleo, las pensiones, el IVA, la reforma laboral, la sanidad pública y la enseñanza públicas, el aborto, el matrimonio homosexual, la igualdad…

Rajoy aguantó el cuerpo a cuerpo con entereza. Quizá leyó demasiado, quizá dio la impresión de que algún tema no se lo conocía al detalle o que evitaba concretar la respuesta que le exigía su rival, quizá -ehhh- titubeaba en exceso… pero no sufrió excesivo castigo directo y metió alguna contra, con cifras del periodo de Gobierno socialista, que a Rubalcaba le castigaron el hígado y le acentuaron el nerviosismo.

Si lo que Rubalcaba buscaba era mover a su electorado, probablemente algo logró. Un poquito. Como para aspirar a que la diferencia en puntos electorales no sean los 16 que decían las encuestas sino 12 ó 10. ¿Hay aún partido el 20-N? Sí. Pero es por dirimir si la ventaja del PP es grande o grandísima, mayoría absoluta ajustada u holgada…