¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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Solo una sombra de inquietud en la cara de Rajoy, y no es por Sánchez

Francisco Álvarez Cascos, Javier Arenas, Ángel Acebes, Rodrigo Rato, Jaime Mayor Oreja. ¡Quién los ha visto y quién los ve! Todos ellos, que mandaron lo indecible en el PP hasta hace no mucho tiempo -Arenas aún manda algo, pero cada vez menos-, comparecen estos días ante el tribunal que juzga parte del caso Gürtel y los enredos de Bárcenas.

Felipe González (por plasma), José Luis Rodríguez Zapaero, Alfredo Pérez Rubalcaba. Todos ellos tótems hasta hace nada del PSOE, miembros de la exclusiva lista de dirigentes socialistas pata negra, creían resucitar hace apenas tres meses cuando asistían en primera fila al acto en Ifema que lanzaba la candidatura de Susana Díaz a las primarias socialistas… Vano intento. Este pasado fin de semana, todos ellos (González, vía plasma) asistían a su propio funeral político definitivo: la proclamación de su denostado Pedro Sánchez como máximo líder del PSOE, casi en el mismo lugar donde hace tres meses creyeron asistir todos tres a su propia resurrección.

La política es cada día más líquida, los liderazgos más volátiles, los principios más secundarios (mirad los de los dos partidos emergentes, que se han hecho ya varios liftings cada uno en menos de tres años), la realidad más difusa, el votante menos crédulo, el ciudadano en general más autónomo y empoderado…

Sic transit gloria mundi… salvo para Mariano Rajoy, por ahora. No se le ve preocupación alguna por ese nuevo intento (al menos de boquilla) de Pedro Sánchez de montarle en Moncloa un escrache y desalojo con la ayuda de los agentes Iglesias y Rivera. Estos se repelen cada día más, y mientras tanto Rajoy se fuma un puro con solo una sombra de inquietud en el gesto, quizás solo preocupado por la delicada cita que tiene dentro de un mes con el mismo tribunal y por los mismos graves hechos que Cascos, Arenas Acebes, Rato, Mayor…

Reivindicación de la Transición, aun con matices

Hoy, durante todo el día, programas especiales en muchas emisoras de radio y de televisión con el cuadragésimo aniversario de las primeras elecciones democráticas en España tras la dictadura franquista, las celebradas el 15 de junio de 1977.

He contado esta mañana en RNE algunos de mis recuerdos de aquellas fechas y lo cuento ahora aquí. Lo mejor, aquella alegría colectiva e intergeneracional de poder votar en libertad por primera vez en nuestra vida. Votábamos aún rodeados de miedos, sí. Miedo a la debilidad del nuevo sistema político democrático que, con muchas dificultades, estaba sacando adelante un líder carismático de origen franquista, Adolfo Suárez, con mucho debate y enfrentamiento pero también con muchos consensos con otro líder aún más joven surgido del antifranquismo, Felipe González, y con dos políticos veteranos, uno de cada signo: Santiago Carrillo y Manuel Fraga. Miedo a la situación económica, poco boyante. Miedo al terrorismo de ETA, muy activo. Miedo a la involución que intentaban algunos grupos residuales del franquismo y algunos sectores del Ejército… Pero superando los miedos, primaba la ilusión colectiva por apostar por el futuro, por un nuevo país: las elecciones registraron una alta participación, del 78,83%, incluso por encima del alto 77,8% registrado en el referéndum con el que medio año antes había echado a andar la reforma política, referéndum en el que el sí a los cambios, el sí a salir del viejo régimen dictatorial para entrar en la democracia logró un 94,17% de los votos.

El referéndum de la reforma política de diciembre de 1976 y las elecciones del 15 de junio de 1977 fueron dos de los grandes impulsos fundacionales de lo que luego llamamos la Transición, un periodo de nuestra historia reciente santificado durante largos años y últimamente bastante denostado. Probablemente, ni los panegíricos primeros ni los desaforados ataques recientes son justos. En la Transición se hicieron extraordinariamente bien muchas cosas y quizás mal o muy mal algunas otras -o directamente no se hicieron-, la mayoría de ellas por miedo. En el balance general, en mi opinión, pesan más las cosas positivas que las negativas. El vaso estuvo más lleno que vacío. Algunos adanismos recientes de la nueva política son un sinsentido, o al menos un exceso. Quizás dentro de 40 años, cuando repasen sus desempeños actuales, algunos de los hoy protagonistas más jóvenes de la vida pública cambien de opinión. Sobre sí mismos, para rebajarla; o sobre la Transición, para elevarla.

P.D. En junio de 1977, la edad mínima para votar era de 21 años. Yo no los tenía aún, pero pude hacerlo por una reminiscencia de las leyes franquistas, que les daban derecho a voto a los menores de edad que fueran «cabezas de familia». Yo lo era: en aquel junio del 77, tenía poco más de 20 años -como mi mujer- y teníamos un hijo de año y medio y estábamos a la espera del segundo. Un cabeza de familia emancipado, pues estudiaba Periodismo y Filología Hispánica en la Complutense, pero trabajaba -con contrato indefinido- de barrendero en un centro comercial, en turno nocturno, de 23h a 07h, seis noches por semana.

No voté a ninguna de las formaciones de los cuatro líderes arriba citados. Voté al PSP de Enrique Tierno Galván, que un año después se integró en el PSOE.

Corre contra la violencia machista

La violencia machista es uno de los grandes problemas de nuestra sociedad. Un problema al que los medios y la opinión pública no le damos, en mi opinión, toda la relevancia que deberíamos darle.

Desde 2003, casi 900 mujeres han sido víctimas mortales de la violencia machista en España. Son muchas más que las víctimas del terrorismo, muchísimas más, y pese a ello esta tragedia aún no desencadena la conmoción social y la agitación política que provoca el terrorismo.

Si ampliamos el foco y no nos fijamos sólo en las víctimas mortales sino en todo el perímetro del problema, los datos son aún más preocupantes.

Dejadme que os dé algunos. El año pasado, según el Consejo General del Poder Judicial, 134.462 mujeres pusieron denuncias en España por violencia de género, un 10,6% más que el año anterior. ¡134.462 en 2016, a una media de casi 370 denuncias al día!

Más datos: el año pasado, según el Instituto Nacional de Estadística, 28.281 mujeres víctimas de violencia de género con orden de protección o medidas cautelares estaban inscritas en el Registro oficial. 28.281 mujeres, casi como toda la población de Soria o de Teruel. Y entre ellas, ¿sabéis cuál fue el tramo de edad que más creció? El de mujeres de 75 y más años: 181 casos el año pasado.

Aún más datos: la tasa de víctimas de violencia de género con orden de protección o medidas cautelares es de 1,4 por cada mil mujeres. Parece poco, pero es una tasa altísima, y además se duplica y se dispara al 3,1 por mil entre las mujeres de 25 a 29 años.

Tenemos, por tanto, un gravísimo problema que como vemos afecta a toda la sociedad, a todos los perfiles posibles de mujeres, a muy jóvenes y a muy mayores, y no somos como sociedad -como vamos a ver- todo lo conscientes que deberíamos ser de esta tragedia cotidiana.

El martes pasado se hizo público el último Barómetro del CIS, uno de los principales radares de opinión pública que tenemos en España. Hay una pregunta que siempre hace el Barómetro a sus encuestados, una pregunta sobre los principales problema que en su opinión existen actualmente en España. Pues bien: solo el 1,3% de los encuestados citaron entre ellos la violencia contra la mujer. Sólo el 1,3%. Ordenados de mayor a menor, de problemas más citados a menos citados, el de la violencia contra las mujeres no aparece entre los 20 principales problemas.

Quizás por eso, por esa falta de sensibilidad o de sensibilización, por esa invisibilidad que la violencia machista aún tiene para una gran parte de nuestra sociedad, quizás por eso las partidas para afrontar este problema en los Presupuestos públicos tanto de la administración central como en las de las administraciones periféricas están aún lejos de las necesidades reales. Y quizás por eso también aún no tenemos un Pacto de Estado entre los principales partidos políticos para acometerlo, para afrontarlo. Están en ello, pero no rematan.

Y por eso, precisamente por eso, por ese déficit de sensibilización pública sobre el gravísimo problema de la violencia machista y por ese déficit de recursos públicos para afrontarlo es por lo que tiene todo el sentido iniciativas de la sociedad civil como la carrera solidaria Hay Salida, que en sus tres primeras ediciones ha organizado la revista Mía, del grupo editorial G+J España, y al que este año nos hemos sumado desde 20minutos. Nosotros como coorganizadores, y la Casa Real, con la Reina Letizia como presidenta de honor de la carrera; y el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad apoyándonos; y diversos patrocinadores públicos y privados ayudándonos; y docenas de personalidades de la política, la cultura, el deporte y la sociedad como embajadores del evento…

La carrera quiere ser un punto de encuentro en el que la sociedad dice no a la violencia de género de manera activa y es también también un impulso para financiar proyectos de la sociedad civil en apoyo de las víctimas, proyectos a los que se destina lo recaudado por las inscripciones o por los patrocinadores.

Aún estás a tiempo de inscribirte o de acudir a animar a los corredores y solidarizarte con las víctimas. Corre contra la violencia machista. Este domingo, 11 de junio, en Madrid, en el Retiro. La salida se dará a las 9.00 -antes de la ola de calor- en el cruce de Alfonso XII con Cuesta de Moyano. Te esperamos.

La publicidad institucional, una emergencia de Estado

Como periodista. Como director de 20minutos. Como presidente de AEEPP, la mayor asociación de editores de prensa que hay en España. Llevo una década denunciando en congresos de periodistas, en debates públicos, en revistas profesionales del sector y en docenas si no centenares de reuniones privadas con políticos de todos los partidos del arco parlamentario -incluidos los nuevos- el escándalo de la publicidad institucional, que en muchas de nuestras administraciones (central, autonómica, local…) se gestiona de un modo que raya lo delictivo, que apesta a malversación de fondos públicos.

Hace un año, supimos al detalle lo que había estado haciendo en este asunto durante casi una década el Canal de Isabel II, tan de actualidad en las últimas semanas por otras prácticas de los mismos personajes. Hoy hemos conocido nuevos datos tan bochornosos y escandalosos como aquellos, y con los mismos protagonistas y beneficiarios: saltándose la ley y las más básicas normas de la decencia, Metro de Madrid, entre 2011 y 2015 -con Esperanza Aguirre e Ignacio González presidiendo el gobierno regional del que dependía la empresa pública de transportes, como también lo eran cuando lo de la empresa de aguas-, volcó la mayor parte de sus inversiones publicitarias en medios afines a los dos exdirigentes del PP, al tiempo que discriminaba en esa inversión de dinero público a aquellos que, como 20minutos, tenían mucha mayor audiencia y llegaban a muchos más ciudadanos.

Son dos ejemplos, pero hay cientos, y en administraciones en manos de diferentes partidos, especialmente en los dos tradicionales -PP y PSOE- y en algunos nacionalistas con muchos años en el poder. Y no es cosa del pasado, sigue pasando hoy.

Corruptelas o incluso corrupción. Ejercicio irregular y quizá delictivo del poder. Descrédito de la política y de la gestión pública. Descrédito de la prensa y del periodismo. Menoscabo de la independencia de la prensa y de la libertad de expresión. Dinero público opaco en sus movimientos. Competencia desleal fomentada desde el poder. Merma de derechos ciudadanos. Una enorme falla, en fin, en la configuración de la opinión pública y en el funcionamiento del Estado de derecho… La publicidad institucional en España tiene todos los componentes para ser considerada una emergencia de Estado. ¿Seguiremos mucho tiempo mirando hacia otro lado las instituciones, los políticos, los medios, los periodistas y la sociedad en general?

Moix, una pieza de una estrategia

El paso de Manuel Moix por la Fiscalía Anticorrupción acaba como tenía que acabar. Mal, rematadamente mal. Acaba en ‘caso Moix’. O bien, pues deja el cargo. Moix era el más indicado para desempeñarlo en opinión del fiscal general, José Manuel Maza; del ministro de Justicia, Rafael Catalá; del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy; y del expresidente de la Comunidad de Madrid y principal presunto corrupto de la operación Lezo Ignacio González. Moix era el menos indicado para desempeñarlo para el sentido común de la lucha anticorrupción.

Su trayectoria como fiscal jefe de Madrid avalaban tanto que era el mejor para los arriba citados como que era el peor para lo que se necesita en esa Fiscalía.

Moix fue en Madrid el fiscal jefe que intentó archivar el caso de los espías, el que evitó que Rodrigo Rato durmiese en el calabozo cuando fue detenido en abril de 2015, el que impulsó la acusación contra el juez Elpidio Silva por haber encarcelado a Miguel Blesa, el que descartó acusar a Esperanza Aguirre cuando se fugó de los agentes de tráfico e incluso el que, cuando eldiario.es publicó los correos de Blesa que destaparon las tarjetas black de Cajamadrid –y andando el tiempo supusieron el procesamiento y la condena de docenas de políticos- sólo vio indicios de delito… en el hecho de que se publicaran las correos y en el medio que lo publicaba.

Con esos antecedentes, que ya en Anticorrupción intentara purgar a los fiscales que realmente investigaban a los políticos (sobre todo si eran del PP) o que tratara de frenar investigaciones como las del caso Lezo en Madrid o el caso Auditorio en Murcia no hacía sino confirmar que Moix traía un mandato, una misión. Un pastel… que se ha venido abajo por un imprevisto, por la guinda de la sociedad offshore en Panamá.

El nombramiento de Moix, el de Maza, el de Concepción Espejel para la delicada Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, el de Enrique López para la Sala de Apelaciones, el facilitar la salida de Eloy Velasco del juzgado donde investigaba Púnica y Lezo… no son asuntos aislados e inconexos. Responden a una estrategia: la del Gobierno por controlar y minimizar riesgos en el único tema que realmente puede desestabilizar a Rajoy: el pozo negro de corrupción en el que el PP ha chapoteado durante décadas y que, con la imprevisibilidad de un volcán, arroja de vez en cuando toneladas de material abrasivo.

Ha caído una pieza de la estrategia. Atentos al repuesto.

El PSOE mata a todos sus padres

La de matar al padre -en sentido figurado- para autoafirmarse, emanciparse y madurar el hijo es una de las ideas más controvertidas y potentes de las muchas que lanzó Sigmund Freud. Lo hizo en su Tótem y tabú, una obra que ha cumplido ya más de cien años y en la que establece una analogía entre el desarrollo de las sociedades primitivas -allí los jóvenes machos de una tribu se rebelaban un día contra el macho poderoso y tiránico (el padre de todos, pues era el único que podía poseer a las hembras), lo mataban y se comían su cadáver- y el desarrollo individual de la psiquis humana.

Al ganar con contundencia las primarias socialistas del pasado 21 de mayo, podría pensarse que Pedro Sánchez ha matado de un solo golpe a todos sus padres en el PSOE, a los poderosos y tiránicos machos González, Zapatero, Rubalcaba… que se aliaron en otoño pasado para derrocarlo en su primer mandato y que habían salido ahora en tromba a impedir un segundo mandato apoyando a Susana Díaz.

Pero quizás no sea Sánchez quien haya matado a los padres del viejo PSOE, o al menos no él solo. Quizás hayan sido más bien los militantes quienes se han rebelado contra los machos tiránicos para autoafirmarse como un nuevo PSOE que emprenda su propio camino.

P.D. Parece que las viejas glorias (o los viejos tótems) tienen mal perder. Transcurridos nueve días de las primarias, ni González ni Zapatero ni Rubalcaba han felicitado al nuevo secretario general socialista.

De cuando la madre superiora Ferrusola bajaba el IVA a las flores

Conseguir la aprobación de los Presupuestos con cesiones milmillonarias a partidos territoriales que miran más por el bien de sus paisanos que por el del conjunto de la sociedad española -y quizás hagan bien, dado que los grandes partidos se lo admiten- es ya tradición en nuestra política. Ni lo han inventado ahora el PNV o Nueva Canarias ni es solo el PP quien se busca su estabilidad parlamentaria con estas prácticas cuando gobierna. También lo ha hecho el PSOE, que incluso tiene en su trayectoria en este campo uno de los episodios más chuscos que se recuerdan.

Fue a finales de 1993, cuando el PSOE de un declinante Felipe González, que había logrado 159 escaños en las elecciones de junio de ese año, sacó adelante los Presupuestos de 1994 con el apoyo de la CiU de un entonces poderosísimo Jordi Pujol (17 diputados). El acuerdo se basó en medidas de desgravación fiscal; apoyo a la inversión, el empleo y la formación profesional; respaldo a las pequeñas y medianas empresas; rebaja del impuesto de sucesión para las empresas… y, sobre todo, la cesión del 15% del IRPF a las comunidades autónomas, como exigían los catalanes desde años atrás.

Pero aún quedaba una sorpresa, que apareció a última hora cuando se cerraban los flecos de la negociación presupuestaria entre el ministro del ramo, Pedro Solbes, y el portavoz de CiU en el Congreso, por entonces Miquel Roca: el IVA a las plantas vivas y a las flores se bajaba del normal al reducido. ¿Y eso? Una nadería: que Marta Ferrusola, esposa del president, había entrado en el negocio mediante una empresa, Hidroplant, que luego, por cierto, acabó salpicada en corruptelas que en aquel tiempo remoto parecían casi minucias y hoy diríamos que no lo eran, a la luz de lo que hemos sabido de la «madre superiora de la congregación», su esposo y su prole.

En la tramitación parlamentaria de aquellos Presupuestos, a la bajada del IVA de las flores se le llamó entre bromas y veras ‘la enmienda Ferrusola’, lo que daba una idea del poder que la primera dama catalana exhibía por entonces.

Detector de metales en la Ejecutiva de Pedro Sánchez

Integrar todo lo que se pueda. Listas pactadas en los territorios (salvo Andalucía) que representen proporcionalmente lo que pasó en las primarias del domingo pasado. Políticas de distensión interna, intentando que la guerra civil se dé por definitivamente cerrada, con vencedores y vencidos, sí, pero sin represalias de postguerra, para intentar restaurar las zonas devastadas… Estas han sido algunas de las principales líneas de trabajo que han ocupado a Pedro Sánchez en su primera semana como secretario general electo.

¿Y al equipo, su entorno más cercano? También, pero con matices. Algunos de los más veteranos no quieren descuidos ni fiarse demasiado sobre la desaparición del susanismo, y creen que hay que tener mucho cuidado y poner muchas cautelas sobre todo en un asunto: en cómo se conforman los dos órganos internos del PSOE donde en otoño pasado se le dio a Sánchez el golpe: el Comité Federal (menos controlable, porque sus miembros son centenares y salen del más variado origen, sobre todo de los territorios, vía el Congreso Federal o los congresos regionales o nacionales -artículo 35 de los Estatutos-) y, sobre todo, la Comisión Ejecutiva Federal, donde es el secretario general quien hace al Congreso del partido la propuesta de quiénes han de componerlo (artículo 32, 2).

La Ejecutiva fue el órgano donde se precipitó todo hace ocho meses: empujados por Susana Díaz, el 28 de septiembre dimitían en bloque 17 de sus miembros para que cayera Sánchez. Cuatro días después, el 1 de octubre, el Comité Federal remataba la operación.

El domingo pasado, cuando los militantes devolvieron a Pedro Sánchez a la Secretaría General, y con más de diez puntos porcentuales sobre Susana Díaz, una persona muy cercana a aquel, ex alto cargo del Gobierno con Zapatero, le dio un consejo: que pusiera un «detector de metales» en la nueva Ejecutiva. ¿Un detector de metales? «Sí, para que no se cuele nadie con un cuchillo y un día intente matar de nuevo al secretario general, como la vez anterior».

Era una manera muy gráfica de aconsejarle a Sánchez que pusiera mucho cuidado en la selección de nombres a la hora de hacer su lista para la dirección del partido.

El error Susana y el estallido de su burbuja

Derrocar al secretario general elegido por los militantes y sin darles a estos la oportunidad de pronunciarse. Hacerlo no por los procedimientos legales previstos en los Estatutos del partido –una moción de censura a la Comisión Ejecutiva en el Comité Federal, conforme a lo que prevé el artículo 36, letra C- sino provocando la dimisión de 17 miembros de la Ejecutiva sin dar luego lugar a lo que los Estatutos también dictan, en el 36, letra O: convocar de inmediato un congreso extraordinario para elegir una nueva dirección. Poner una Gestora, que no está prevista en los Estatutos para el nivel federal, y darle atribuciones y eternizarla en sus funciones para ver si los militantes se olvidaban del pecado original del 1 de octubre y para que el cadáver del exlíder se pudriera a la intemperie orgánica. Abstenerse y dar la investidura a Rajoy y obligar a todos los diputados a hacerlo para empujar al exlíder a comerse su ‘no es no’ o a dejar el escaño e irse a la intemperie institucional. Convertirse sin recato en la gestora de la Gestora…

Tras la contundente derrota del domingo, la ristra de errores que han cometido Susana Díaz y su equipo eran enumeradas ayer en diferentes conversaciones privadas por partidarios y detractores, como una larga letanía. Los errores de las primeras semanas… y los errores de estas últimas:

Menospreciar la capacidad de movilización de Sánchez en sus actos de precampaña («no son militantes», «son siempre los mismos», «los lleva en autobús de mitin en mitin»…). Creer que movilizando a toda la vieja guardia al acto de Ifema se rendiría el ejército rival, sin reparar en que muchos de los militantes ven en algunos de ellos un mal ejemplo de puertas giratorias o de gestión de la crisis con recetas liberales. Basar toda la estrategia en ganar por aplastamiento del rival en el prólogo de la recogida de avales, sin enterarse de que la otra parte también estaba recogiéndolos a mansalva. No tener plan B si el aplastamiento en lo de los avales no funcionaba. Tratar de adueñarse de la ponencia política de la Gestora, no elaborar un programa propio y centrar la campaña en frases hueras y manidas -«100% PSOE», «El PSOE es mucho PSOE», «un PSOE ganador»- que solo conven-cían a los ya convencidos. Improvisar un programa a última hora y meter en él una nueva formulación del sistema de primarias que fue interpretado por muchos militantes como un paso atrás, como un recorte de un derecho que las bases ya tenían adquirido…

«La campaña de Susana ha sido una mezcla de soberbia, endogamia y burbuja», me comenta un ex alto cargo socialista que estaba retirado de la brega política y dedicado ya a su profesión y que en las últimas semanas se sumó al equipo de Sánchez.

¿Burbuja Susana? Ya en noviembre -y aquí lo publicamos-, algunos ilustres antisanchistas que habían colaborado en el derrocamiento del líder empezaron a preguntarse si Susana Díaz realmente daba el perfil de lo que buscaban, si no estaba sobrevalorada, si al norte de Despeñaperros tendría el tirón que mostraba en su territorio andaluz. Tanto desconfiaron que barajaron incluso algunos nombres alternativos; al menos, tres. Finalmente, no hicieron nada. Ayer, digiriendo la derrota, estos ya no hablaban solo de los errores de Susana. También del suyo propio, del ‘error Susana’.

P.D. Más sobre la ‘burbuja Susana’. La politóloga María Ramos me envía este comentario a mi post: «La candidatura de Susana estaba muy inflada, pero esta vez no era por las encuestas sino por algunos medios». Las urnas del domingo pasado hicieron estallar la burbuja.

La presunta trama tapacorrupción

La finta a Consuelo Madrigal para que no siguiera en la Fiscalía General del Estado. El nombramiento para el puesto del dócil José Manuel Maza. Las idas y venidas y enredos del ministro Rafael Catalá, incluido su “ojalá se cierren pronto los líos” que le dice a Ignacio González. El nombramiento como fiscal anticorrupción de Manuel Moix, el candidato preferido y se diría que promocionado por el propio González desde mesas atrás. Los intentos de Moix de frenar o minimizar la investigación al expresidente madrileño y de descabalgar a los fiscales que la impulsaban. La visita de Pablo González -hermano de Ignacio y también imputado- al número dos de Interior, José Antonio Nieto, el 8 de abril, 11 días antes de las detenciones. La grabación policial el 6 de abril, dos días antes de esa reunión en Interior, de una conversación de los hermanos González en la que se preguntan preocupados quién está al frente de la Policía que los investiga. La afirmación de la Fiscalía en un documento procesal, a propósito de esa conversación entre los González, de la «presunta investigación chivada del secretario de Estado de Seguridad», o sea Nieto…

Demasiados indicios, pistas y evidencias. ¿Está realmente el Gobierno impulsando la investigación a los corruptos del PP, y ahora en concreto a los del caso Lezo, o está haciendo lo contrario: frenarla? ¿Hay en algunas de nuestras principales instituciones una trama tapacorrupción? Y si la hubiera, ¿ha surgido esa presunta trama de modo natural, ha crecido sola, como una suma de ayudas a correligionarios y afines con problemas con la Justicia por presunta corrupción, o responde a un plan minuciosamente preparado? Si todo ha sido planificado, ¿hay un señor X?

Demasiados indicios, pistas, evidencias. Y esta mañana en el Congreso de los Diputados, cuando a Mariano Rajoy le preguntan cómo valora el trabajo de la Fiscalía Anticorrupción responde que «muy positivamente» y añade que Moix «es un profesional con amplia y exitosa trayectoria. Con total independencia y personalidad. Funciona muy bien». Amén.