¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

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Ciudadanos y Podemos, ante el espejo de la melancolía

Decía anoche en Salvados (La Sexta) el líder de Podemos, Pablo Iglesias, que apoyaría ahora -con algunas condiciones previas, lógicamente- una moción de censura con el PSOE para sacar a Mariano Rajoy del Gobierno.

Lleva varios días el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, amagando en público con romper su pacto en Murcia con el PP (que ya lo ha roto e incumplido, véase el segundo folio de este documento) e insinuando algunos de su entorno en privado que se podría incluso poner en cuestión el pacto de investidura de Rajoy, también por incumplimiento del PP nacional.

Los dos partidos hace apenas tres años emergentes tenían muy claro entonces, cuando emergían, que para cambiar realmente la vida pública y la política en España, y regenerarlas con garantías de que la corrupción se arrancara de raíz, era condición imprescindible sacar a Rajoy y al PP de Rajoy del mayor número de instituciones posible. Tras las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2015, y aliándose con el PSOE, tanto Ciudadanos como Podemos sacaron al PP de Rajoy de algunos gobiernos regionales y grandes ayuntamientos. Pero tras las elecciones generales, especialmente tras las del 20 de diciembre de 2015, ambos partidos -y ambos líderes- tuvieron en su mano lograr el objetivo principal, el de sacar a Rajoy de la Moncloa, que era parte nuclear de su fundación, de su emergencia y de su éxito electoral, y no lo hicieron.

En amplísimas capas de sus respectivos votantes, de los de Ciudadanos y de los de Podemos, aquel esfuerzo que resultó inútil ha generado una enorme melancolía. Quizás ahora Rivera e Iglesias, mirándose en el espejo retrovisor, también la sientan y por eso dicen lo que dicen. No debieran ni engañarse ni engañar a sus electorados: el objetivo ahora es remoto o directamente imposible.

Alianza entre Sánchez y Errejón, el escenario que inquieta a Rajoy

El éxito de asistencia en las reuniones con militantes que ha celebrado Pedro Sánchez en los últimos días (en Dos Hermanas el pasado 28 de enero, en Castellón el miércoles 1 de febrero, en Zaragoza el sábado 4, en Calasparra ayer, martes 7); lo que ha pasado en las primarias socialistas francesas, y alguna encuesta reciente han llevado la preocupación no solo a la gestora del PSOE, sino también al Gobierno y a la alta dirección del Partido Popular. En las tres instancias se empieza a barajar como «posible» que el ex líder del PSOE gane las primarias y vuelva a hacerse con las riendas del partido. Algunos de los interlocutores consultados incluso ya están pasando del «posible» al «probable». ¿Y cómo nos afectaría si eso ocurre?, empiezan a preguntarse unos y otros.

Por otro lado, el tono que muestra Sánchez en la entrevista que publicamos en 20minutos anteayer lunes, por un lado contundente («si pierdo, no seguiré en política», “solo hay dos opciones: o el continuismo de la derecha o el cambio”, “la gestora ha rebasado todos los límites temporales y todas sus funciones»), pero al mismo tiempo moderado y conciliador, sin una sola crítica directa a Patxi López o a Susana Díaz, y postulándose como el pacificador del PSOE («serán las urnas las que unan al partido, será el voto de la militancia el que una al partido», «la candidatura que puede de verdad integrar al Partido Socialista, unir de nuevo la dirigencia con la militancia, es la candidatura que humildemente yo represento»), se ha interpretado como una baza más en el juego electoral. Sánchez estaría intentando retener a los militantes convencidos y al mismo tiempo seducir a los militantes indecisos, los que dudan sobre si darle una segunda oportunidad.

Otro pasaje de nuestra entrevista al exlíder socialista ha llevado una inquietud añadida, sobre todo al Gobierno y al PP.

-¿Cree que el Podemos de Iñigo Errejón sí se entendería con el PSOE de Pedro Sánchez?

-Yo creo que sí.

Podemos está decidiendo estos días en votación universal de sus bases si el partido sigue en la estrategia y posicionamiento que desde las elecciones del 26 de junio pasado dictó Pablo Iglesias o si vira hacia las propuestas de Errejón. «Nos estamos jugando que Podemos esté en disposición de gobernar o nos conformemos con la posición tradicional de las formaciones de protesta», decía esta misma mañana este, entrevistado por la Cadena Ser. Y añadía: «Si se imponen las tesis de los compañeros que acompañan a Iglesias, será más difícil sacar a Rajoy».

La hipótesis es aún remota -que Podemos gire hacia posiciones más moderadas para presentarse como alternativa al Gobierno y que Sánchez tome de nuevo el control del PSOE, las dos cosas-, pero de los escenarios posibles es el que más inquieta en el PP y en el Gobierno de Rajoy.

Mariano Rajoy y el no rescate de la banca

29 de mayo de 2012. Comparecencia de urgencia de Mariano Rajoy, presidente del Gobierno desde cinco meses antes: «No va a haber ningún rescate de la banca española». Lo dice él, palabra a palabra, como se observa en el video. Probablemente, en la sede central del PP, por la cartelería que se observa tras el presidente.

Apenas dos semanas después, 13 de junio de 2012. Sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados. La oposición (Rubalcaba, Rosa Díez, Coscubiela…) interpelan sobre el rescate, pero Rajoy prefiere calificarlo de «préstamo en condiciones ventajosas» «sin coste para la ciudadanía». En el vídeo con parte de la sesión, el presidente del Gobierno afirma incluso: «Es un crédito a la banca que va a pagar la propia banca».

Ayer, 10 de enero de 2017. Informe de fiscalización del proceso de reestructuración bancaria del Tribunal de Cuentas en el que afirma que el saneamiento de los bancos le ha costado ya al erario público 60.718 millones de euros. «La cifra no es definitiva, puede aumentar o disminuir».

En 20minutos hemos echado cuentas (60.718 millones divididos entre 46,5 millones de habitantes) y nos sale que ese préstamo ventajoso que según el presidente del Gobierno iba a pagar la propia banca ya nos ha costado a cada español 1.305 euros.

En la agenda oficial del presidente del Gobierno no está hoy prevista ninguna comparecencia en la que Rajoy explique por qué se equivocó -o por qué mintió- en 2012.

Crucemos los dedos, que estalla la burbuja de las autopistas de peaje

«El tráfico no llega ni a la mitad de lo previsto», decía ayer el ministro de Fomento, Iñigo de la Serna, al anunciar que el Gobierno ha decidido rescatar y nacionalizar con nuestro dinero, el de los contribuyentes, las autopistas de peaje hoy en quiebra y alegremente hace pocos años concedidas, adjudicadas a empresas privadas, cacareadas y presumidas por José María Aznar y Francisco Álvarez Cascos, correligionarios del ministro De la Serna.

El tráfico no llega a la mitad de lo previsto. Cierto. En algunos casos, el tráfico real ha sido el 16% de lo previsto; o sea que, de cada 100 vehículos que se esperaban han pasado solo 16. El tráfico no llega ni de lejos a lo previsto por los políticos que se hacían fotos inaugurando tramos y por las mismas constructoras y concesionarias que hicieron un excelente negocio inicial construyéndolas y que han acumulado después cuantiosas pérdidas y han convencido al Gobierno de que las asumamos entre todos. Unos 5.500 millones nos va a costar a los contribuyentes la alegría concesionaria y el error de cálculo.

5.500 millones no es una broma. Es el 0,55% de nuestro PIB. Es una cantidad mayor que el ajuste que nos exigen Bruselas y que ha llevado al Gobierno a subir los impuestos. Es tres veces más que lo que costaría la subida de las pensiones a casi 9 millones de pensionistas propuesta en el Parlamento por PSOE, Unidos Podemos, Esquerra, PNV y el Grupo Mixto y que el Gobierno quiere vetar. Es más de media paga extra de los casi 9 millones de pensionistas. Con esos 5.500 millones, la hucha de las pensiones respiraría aliviada al menos medio año más. Con esos 5.500 millones de euros, 1,9 millones de parados que no cobran absolutamente nada tendrían para cobrar casi cuatro meses los 800 euros brutos al mes que cobran los parados que cobran. Con esos 5.500 millones se evitarían docenas de miles de desahucios, cientos de miles de cortes de luz a familias pobres…

Se ignora por ahora si detrás del estallido de la burbuja de las autopistas de peaje hay responsabilidades penales. Lo que parece evidente es que hay algunas responsabilidades administrativas y de gestión y muchas responsabilidades políticas. ¿Se investigarán en el Parlamento? ¿Las asumirá alguien?

P.D. Hace ya más de año y medio, en mayo de 2015, escribí en este blog:

Los políticos y los medios empezamos a hablar de la burbuja inmobiliaria apenas media hora antes de que estallara. Estad atentos a otras posibles burbujas grandes, medianas y pequeñas -la de las autopistas de peaje, la de los parques tecnológicos, la de los parques temáticos, la de los centros de arte, la de los aeropuertos, la de los palacios de congresos, la de los complejos olímpicos, la de las universidades, la de las líneas de AVE…-, que algunas de ellas acabarán estallándonos en la cara por más que la vieja política mire para otro lado.

Ya nos ha estallado la de las autopistas de peaje. Crucemos los dedos con las otras.

La nueva saca de la hucha de las pensiones desmiente la recuperación del empleo

La nueva saca de la hucha de las pensiones -9.500 millones, la más cuantiosa de una sola vez de entre las muchas que ya ha hecho el Gobierno de Rajoy en cinco años- pone en evidencia que la recuperación del empleo de la que tanto se jacta el Gobierno es muy endeble. El conjunto de las cotizaciones de los nuevos empleos -muchos de ellos, malparados, temporales y sin jornada completa- no aportan a la Seguridad Social recursos suficientes para afrontar el pago de las nuevas pensiones, de jubilados que de media cotizaron alto en su vida laboral y tienen derecho ahora a pagas altas. En el mes a mes, la Tesorería de la Seguridad Social va tirando, pero cuando llega una extra se encuentra con que no hay dinero en la caja y tiene que echar mano del Fondo de Reserva.

El Fondo de Reserva está para esto, es verdad. Para garantizar los pagos. Pero el ritmo a que ha ido perdiendo peso la hucha es alarmante. Cuando Mariano Rajoy llegó al Gobierno, en la hucha había 66.815 millones, y hoy ya solo quedan 15.915. Suficientes para una nueva saca de otros 9.500 millones, más o menos, con los que afrontar la extra de verano de 2017 de los pensionistas… y nada más. Para la siguiente extra, la de Navidad de dentro de un año, no quedarían euros suficientes.

Ya en julio pasado, con la anterior saca, saltaron las alarmas, pero con la excusa de que estaba en funciones el Gobierno no movió un dedo en la tarea de buscar nuevas fuentes de financiación para la Seguridad Social. En realidad, no quería reconocer en vísperas del intento de Rajoy de una nueva investidura que su reforma laboral no había funcionado y que la recuperación económica y del empleo era muy endeble. Ahora ya está convocado el Pacto de Toledo para afrontar la crisis de las pensiones. Dense maña, Gobierno y oposición, no tengan a los pensionistas en estado de sobresalto.

PD. Tampoco las malas noticias económicas vienes solas. Acaban de hacerse públicos los datos de paro registrado de noviembre. Subió el paro, en 24.841 personas, y bajaron mucho los cotizantes a la Seguridad Social: 32.832 menos en ese mes. Una nueva luz roja de alarma.

Luzón, fiscal jefe anticorrupción… o no

Esta tarde da un nuevo paso el procedimiento por el que José Manuel Maza, a propuesta del Gobierno, será en unos días, a todos los efectos, el nuevo fiscal general del Estado: el Pleno del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) se reúne en sesión extraordinaria para pronunciarse sobre la idoneidad para el cargo del que hasta ahora era magistrado de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo. Tras este trámite, le queda otro a Maza: comparecer en breve en el Congreso, en la Comisión de Justicia, para que los diputados examinen sus méritos.

Maza sustituye en la Fiscalía General a Consuelo Madrigal, que fue nombrada hace apenas dos años tras dimitir su antecesor, Eduardo Torres-Dulce, por varios encontronazos con el Ejecutivo de Mariano Rajoy. Parecía que Madrigal, que cesó automáticamente hace apenas dos semanas, cuando hubo nuevo Gobierno, iba a ser propuesta de nuevo para el cargo. El ministro de Justicia, Rafael Catalá, se lo insinuó incluso en una reunión, pero alguna discrepancia reciente y creciente de Madrigal con el nuevo Ejecutivo y con su presidente, Rajoy, echaron por tierra su candidatura. ¿Cuál era la discrepancia? Las personas idóneas para dos delicados nombramientos en puestos clave de la Fiscalía que el titular del cargo tiene que afrontar de inmediato: la jefatura de la Fiscalía Anticorrupción y la jefatura de la Fiscalía de la Audiencia Nacional.

Ambas fiscalías son piezas clave en varios sumarios relevantes, con políticos de diferentes signos en los encausados, sobre todo del PP, que se están instruyendo y acabarán juzgándose en los próximos meses, y ni el Gobierno ni Rajoy quieren perder influencia sobre esos órganos jurisdiccionales. Y en ambas hay que nombrar máximo repsonsable de inmediato. En la de la Audiencia Nacional -una instancia cada día menos dedicada a su tarea tradicional, la lucha contra el terrorismo, y más volcada en perseguir la delincuencia económica a gran escala- porque el titular, Javier Zaragoza, está pendiente de la renovación o no renovación en el cargo. En la Fiscalía Anticorrupción, que se ha llenado en los últimos años de fiscales jóvenes, técnicamente muy bien preparados y con muchas ganas de combatir caiga quien caiga la lacra de la corrupción que está asolando nuestra vida pública, porque su titular, Antonio Salinas, tiene ya 70 años y se jubila.

Hace un par de meses, con Madrigal aún al frente de la Fiscalía General y sin certeza de investidura de Rajoy, se daba por muy probable que el sustituto de Salinas al frente de la Fiscalía Anticorrupción sería Alejandro Luzón, ahora teniente fiscal de la Secretaría Técnica de esa misma fiscalía y fiscal de gran prestigio que se ha desempeñado con eficacia en casos muy relevantes, desde el remoto de Luis Roldán a recientes como el de las tarjetas black. No renovada Madrigal y llegado Maza, ya hay dudas sobre el nombramiento. Como diría Rajoy, Luzón será el fiscal jefe anticorrupción… o no.

Rajoy, ante un circo de tres pistas

Una idea y la contraria. Que remodelación pequeña, que mediana, que grande. A pocas horas de que Rajoy anuncie su nuevo Gobierno, hay más especulaciones que certezas. «Ni idea, ya sabes cómo es. Nadie sabe nada de nada», me dice un ministrable que aparece en muchas quinielas.

Las certezas -o casi certezas-, que será un Gobierno “dialogante”, obligado Rajoy porque se encuentra en minoría parlamentaria y necesita ministros con cintura y capacidad de interlocución con los otros partidos. Y también la certeza de que no estaríamos ante una simple remodelación de Gobierno, sino ante «un circo de tres pistas» -en expresión de otro ministrable- que hay que coordinar y sincronizar: la pista del Gobierno, que es la que se despeja hoy; y las pistas del partido -que en pocos meses tiene que afrontar su Congreso- y del equipo parlamentario, que pueden despejarse en parte hoy y en parte en breve.
Algún jugador de estas dos últimas pistas circenses -partido y grupo parlamentario del PP- pueden pasar a la primera, y eso explicaría que Rajoy se haya tomado cinco días desde la investidura para encajar las piezas.

Por lo demás, las especulaciones más repetidas son:

-Que habrá un Ministerio de Administraciones Públicas autónomo, no con Hacienda, para afrontar desde la política y no solo desde la financiación el debate territorial y especialmente el asunto Cataluña.

-Que dejan el Ejecutivo casi seguro Fernández Díaz y probable Margallo.

-Que es muy probable que Cospedal entre, para Interior, Defensa o Justicia.

-Que al presidente se le ocurrirá alguna fórmula para que la jefa de Cospedal no sea Soraya Sáenz de Santamaría y así evitar choques entre sus dos actuales segundas, que no se llevan ni medio bien.

-Que el ministro más joven podría ser Pablo Casado.

-Que si se confirma lo de Cospedal, secretaria general del PP, y Casado, vicesecretario general, ya tenemos la segunda pista circense necesitada de cambios.

-Que hay otra pugna en el área económica, con De Guindos y Montoro disputándose la supremacía y la dirección de la Comisión Delegada para Asuntos Económicos, que ahora lleva Rajoy en persona.

-Y que suenan mucho como posibles ministros tres ‘monclovitas’ hoy en la segunda fila: Jorge Moragas, José Luis Ayllón y Álvaro Nadal.

Será una legislatura complicada, pero el más resistente es Rajoy

El Mariano Rajoy del diálogo y la mano tendida del pasado miércoles se ha matizado a sí mismo en apenas tres días. Hoy se ha venido arriba y ha vuelto el Rajoy del no -ha pronunciado más veces esa palabra en su intervención de 10 minutos que el Pedro Sanchez del «no es no» en el último año en esa misma tribuna-, el Rajoy que les ha dicho al resto de grupos parlamentarios que no va a rectificar sus políticas del pasado y que no va a ceder «salvo en lo razonable», y lo razonable será solamente de nuevo aquello que decida el ya presidente del Gobierno que lo sea. Si el Ciudadanos de Albert Rivera del sí a Rajoy y el PSOE de la gestora que con su abstención ha permitido la investidura pensaban que iban a tener un papel crucial en la legislatura, quizás ya estén empezando a dudarlo.

La legislatura va a ser complicada para un Rajoy y un PP en minoría, sí, pero probablemente lo sea más para otros líderes y otras fuerzas. El poder desgasta mucho, en efecto, pero el no tenerlo y ser socio o semisocio del que lo tiene desgasta mucho más. No te beneficias de sus aciertos y te salpican sus errores. Será una legislatura muy complicada para Ciudadanos, abducido y satelitelizado por el PP en estos meses, y para el PSOE, dividido, roto, sin líder, sin proyecto y divorciado de su base militante, electoral y social. Sobre ambos, además, penderá una incertidumbre: si se pasan en sus exigencias o en su tira y afloja con Rajoy, este podrá a partir de mayo próximo disolver las Cámaras e ir de nuevo a elecciones, y las expectativas electorales de Ciudadanos y de PSOE no son nada halagüeñas.

Ha dicho Pablo Iglesias que este periodo que comienza es el del epílogo de Rajoy. Puede que sí, pero también puede que no y también puede que el epílogo sea larguísimo. Rajoy es un resistente. Una de sus más profundas convicciones vitales y políticas la plasmó en dos de sus vergonzosos sms, cuando le dijo a Bárcenas el «sé fuerte» y a la mujer de Bárcenas aquello de «al final la vida es resistir y que alguien te ayude».

¡Y tanto! En las elecciones del 20 de diciembre pasado, el PP perdía 3,6 millones de votos respecto a 2011 (pasaba de 10,86 millones cuatro años antes a 7,2 millones ese día) y uno de cada tres escaños, pues pasaba de 186 a 123. Rajoy parecía políticamente tocado, casi moribundo. Y no, ha sido fuerte, ha resistido, le han ayudado muchos en estos meses (el PP siempre, Ciudadanos bastante, hoy el PSOE, Podemos en marzo, la prensa afín al PP y alguna que no lo parecía también siempre…) y ahí está, de nuevo presidente del Gobierno a todos los efectos.

El fusible Soria salta para preservar a Rajoy de la subida de tensión en el PP

El caso Soria -su promoción por el Gobierno de Rajoy a un alto cargo en el Banco Mundial pese a que hace apenas cinco meses cayó como ministro tras saberse que había gestionado empresas en paraísos fiscales- tenía todos los componentes del PP menos presentable: amiguismo, prepotencia, trapacería, corruptelas, mentiras, abuso de poder… El hecho de que se conociera la promoción del exministro justo cuando, el viernes pasado, cosechaba Rajoy su segunda derrota parlamentaria como candidato a presidente del Gobierno cargaba de razón a toda la oposición: Rajoy es el dirigente político menos indicado para regenerar la vida pública.

Ahora, tras cuatro días de toneladas de mentiras por parte del Gobierno y de balones fuera y bobaliconadas tramposas de Rajoy («Soria es un funcionario que ha participado en un concurso”, decía ayer), rectificación en toda regla: Soria renuncia a la plaza, «a petición del Gobierno», según el propio exministro. ¿Por las críticas de la oposición? No lo creo. Más bien por estas otras dos razones: para que el caso Soria no fuera utilizada por el PSOE para convencer a Podemos y a Ciudadanos de un acuerdo de mínimos para desalojar de la Moncloa al PP de Rajoy y, sobre todo, para que las crecientes críticas internas entre dirigentes del PP por este caso -Valdeón Herrera, Cifuentes, Feijoo, Aguirre, Bonig…- no se convirtieran en algo de mayor calado: el cuestionamiento del propio Rajoy como el candidato idóneo del PP a la investidura como presidente. El fusible Soria ha saltado para que la subida de tensión eléctrica interna en el PP no llegara a Rajoy.

Pedro Sánchez debe ser más explícito y darse prisa

El pasado viernes fue un día negro para Rajoy y para el PP. El presidente en funciones cosechó su segunda derrota en la investidura, y su equipo y su partido mostraron su peor cara.

Por la mañana, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, para presionar a Pedro Sánchez, amagaba con tomar de rehenes a funcionarios y jubilados, a quienes no se les podría según ella retocar en enero sus sueldos si el Gobierno seguía en funciones, cosa falsa de toda falsedad.

Por la tarde, en el debate, Rajoy veía no solo cómo Sánchez seguía en el no e insinuaba que intentaría una alternativa, sino también cómo Albert Rivera daba por concluido su pacto con el PP, al que incluso le pedía otro candidato «viable» que no fuera Rajoy. La bronca que al líder de Ciudadanos le echaba el portavoz del PP, Rafael Hernando, era casi una invitación a Rivera a que se fuera con el PSOE. El remate fue el anuncio por el Gobierno de que promocionaba para un alto puesto en el Banco Mundial a José Manuel Soria, un ministro que cayó hace cinco meses, salpicado en un caso de corrupción. La regeneración de Rajoy se mostraba como pura fachada.

El viernes negro de Rajoy le pone un poco más fácil a Sánchez su intento de montar una alternativa con las que él llama «fuerzas del cambio»: PSOE, Podemos y Ciudadanos. No es sencillo, pero es posible. Sánchez ha de ser cuanto antes más explícito y concreto en su anuncio y darse prisa en abrir conversaciones. De otro modo, parecerá que el amago del viernes era un brindis al sol y que está buscando unas terceras elecciones…. y que el responsable sea otro.