Su cara de ayer, tras perder la votación sobre la ‘ley mordaza’, y la de la semana pasada, tras ver con lo de los estibadores cómo un Gobierno perdía por primera vez desde 1979 la votación de refrendo de un decreto ley en el Parlamento, lo expresan a las claras: Mariano Rajoy lleva muy mal que la oposición le recuerde, con sus votos, que ya no tiene mayoría absoluta en el Congreso y que no puede ya gobernar a su antojo.
Al tiempo que la debilidad parlamentaria del Gobierno crece, lo hacen también las tufaradas de corrupción que emanan de juzgados, investigaciones policiales o revelaciones de medios de comunicación.
Mañana hay una cita judicial que puede dar mucho de sí. Declara de nuevo Francisco Correa, el cabecilla de la trama Gürtel, y lo hará en un sumario especialmente delicado para Rajoy: el que instruye en la Audiencia Nacional el juez José de la Mata, que ha resucitado la investigación judicial sobre la existencia de una caja B del PP. La causa se ha reabierto tras unas revelaciones del propio Correa hace unos meses en el juicio de Gürtel. Aseguró allí que, durante periodos de gobierno del PP, empresas como OHL, ACS y Dragados recurrían a sus servicios para que mediase por ellas ante los ministerios de Fomento y Medio Ambiente, entre otros, y que, tras lograr la concesión de «muchas obras», abonaba comisiones de hasta el 3% al entonces tesorero del PP, Luis Bárcenas. La expectación es máxima. ¿Dará Correa mañana más detalles y más nombres de esas operaciones? ¿Estará pactando algo con el fiscal, como los acusados del Palau de la Música?
Tras las elecciones generales de diciembre de 2015, en las que el PP cayó mucho, pero siguió siendo el partido más votado, y tras las de junio de 2016, en las que remontó respecto a diciembre y puso aún más distancia sobre el segundo, algunos dirigentes del PP pregonaron que los ciudadanos habían redimido con su votos al Rajoy de los sms de apoyo a Bárcenas y de los muchos sumarios que salpican a su partido con negras manchas de corrupción. Insistieron en que las urnas lavan los presuntos delitos e indultan al presunto delincuente, en conclusión.
Llevados esos argumentos a la situación actual, el Rajoy contrariado con la oposición probablemente empiece en breve a deshojar la margarita electoral:
Que Ciudadanos no me quiere, disuelvo y convoco elecciones. Que PNV me quiere, no disuelvo.
Que en el PSOE vuelve el ‘noesno’ si gana Sánchez, disuelvo. Que el PSOE se porta como un partido de Estado si gana Susana, no disuelvo.
Que las encuestas dicen que subo, disuelvo. Que las encuestas van mal, no disuelvo.
Rajoy no puede disolver las Cámaras hasta primeros de mayo, pero la hoja de margarita definitiva no la tendrá hasta conocer quién será el nuevo líder del PSOE, en las primarias de mediados o finales de mayo y en el congreso socialista de mediados de junio que lo refrendará. Antes, nos dará algunas pistas a los ciudadanos… y/o algunos recados a sus rivales políticos para influir en su desempeño. A su favor (el de Rajoy), claro.